Sinner y su malla protectora, un accesorio al alza entre pelotas, lesiones y protestas
El uso se extiende debido al incremento de lesiones por el cambio frecuente de las bolas. La pérdida de calidad y la ralentización aumentan las lesiones articulares


A primera hora del día, antes de subirse al autobús para desplazarse de Manhattan a Queens y emprender la cobertura del día, el veterano Ubaldo Scanagatta desliza: “No veo a nadie que pueda frenar a Sinner de camino a la final”. El periodista, cuyos ojos han visto desfilar a las grandes figuras históricas del tenis, de Laver y Borg a los fenómenos de hoy, también precisa que esa malla compresiva que aún luce Jannik Sinner responde a una cuestión de “confianza y prevención”. El número uno (6-3, 6-2 y 6-2 a Alexei Popyrin, clasificado para la tercera ronda) comenzó a llevarla en Wimbledon, fruto de una caída y el consecuente golpetazo en el codo, y desde entonces ha decidido no prescindir de ella. Pero no es una excepción.
Abundan los jugadores y jugadoras que han apostado por el accesorio y que encuentran en él respaldo para combatir una amenaza: las pelotas. Coinciden los profesionales y los expertos que variabilidad del peso y la composición de un torneo a otro tiene una relación directa con las lesiones de codo que atacan a los tenistas cada vez con mayor frecuencia, de ahí que Sinner, como tantos otros y otras, continúe usándola también en Nueva York. Nada de superstición. Simple y llana protección y confortabilidad. Todo ayuda, dicen. “Protege y me gusta la sensación que aporta. A la hora de impactar con la bola siento mayor estabilidad”, concedía hace unos días el italiano.
Uno de los que primero la empleó fue el canadiense Milos Raonic, ya retirado, y de un tiempo aquí está convirtiéndose en un recurso habitual para la mayoría. No la utilizaron en su momento Roger Federer o Rafael Nadal, pero sí lo hicieron Serena Williams, Naomi Osaka o Novak Djokovic, entre otras estrellas. Estos días, en Flushing Meadows, también se ha podido ver a Lorenzo Musetti, Jack Draper y un buen puñado de jugadores con el envoltorio, al que el año pasado tuvo que recurrir Alcaraz para paliar la lesión que le afectó durante toda la gira sobre tierra. “Mi fisio me dice que me la ponga y yo me la pongo”, expuso el murciano, citado este viernes en la tercera ronda (19.30, Movistar+) con Luciano Darderi (23 años y 34º).
El caso es que el peso de las pelotas (entre 56 y 58 gramos) y la elección de unas u otras —en función de las giras, los torneos y las marcas, sin unificar— tiene una repercusión directa con los problemas articulares que reinciden sobre los competidores. “Pensaba que era mi problema, pero hablé con otros jugadores y hay más lesiones de codo, muñeca y hombro... Las pelotas son las responsables”, denunciaba el ruso Daniil Medvedev, multado con 40.000 euros por su actitud en la primera ronda del torneo. Aún profundizó más el alemán Alexander Zverev, miembro en el Consejo de los Jugadores: “Desde el covid han empeorado mucho. Las empresas intentaron reducir costes utilizando un caucho distinto y ahora son entre un 30% y un 60% más lentas que antes de la pandemia”.

Es decir, requieren de más fuerza para moverlas. El de Hamburgo explica que las bolas actuales pierden más aire y presión por los materiales, de modo que obligan a un sobreesfuerzo al golpear, repercutiendo directamente en el brazo. Su compatriota Boris Becker ahora en el problema en conversación con este periódico: “Debería haber una bola oficial, no entiendo por qué los rectores de nuestro deporte no se ponen de acuerdo. Es casi antiprofesional, una cuestión de salud. Cambiar de pelota cada semana no es bueno para el cuerpo, afecta mucho a los físicos. No es ningún secreto que en el vestuario todo el mundo está quejándose. Estamos en 2025…”.
Y prosigue: “Si cambias la pelota cada semana y en cada sitio, tienes que cambiar el cordaje de tu raqueta, modificar la tensión. Si es más o menos blanda, quieres tener más o menos potencia en la raqueta y al final, todo eso termina afectando al hombro, el codo y la muñeca. Eso tiene que cambiar”.
Torneos y patrocinios
Más allá de las cuestiones específicas que atañan a cada superficie y las giras, la mayoría de los torneos apuestan por distintas bolas en función de los acuerdos comerciales a excepción, precisamente, de los que integran el paquete veraniego con dirección al US Open: Cincinnati, Winstom-Salem y Washington en el caso del circuito masculino y Washington, Cleveland y Monterrey en el femenino. Todos ellos proponen la Wilson US Open Ball. No así en Canadá, con otras diferentes. En Australia los tenistas compiten con las Dunlop y en Wimbledon con la clásica Slazenger. En 2020, la organización de Roland Garros acordó la sustitución de la empresa proveedora, de modo que Wilson reemplazó a Babolat después de nueve años.

“Tenemos que encontrar una manera de unificarnos, de modo que en cada categoría del circuito tengamos una misma pelota dependiendo de la superficie, por supuesto”, declaraba Djokovic en marzo, a la vez que matizó que tanto los cuatro grandes torneos como los que completan el resto del calendario negocian por separado el patrocinio. El serbio, pendiente de todo lo relativo a las condiciones de los profesionales, advierte sin embargo una mejora. “Parece que por fin se han tomado en serio este tema”, señaló tras superar la segunda ronda en Nueva York; “he escuchado a algunos jugadores comentar que por fin tenemos cierta consistencia con las bolas”.
En cualquier caso, el uso de la malla continúa extendiéndose y Sinner sigue apostando por ella. “Si no me sintiera bien, no la llevaría. No llevo cosas por una cuestión de estilo. Por ahora me siento cómodo, no me demasiado el calor; probé la negra y se nota la diferencia pero con la blanca no hay ningún problema”, valora. Al fin y al cabo, no le fue del todo mal en julio. Triunfó en Londres e intenta repetir ahora en Nueva York.
ALCARAZ, AL TURNO MATINAL
Sigue Sinner con paso firme, sin conceder opción alguna en un duelo con Alexei Popyrin que se preveía más exigente y que al final quedó reducido a otra sesión de rodaje para el número uno. Si en el estreno del martes se dejó cuatro juegos ante Vit Kopriva, esta vez fueron siete.
Se enfrentará el sábado a Denis Shapovalov, un talento demasiado espumoso que prometía mucho y nunca ha llegado a romper de verdad. El canadiense batió a Valentin Royer. “He restado bien, pero intentaré mejorar el servicio”, se exige el italiano, no sin razón: su efectividad ascendió a solo el 51%.
Aun así, fiabilidad y ninguna curva para él. Más exigida estuvo Iga Swiatek, a la que se le escapó un set ante Suzan Lamens, sin consecuencias: 6-1, 4-6 y 6-4. Se medirá con Anna Kalinskaya.
Este viernes, Carlos Alcaraz abrirá la pista central después de haber afrontado dos compromisos nocturnos. El español, dos del mundo, encara a otro italiano, Luciano Darderi. Será a las 17.30 hora española (Movistar+). A las 19.30 intervendrá Cristina Bucsa —contra la belga Elise Mertens— y en la recta final lo hará Novak Djokovic —a las 1.00 ante Cameron Norrie—.
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