La finalista Swiatek encuentra oxígeno y Sabalenka, otro freno, Anisimova
La de Varsovia, sin títulos desde hace más de un año, fulmina a Bencic (6-2 y 6-0) y se enfrentará el sábado a la estadounidense, de nuevo límite para la número uno


Así de paradójica es la vida, el tenis. Es la hierba, la superficie que le ha generado unos cuantos sarpullidos, la que le devuelve el buen color al juego deprimido de Iga Swiatek, en los últimos tiempos con la cabeza gacha. La polaca, terrícola por naturaleza y avezada también sobre asfalto, se encuentra en un abrir y cerrar de ojos en la final de todo un Wimbledon (6-2 y 6-0 a Belinda Bencic) y lo hace, además, después de un largo tránsito por el desierto. De un año aquí, un positivo por dopaje —reducido a un mes de sanción— y ningún rastro de éxito, una carrera en vilo. ¿Detener la marcha para reimpulsarse y coger oxígeno? Lo encuentra ahora en el territorio más insospechado.
Dice la de Varsovia que, por fin, ha logrado entender el complejo contexto del All England Club, donde pese a que el todo se haya ralentizado, el juego continúa exigiendo de mecanismos muy diferentes. “Siento que, este año sí, he crecido y he tenido más tiempo para prepararme. Me he concentrado fundamentalmente en mis movimientos y en cómo debo frenar antes de golpear la pelota”, concede la número cuatro del mundo, tan laureada en París (cuatro títulos) como negada hasta ahora en Londres, con los cuartos de 2023 como límite insalvable hasta el próspero vuelo alcanzado esta edición. Y eso que de júnior prometía; triunfó, pero allá quedó aquella muesca.
El caso es que estos días, el tenis de Swiatek es otro, más alegre, menos tristón. Sin el agarrotamiento del último año y con la determinación de los buenos momentos. De camino a la final de este sábado, la polaca ha completado un desfile firme —solo ha perdido un set, en la segunda ronda ante McNally— y se ha desempeñado con la autoridad a la que acostumbraba; ese es, precisamente, el mejor signo de su repuntar. Abate a la última rival con un set en blanco y queda ahora a un solo paso de poder decir que también es total, redonda, una de esas campeonas que consiguen cerrar el círculo de las superficies. Contra la crisis, estoicismo y su fórmula: trabajo, trabajo y más trabajo.

Y también, música. Heavy metal antes de los partidos. Si adquieren ritmo, sus raquetazos suenan a “AC/DC, Led Zeppelin, Guns N’ Roses, los Rolling… Pero solo antes de los partidos, ¿eh? De lo contrario, no podría dormir… Cuando no compito y estoy tranquila, prefiero un poco de pop”. El guitarreo metálico y las baterías surten efecto otra vez. “Estoy emocionada, orgullosa de mí misma. El tenis sigue sorprendiéndome. Creía que ya había vivido todo en la pista, pero no había experimentado lo de jugar bien en hierba. Lo estoy disfrutando”, señala desde el centro de La Catedral, después de un pulso que no ha tenido apenas miga. De inicio a fin, un dominio abrumador.
Mofas y parón
Se trata de su sexta final en un major, todas las ha ganado hasta ahora. Es la primera en Londres, como también lo es para la estadounidense Amanda Anisimova, la estadounidense (23) que le cierra este jueves el paso a la número uno, Aryna Sabalenka: 6-4, 4-6 y 6-4. Siempre está ahí la bielorrusa, pero esta temporada se le resiste el premio. Final perdida en el Open de Australia, más de lo mismo en Roland Garros y ahora un buen sinsabor en la alfombra de Wimbledon, donde seguirá sin inscribir su nombre. Cae en su tercera semifinal, después de las cedidas ante Karolina Pliskova, en 2021 y Ons Jabeur, en 2023.

Lo impide ahora la norteamericana, que se convierte en la jugadora más joven de su nacionalidad en llegar a la final (17.00, Movistar+) desde Serena Williams (2004). “No me lo creo”, expresa Anisimova. Sin embargo, algo debe haber ahí, que a la de Minsk tanto se le resiste; a nadie le ha vencido más veces (6) y, además, en todos los terrenos. Se colará entre las diez mejores del circuito el próximo lunes y en dos días examinará la aparente recuperación de Swiatek. Atrás quedan los malos momentos, las mofas en las redes sociales sobre su físico, el agotamiento y el parón de ocho meses que efectuó en 2023 para protegerse mentalmente. Hoy sonríe, a la vez que se reprocha Sabalenka.
“Tendría que haber sido más valiente, haber recordado que soy la número uno”, expone. “Ella es muy agresiva. Sé qué tengo que hacer para ganarle, pero la hierba no ayuda”, razona. Y remata dejando una cuenta pendiente: “Espero dar la vuelta a mi relación con este torneo y poder ganar algún día aquí”. En cualquier caso, su curso continúa siendo de altísimo nivel, con una regularidad sin igual, tres premios más —Brisbane, Miami y Madrid— y el billete para la Copa de Maestras ya en el bolsillo. Se marcha ella y el tenis estadounidense está de enhorabuena: Madison Keys se coronó en Melbourne, Coco Gauff lo hizo recientemente en París y ahora, Anisimova se postula.
ESTADOS UNIDOS MARCA EL PASO
Independientemente de lo que suceda en el epílogo, el tenis femenino estadounidense reafirma su poderío en la élite con otra representante en la final. Anisimova ingresará en un top-10 que hoy día ya cuenta con cuatro compañeras. Además, entre las cincuenta más fuertes figuran un total de nueve jugadoras norteamericanas y entre las cien, dieciocho. Récord actual.
Curiosamente, esta nacionalidad se ha interpuesto entre Sabalenka y la gloria en las tres grandes finales de este curso. En enero perdió contra Madison Keys, en junio ante Coco Gauff y ahora frente a Anisimova. No obstante, si se retrocede hasta septiembre, en Nueva York, la bielorrusa sí pudo imponerse a Jessica Pegula para alzar su tercer major.
Por otra parte, el español Marcel Granollers y el argentino Horacio Zeballos, campeones hace un mes en Roland Garros, no pudieron en las semifinales con la pareja británica formada por Julian Cash y Lloyd Glasspool. El español (39 años) y el argentino (40), cuartos cabezas de serie del torneo, cedieron frente a los quintos por 6-3 y 6-4, tras 1h 04m.
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