El maestro Christian Gray o el gol imposible a Boca Juniors
El profesor de educación física en Nueva Zelanda, y futbolista en sus ratos libres, ayudó a que su equipo empatara contra el histórico club de Argentina en el Mundial de Clubes

El Auckland Grammar School, una institución educativa para varones de 13 a 18 años, tiene un orgullo muy bien ganado en Nueva Zelanda: es el colegio que produce la mayor cantidad de rugbiers del país. Fundado en 1869, sus aulas y campos de entrenamiento contribuyeron a la formación de al menos cincuenta All Blacks, una de las mejores selecciones de cualquier deporte en la historia. Entre sus egresados también se destaca Edmund Hillary, el primer montañista en escalar el monte Everest, en 1953.


Desde este martes, además, el Auckland Grammar School puede presumir de que uno de sus actuales profesores, Christian Gray, convirtió un gol histórico para Nueva Zelanda, algo parecido al Everest para el fútbol de su país, el del 1-1 con el que el Auckland City le arañó un empate a una grotesca versión de Boca Juniors en la despedida de ambos equipos por el grupo C del Mundial de Clubes, en Nashville. El único equipo semi amateur de la competencia había sido arrasado 10-0 ante Bayern Múnich y 6-0 con Benfica, finalmente los dos clasificados a octavos de final.
Gray, que dicta educación física y en la lista de profesores en la web de la institución figura alfabéticamente por debajo de los maestros de matemática -Aiofe Butler- y de física -Tim Davenport-, debió pedir licencia en el colegio para acudir al Mundial. El Auckland City, que ganó las últimas cuatro ediciones de la Liga de Campeones de Oceanía, está conformado por futbolistas que se entrenan solo dos veces a la semana y únicamente cobran viáticos, por lo que viven de otros trabajos. En el plantel hay, además de profesores, ingenieros viales, empleados públicos, peluqueros y vendedores de teléfonos celulares, entre otras profesiones.
Incluso uno de los arqueros suplentes, el uruguayo Sebastián Ciganda, reconoció su incertidumbre laboral cuando deba regresar a la capital neozelandesa en los próximos días, luego de su aventura en Estados Unidos. “Soy limpiador de piletas (piscinas) y jacuzzis. Me pedí vacaciones en el trabajo o, si no, debía renunciar. No cobré ni un dólar por estos días que estuvimos en Estados Unidos. Ahora veré con mi jefe cuando vuelva”, contó Ciganda, que además reveló que los jugadores resolvieron que dividirán en partes iguales, entre el staff y el plantel, el premio de un millón de dólares que les pagará la FIFA por el empate.
“Estoy sin palabras. Es surrealista, todavía no lo asimilo. Obviamente es el gol más importante de mi carrera”, dijo Gray, de 28 años, cuyo padre, Rodger, jugó 39 partidos para la selección de Nueva Zelanda entre 1989 y 1997. Hasta ahora, el gol más trascendente del defensor central del Auckland City, con pasado en clubes tan ignotos -y siempre amateurs- como Eastern Suburbs y Waitakere United, había sido el del 4-0 final ante Pirae, de Tahití, en la final de la Liga de Campeones de Oceanía 2024. En la semifinal, su equipo había derrotado al As Magenta, de Nueva Caledonia, el ecosistema de un fútbol sin tribunas desde que el Auckland City viajó al Mundial de Clubes y se estrelló en la primera fecha contra el Bayern Múnich.
Al resultado más ridículo de la historia de Boca, que había dejado una buena impresión en el 2-2 ante Benfica y la derrota 1-2 ante Bayern Munich, no lo salvó ni el debut en el Mundial de Clubes de su jugador con más cartel, el uruguayo Edinson Cavani, lejos del gol y con desconcertantes declaraciones luego del 1-1. “No creo que haya sido tan decepcionante. Cuando meten diez jugadores atrás no es fácil poder entrarle”, dijo el delantero sobre el equipo semi amateur que había recibido 16 goles en dos partidos.
Para acceder a los octavos de final, Boca debía esperar un triunfo de Bayern Múnich ante Benfica y golear por al menos seis goles a los neozelandeses, pero no sucedió ninguna de las dos variables: los portugueses vencieron 1-0 a los alemanes y terminaron primeros del grupo E, mientras que los argentinos ni siquiera consiguieron su primer triunfo. Boca se puso en ventaja a los 26 minutos, aunque ni siquiera con un gol convertido por uno de sus jugadores sino por el arquero neozelandés, Nathan Garrow, en contra. Entre los 82 centros en vano que lanzó Boca, llegó el empate atemporal de Gray a los 7 minutos del complemento.
River, por el honor de Argentina
El restante equipo argentino, River, se jugará su clasificación este miércoles ante Inter, de Italia, por el grupo E. Ambos tienen cuatro puntos y compiten contra el Monterrey, que suma dos unidades y enfrentará al Urawa Red Diamonds de Japón, ya eliminado. Puede haber un triple empate con 5 puntos. En todo caso, la diferencia entre el fútbol de clubes argentino y brasileño se hizo más grande este martes, con el primer puesto asegurado por el Flamengo en el grupo D, tras su empate 1-1 con Los Angeles Football Club. En el segundo lugar quedó el Chelsea, que venció 3-0 al Esperance de Túnez.
Por los octavos de final, ya quedaron definidos los cuatro partidos del fin de semana: el sábado Palmeiras-Botafogo y Benfica-Chelsea, y el domingo PSG-Inter Miami y Flamengo-Bayern. No estará, claro, el Auckland City, pero el gol de Gray se pareció mucho a una cumbre simbólica en el Mundial de Clubes.
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