El Villarreal se despide de la Copa en El Sardinero
Dos goles de Arana, delantero del Racing, desquician al tercer clasificado de la Liga, que queda fuera de los cuartos junto con el Levante, el Sevilla y el Celta


Pépé y Altimira le cerraron la puerta. Pero era una puerta abatible. Mario García se les metió en la cocina y entregó la pelota a Juan Carlos Arana en el fogón. En medio del área, el fornido jugador de Las Palmas, joven con cresta de gallo, delantero del Racing, recibió el balón con toda la convicción. De espaldas a la portería. Como si tuviera plomo en los pies y muelles en las suelas de las botas. Un impulso con derecha para engañar a Foyth, otro con la izquierda para recortar con un latigazo de cintura, y otra vez un punterazo de izquierda para superar a Arnau Tenas. Golazo. 1-0 en el marcador y malas vibraciones para un Villarreal que procesó mal el contratiempo y ya nunca se recuperó.
El equipo de La Plana quedó eliminado de la Copa este miércoles en los octavos de final, del mismo modo que una hora antes la Cultural Leonesa eliminó al Levante (1-0) y una hora después cayó el Celta en los penaltis (2-2) en Albacete. Tres equipos de Segunda dejaron en el camino a tres Primeras. El principio de categoría solo se impuso en Talavera, donde el Madrid ganó por 2-3, en Palma de Mallorca, donde ganó el Atlético 2-3, y en Huesca, después de que Osasuna remontara el 1-0 hasta el 2-4.
A este Villarreal prometedor, pero joven y en formación, se le da mal cumplir con la continuidad y sobrellevar la tensión y la frustración. Brilla en la Liga porque las bondades de un campeonato nacional devaluado le permiten tardes de aprendizaje que la Champions, incluso en Pafos, no concede. La Copa tampoco. La mística del Sardinero, lleno a rebosar, inflamado ante la pujanza de su equipo, líder de Segunda División, fue un círculo mágico de fuerza moral. Malo para los visitantes. Excelente para los jugadores del Racing, que disputaron cada metro con el alma. Los del Villarreal sufrieron para iniciar las jugadas ante las oleadas de presión que les preparó el adversario. El drama se agravó por la bisoñez de Carlos Maciá. El joven mediocentro del B, de 17 años, fue pareja de Comesaña. Entre los dos debieron sostener el peso de la construcción de las jugadas en el inicio y de la protección de sus centrales. En situaciones complicadas, el peso se hizo insoportable. Por detrás, Foyth no tuvo su noche más lúcida. Por delante faltaron atacantes con capacidad de sacrificio, generosidad y valor para ofrecerse. Demasiados obstáculos para el Villarreal.
Tampoco tuvo suerte el Villarreal. Si Mikautadze hubiera metido el tiro en el minuto dos, después de una muy buena acción de Moleiro, el partido habría seguido un curso hacia las antípodas. Lo mismo en el minuto cinco, cuando el disparo del georgiano fue a las manos de Plamen Andreev. Pero se defendió bien el Racing y el correr de los minutos, con más brega que fluidez en la circulación, desconectó a Mikautadze lo mismo que a Pépé.
El 1-0 de Arana activó la alarma en el banquillo de Marcelino. El 2-0 sembró el campo visitante de caras de funeral. Ocurrió a la salida de un saque de banda a favor del Villarreal. Foyth cometió la imprudencia de darle un balón al joven Maciá, que controló mal y facilitó la presión de Aldasoro. El mediocampista punteó la pelota y Arana remató de zurda, de primera, cruzado y a media altura, sin que el portero pudiera reaccionar.
El batifondo de combate de la segunda mitad hundió al Racing en su área y expuso las dificultades del Villarreal para jugar en espacios reducidos, por más que Tani, Buchanan, Pépé y Mikautadze superpoblaran el área. El gol de Ayoze en el minuto 86 hizo más cruel la agonía.
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