El Oviedo regresa del infierno 24 años después y vuelve a Primera

Nadie quiso irse a dormir en Oviedo, que convirtió la noche en día. Resuena la calle Uría, tiemblan las baldosas en la Gascona y se desata Fernando Alonso en uno de los palcos del Tartiere. Después de 24 años en infiernos de diversos grados, algunos casi insoportables, su equipo es otra vez de Primera.

OVIOviedo

3

Aarón Escandell, Nacho Vidal (Lucas Ahijado, min. 81), David Costas, Dani Calvo, Rahim Alhassane, Santiago Colombatto (Francisco Portillo, min. 81), Haissem Hassan (Oier Luengo, min. 76), Santi Cazorla (César de la Hoz, min. 71), Ilyas Chaira (Paulino de la Fuente, min. 95), Kwasi Sibo y Federico Viñas (Alemão, min. 71)

MRDMirandés

1

Raúl Fernández, Unai Egiluz, Victor Parada (Ander Martín, min. 104), Hugo Rincón, Pablo Tomeo (Tachi, min. 114), Iker Benito (Carlo García, min. 104), Alberto Reina (Álex Calvo, min. 104), Jon Gorrotxategi, Mathis Lachuer (Joel Roca, min. 90), Urko Izeta (Adrián Butzke, min. 95) y Joaquín Panichelli

Goles 0-1 min. 15: Joaquín Panichelli. 1-1 min. 38: Cazorla. 2-1 min. 51: Ilyas Chaira. 3-1 min. 102: Portillo

Arbitro Miguel Sesma Espinosa

Tarjetas amarillas Federico Viñas (min. 48), Alberto Reina (min. 84), Mathis Lachuer (min. 93), Jon Gorrotxategi (min. 105), César De la Hoz (min. 116)

Tarjetas rojas Postigo (min. 73), Unai Egiluz (min. 118), Costas (min. 118)

Dos horas antes del partido una ligera neblina azul se extendía sobre el césped del Carlos Tartiere mientras los jugadores del Mirandés paseaban tranquilos por la hierba. Era el humo de las bengalas que recibían al Real Oviedo que descendía lentamente hacia el estadio, como sin prisas, para que los futbolistas se empapasen del fervor de sus incondicionales.

Las gradas se fueron llenando, tocó la banda de gaiteros el himno de Asturias, subió la temperatura; cantó a capela la grada el Volveremos de Melendi, el ambiente llegó a su punto de sublimación, el Oviedo compareció decidido, con Cazorla en el once, pero se adelantó el Mirandés. Un clásico de la eliminatoria. Como en el partido de ida, la primera acción de ataque del equipo burgalés acabó en el fondo de la portería de Escandell.

Fue más tarde, al cuarto de hora, pero los rojinegros exhibieron un contragolpe brutal. Al primer toque, desde su campo, la pelota acabó en los pies de Iker Benito y otra vez un centro suyo acabó en un remate de cabeza, esta vez de Panichelli, para dar más ventaja al Mirandés y rebajar el suflé carballón. Todavía olía a la pólvora de los cohetes del recibimiento y el ascenso se le ponía más crudo al Oviedo.

Reaccionó como pudo al golpe; Cazorla trató de darle sentido al juego azul, aunque el equipo visitante seguía inquietando en cada llegada. La primera vez que el Oviedo sembró el pánico en el área de Raúl Fernández fue a los 26 minutos, cuando Colombatto se lo guisó y se lo comió en el área, con un taconazo primero y un intento de remate después. Suspiró la grada del Tartiere ante la ocasión que pudo ser y no fue, pero siguió empujando a su equipo, y bramó cuando en un saque de esquina, el balón golpeó en el brazo abierto de Reina y el penalti lo transformó Santi Cazorla para poner la igualada en el marcador.

Le quedaba al Oviedo toda la segunda parte para equilibrar el resultado global y salió al campo con menos prisas, con más pausa. Se dieron cuenta, tal vez, de que el exceso de revoluciones les convenía poco o nada para tratar de cambiar las cosas. Y les salió bien. Apareció Hassan como un cuchillo por la derecha, se metió hacia el centro y su disparo golpeó en el rostro de Tomeo, que quedó conmocionado en el suelo, aunque la jugada siguió, y en el regreso del balón al área, le llegó a Ilyas Chaira, que se la acomodó antes de fusilar a Raúl y poner, por primera vez, en ventaja a su equipo.

Apretó el Mirandés lo que pudo, aunque Alessio Lisci, su técnico, no hizo ningún cambio hasta que comenzó la prórroga, y llevó el peso del partido desde entonces. El Oviedo puso a Alemao en el campo para aprovechar su peso específico en el ataque, pero tampoco resolvió nada en los escasos contragolpes locales, así que el partido se marchó a la prolongación, en la que los burgaleses necesitaban marcar para conseguir el ascenso.

Se replegó el Oviedo y ya nadie conseguía mantenerse quieto en su asiento, hasta que llegó Portillo, el 10 a la espalda, que recibió en el área, se dio la vuelta y fusiló a Raúl por la escuadra. El éxtasis. “¡Que sí, joder, que vamos a ascender!”, corearon las tribunas, gritó Oviedo al unísono mientras temblaban las cristaleras de todos los edificios.