España-Inglaterra: el momento cumbre
La oportunidad de ganar la Eurocopa es única para que la administración asuma la misma presión que gestionan las jugadoras


Inglaterra-España: la final de la Eurocopa 2025 es la misma que la del Mundial 2023. Las dos selecciones compiten por capitalizar el momento cumbre del fútbol femenino por el aumento de las licencias, el crecimiento de las audiencias y la expectación que ha despertado el torneo que se disputa en Suiza. El mérito de España es enorme si se tiene en cuenta el punto de partida, la trayectoria y los medios en comparación con Inglaterra o Alemania. Ha dado un salto de calidad mayúsculo en muy poco tiempo por el impulso de una generación de futbolistas única, la mayoría vinculadas al Barça, un club finalista de las últimas cinco ediciones de la Champions y campeón en tres: 2021, 2023 y 2024.
Las protagonistas han sido las futbolistas, su espíritu de equipo y también su calidad individual, expresada sobre todo en Alexia Putellas y Aitana Bonmatí, doble ganadora del Balón de Oro y aspirantes al galardón en 2025. Agarradas a la bandera del juego, sabían que necesitaban ganar cada partido para ser escuchadas, para mover las caducas estructuras federativas, para avanzar en la mejora de medios y ser más profesionales, para no ser consideradas como unas caprichosas en el apogeo del feminismo y que su pelea por la dignidad tuviera pleno sentido, para ser la referencia de las muchas niñas que hoy ya se sienten representadas por jugadoras como Vicky López.
El desafío es que no haya marcha atrás en un proceso que, por tanto, agradecería el triunfo en Basilea para cerrar el círculo victorioso: Mundial, Liga de las Naciones y Eurocopa. Nada mejor que exhibir un título mayor en plena armonía después que de Rubiales quisiera capitalizar la Copa del Mundo en Sídney. Las jugadoras han demostrado desde entonces que sus reivindicaciones tenían tanto sentido como sus aspiraciones de ser equiparadas futbolísticamente con la selección masculina, campeona del mundo y dos veces de Europa. La selección femenina quiere ser también por vez primera campeona continental después de un campeonato inmaculado que incluye una estupenda victoria ante Alemania.
España ha asumido sin reservas la condición de favorita, refrendada tanto por las estadísticas como por las sensaciones, consciente al mismo tiempo de la fortaleza de Inglaterra. Tiene un estilo muy definido por las internacionales azulgranas, especialmente por Patri Guijarro, y dispone además de recursos excelentes como los goles de Esther González, las intervenciones de Athenea del Castillo y las irrupciones de Olga Carmona. El mestizaje favorece la diversidad y al tiempo abona la unión por la fe en la propuesta futbolística que deberá incidir en la velocidad de la pelota, en los desmarques y rupturas, para no ser previsible y complicar el antídoto que pueda preparar la experta Wiegman.
A pesar de su condición de invicta, la selección española puede perder contra Inglaterra. Las actuales campeonas rentabilizaron muy bien el título alcanzado en 2022. Ha habido mucha más inversión y exposición para que el fútbol femenino creciera a nivel institucional, comercial y social en Inglaterra. El producto funciona en una Liga mucho más competitiva, mejor organizada y promocionada que la española, capaz de seducir a estrellas como Mariona Caldentey, elegida como la mejor jugadora de la WSL. La visibilidad no solo depende del juego sino del horario del partido, del ambiente, de las infraestructuras y de la televisión, como se ha visto con La1.
La emoción ya está garantizada; ahora se trata de generar dinero, una circunstancia condicionada por cuánto ocurre fuera del campo porque la calidad de la selección es tan incuestionable como poco disputada resulta la Liga, monopolizada por el Barcelona, derrotado precisamente por el Arsenal en la final de la Champions 2025. Muchos clubes, así como varios estamentos, fueron insensibles al éxito del Mundial 2023. Ahora se trataría por tanto de que no desaprovecharan el impacto de la Eurocopa con independencia del resultado de la final de Basilea. La mayor recompensa que puede tener la actual selección es trascender y no responder exclusivamente a un grupo de elegidas que triunfaron en un tiempo muy determinado ante el asombro de Europa.
El recorrido y el impacto de la Eurocopa parecen ser signos de madurez frente a la novedad del Mundial. La oportunidad, por tanto, es única para que la administración asuma la misma presión que sienten y gestionan las jugadoras de la selección antes de la cita contra Inglaterra. Quizá sea un momento decisivo para la hegemonía del fútbol jugado por mujeres y especialmente en España.
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