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Blogs / Deportes
El Montañista
Coordinado por Óscar Gogorza

Doce largos años de espera para escalar el Nanga Parbat por la ruta Schell: David Goettler no cree en el alpinismo de consumo

El guía alemán logra su propósito en “la montaña maldita” al quinto intento, en compañía de dos esquiadores extremos, quienes firman el primer descenso con tablas desde la misma cima

Goettler, Duperier y Langestein en la cima del Nanga Parbat
Óscar Gogorza

La incredulidad y cierto estupor hipóxico dieron paso, poco a poco, a un nudo de emoción en el estómago, anticipo de una felicidad incontenible: ahí estaba, tras doce largos años de intentos, en la cima del Nanga Parbat (8.125 m). Ocurrió, finalmente, el pasado 24 de junio. David Goettler, alpinista alemán afincado en Cantabria desde hace años, pero aún atascado con el castellano, llegó a creer que su sueño de escalar en estilo alpino la conocida como “montaña de los alemanes” o “montaña asesina” o “maldita” por una ruta distinta de la original se le escaparía como arena entre los dedos. Pero no. Y de su larga experiencia de intentos y frustraciones extrae una moraleja: el alpinismo no es un asunto de consumo rápido. No es una moda. Exige un fuerte compromiso.

“Durante 12 años he soñado con escalar la ruta Schell al Nanga Parbat, en la vertiente Rupal de la montaña (la pared más imponente del Himalaya con 4.400 metros de desnivel), sin saber si sería capaz de hacerlo”, explica al teléfono. “Pero a veces es preciso tirar de paciencia, invertir años en la tarea, soñar agarrándose solo a la esperanza de que quizá, solo quizá, el sueño se haga realidad. Ahora, tras cinco intentos, puedo decir que todo ha merecido mucho la pena”.

Goettler se ha encordado con la élite del alpinismo mundial, pero no siempre para bien. En 2016 se ató a Ueli Steck y juntos se midieron en estilo alpino a la cara sur del Shishapangma para abortar su intento debido al mal tiempo. Un año después, junto a Hervé Barmassé, la misma cumbre se les escapó… por cinco metros. Fue una victoria pese a todo: la cima no merecía la pena debido al evidente riesgo de aludes. En 2023, Goettler sumó su experiencia a la fortaleza alucinante del francés Benjamin Védrines, pero el día de cumbre el alemán, enfermo, tuvo que renunciar. Acompañado por Védrines, el descenso resultó una tortura psicológica. Se trataba del tercer intento fallido tras sendas aproximaciones invernales en 2014, junto a Simone Moro, y en 2022, con Barmassé. Todavía habría una cuarta: en 2024, de la mano de Mike Arnorld.

David Goettler sobrevolando el Nanga Parbat.

El año pasado, en este escenario, conoció a la francesa Tiphaine Duperier y a su compañero también galo Boris Langestein: ambos soñaban con esquiar el Nanga Parbat desde la cima, algo jamás realizado y mucho menos por la vertiente Rupal. Juntos, los tres han logrado cristalizar sus respectivos sueños. Sin esquís, Goettler despegó con su parapente desde la cota de los 7.700 metros. Media hora después estaba en el campo base. A lo largo de los años, ha aprendido a ubicarse en el mundo de la élite del himalayismo, a saber qué quiere y qué no merece la pena: “No deseo batir récords. No quiero ser más rápido que otros que me precedieron. No espero alcanzar ni la fama ni el dinero. Sencillamente, solo deseo alcanzar la mejor versión posible de mí mismo como alpinista, mejorar a través del entrenamiento científico y riguroso, progresar y sentir que el tiempo y el esfuerzo constante me permiten avanzar. Tener sueños que me concedan la suficiente alegría y satisfacción para motivarme, entrenar más duro, sufrir un poco más y disfrutar de mi transformación”.

La ruta Schell al Nanga Parbat solo había sido escalada siete veces desde su apertura en 1976 a cargo de un equipo austriaco liderado por el visionario Hans Schell y completado por Hil Sturm, Siegfried Gimpel y Robert Schauer. La ruta obliga a sortear un desnivel brutal y pasa de la vertiente Rupal a la vertiente Diamir, donde es preciso afrontar una interminable travesía hasta la cima. Tanto que durante su apertura los austriacos tuvieron que vivaquear dos veces en la zona de la muerte: a 7.800 y 8.020 metros. Ahora, Goettler, Duperier y Langestein llevaban una minúscula tienda para tres, una cuerda de 50 metros, gas y comida y material de autoprotección para volar en la parte superior de la ruta y formar una ascensión en estilo alpino sin ayudas, oxígeno embotellado o cuerdas fijas.

Tiphaine Duperier se ha convertido en la segunda mujer en completar la ruta, tras la eslovena Marija Frantar, en 1990. Un año después, la brillante alpinista fallecería en el Kangchenjunga. “Si queríamos esquiar debíamos avanzar con mucha rapidez”, reconoce Duperier. La jornada de cima fue eterna: el trío arrancó desde la cota de los 7.400 metros de madrugada y tras pasar por la cima, la pareja francesa esquió mientras el alemán caminaba. Se reunieron a 7.700 metros, desplegaron el parapente de Goettler, y a las 18.00 este despegó: “un momento mágico, bello”, define Duperier. Los esquiadores pasaron la noche ahí mismo y al día siguiente dibujaron sus giros casi hasta la base de la montaña. Tan fácil de explicar, tan difícil de realizar.

“Creo que es el momento culminante de mi carrera”, reconoce Goettler, del equipo The North Face, quien considera necesario que sean los propios actores del alpinismo los que expliquen y pongan en contexto la importancia de sus logros: “no existe el buen estilo o el mal estilo siempre que existan reglas básicas de honestidad y respeto hacia nuestros semejantes y hacia el medio ambiente. Después, la pureza o la calidad de las ascensiones han de ser definidas por los propios alpinistas. Por ejemplo, los ultra puristas podrán decir que nuestra ascensión no ha sido en perfecto estilo alpino porque días antes de meternos en la pared ascendimos hasta los 6.000 metros, vimos las condiciones de la montaña y dejamos un pequeño depósito de material. Pero yo no tengo duda de que hemos escalado como si estuviéramos en los Alpes”.

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Sobre la firma

Óscar Gogorza
Periodista especializado en actividades de montaña y escalada, escribe para EL PAÍS desde 1998. Coordina el blog 'El Montañista'. Dirigió la revista' CampoBase' durante una década y es guía de alta montaña UIAGM.

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