Así es enfrentarse a un equipo israelí en Europa: “El partido no dura dos horas, sino un mes”
Diego Ocampo, técnico del Baxi Manresa, explica a EL PAÍS la insólita burbuja en la que su equipo afrontó la visita del Hapoel Jerusalén. Los Mossos redujeron a cerca de un millar de protestantes


Aún faltaban horas para que el Baxi Manresa disputara como local su segundo partido de la temporada en la Eurocup, la segunda competición del baloncesto continental, y Diego Ocampo, técnico del cuadro catalán, ingeniaba soluciones en las tripas del Nou Congost para mantener activa la mente de sus jugadores, presentes ya en los vestuarios a más de tres horas del pitido inicial. No es normal, apunta el entrenador orensano, llegar con semejante antelación a ningún pabellón en el baloncesto de élite. La excepcionalidad se entiende al tomar perspectiva más allá del plano deportivo y comprobar el nombre del rival, el Hapoel Jerusalén israelí, controlado por la familia Adelson, muy cercana al gobierno de Benjamin Netanyahu y contraria al reconocimiento del Estado palestino.
Así, desde primera hora de la mañana del miércoles, día del encuentro, cerca de un millar de protestantes trataron de bloquear los accesos al Nou Congost al grito de “Europa patrocina, Israel asesina”. El dispositivo de seguridad desplegado para la ocasión era bestial: cientos de Mossos d’Esquadra acordonaban el recinto y, en colaboración con la policía local de Manresa, controlaban cada rincón de la ciudad, de unos 80.000 habitantes. Mientras, los integrantes del Baxi Manresa, jugadores, técnicos y demás empleados del club, sobrellevaban la incertidumbre encerrados en un hotel sitiado por los Mossos. El Hapoel Jerusalén, por su parte, apuraba las horas previas en un hotel de Barcelona bajo fuertes medidas de seguridad.
“Tengo la sensación de que este partido no ha durado dos horas, como es habitual, sino más bien un mes entero”, confiesa a este periódico Ocampo, técnico del club manresano desde 2024. “Más allá de la tensión mediática que se había generado, llegado el día del partido todo era diferente a lo que estábamos acostumbrados. El partido era a las 20.45 y salimos hacia el pabellón a las cinco de la tarde. En lugar de hacerlo en autobús o en nuestros propios vehículos, lo hicimos en furgonetas, de incógnito y protegidos en todo momento por los Mossos. Teníamos que coincidir, además, con la llegada al pabellón del equipo rival, porque las autoridades querían reducir el riesgo al máximo. Al final, todo era muy extraño. Los Mossos te van explicando todo, pero tú como entrenador intentas no contarle mucho a los jugadores”.
Llegados al Nou Congost, y habida cuenta del tiempo que aún restaba para el comienzo del encuentro, Ocampo organizó una merienda con sus jugadores en el vestuario. “Estábamos como en una burbuja, porque ya no es que el partido se fuera a jugar a puerta cerrada, sin público, sino que todos los anexos al pabellón estaban bloqueados”, reconoce. “Era como revivir las sensaciones del covid”.

Lejos de afrontar la situación con temor o preocupación, los jugadores del cuadro catalán se conjuraron para asumir la excepción como un reto. “Creo que les sirvió como motivación, porque les vi hasta más activados que de costumbre, con una mirada especial”, apunta Ocampo. “Al final, nosotros les intentábamos explicar que todo lo que veían, toda esa policía en el hotel, en las calles y en el pabellón, era una simple medida de mera prevención, nada más. No teníamos que sentir ningún miedo”.
El mensaje caló en el grupo y, sin público, el Baxi Manresa tumbó al gigante israelí (101-94). “La gente no es del todo consciente, pero dos jugadores del Hapoel Jerusalén equivalen a todo nuestro presupuesto. Ganar a un equipo tan poderoso, sin nuestra afición y después de un día tan largo y tan lento, fue una satisfacción inmensa, especialmente por nuestros aficionados”, indica el técnico antes de valorar la “clara desventaja” que supone jugar a puerta cerrada ante los equipos israelíes. “Ellos están acostumbrados. Juegan sus partidos como local en Bulgaria o en Serbia, con pabellones prácticamente vacíos. Nosotros, en cambio, siempre jugamos con nuestra gente, y eso es algo que, quieras o no, desvirtúa un poco la competición”.
Como ya sucediera en la Vuelta ciclista a España, el evento deportivo en el que se desató el efecto protesta ante el genocidio israelí en la franja de Gaza, los protagonistas miran hacia arriba para exigir soluciones. “Yo tengo mi opinión [sobre la participación de los equipos israelíes en competiciones europeas] y creo que es una obviedad, pero no soy quien debe decidir. Eso le corresponde a las instituciones pertinentes, que no solo deben hacerlo, sino que deben hacerlo a tiempo”, resume el técnico gallego. “Nosotros, los ciudadanos de a pie, no estamos al margen de lo que sucede en el mundo, y ciertamente sí que incomoda un poco tener que jugar partidos como este. Si las instituciones no toman decisiones, los clubes nos quedamos solos”.
El Manresa de Ocampo, un equipo impulsado por un estudio matemático
Con todo, Ocampo lideró a los suyos bajo el impropio eco de un Nou Congost vacío para doblegar al Hapoel Jerusalén en la tercera jornada de la liga regular de la Eurocup. Desde su llegada al banquillo manresano, el de Orense ha reforzado la identidad del club con un juego rápido, atractivo y de mucha anotación, al estilo del Valencia Basket, pero con un presupuesto muy inferior. “Lo basamos todo en un estudio estadístico, en puras matemáticas”, concluye Ocampo. “No jugamos así por amor o por culto a la belleza del juego, sino porque creemos que es el estilo que más nos acerca a ser competitivos. Sabemos que si tiramos en los primeros siete segundos de posesión, nuestra eficacia se dispara, y según avanza la posesión, nuestro acierto cae en picado. Nuestro juego se basa en eso: cuanto antes recuperemos el balón para poder tirar, mejor. Si lo hacemos en los primeros siete segundos, vamos a tener un buen porcentaje y, por tanto, vamos a estar más cerca de la victoria. Al final, somos un club con pocos recursos económicos, pero con este tipo de cosas intentamos hacerlo lo mejor posible sin llorar demasiado por nuestra situación”.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
