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Tres años de sanción por dopaje para Ruth Chepngetich, la plusmarquista mundial de maratón

La atleta keniana, única mujer que ha bajado de 2h 10m, dio positivo por un diurético seis semanas antes de la prueba de Londres

Ruth Chepngetich
Carlos Arribas

Cuando, el 13 de octubre de 2024, junto al lago de Chicago, la atleta keniana Ruth Chepngetich, de 30 años, corrió un maratón en 2h 9m 56s, el mundo se dividió en dos bandos. Una minoría ingenua abrió la boca admirada y elaboró teorías de entrenamiento, nutrición, tecnología, que explicaban que una mujer pudiera correr 42,195 kilómetros en un tiempo que no muchos hombres, grandes atletas, son capaces de alcanzar. La gran mayoría abrió la boca en señal de indignación, asco e incredulidad. Era un récord del mundo alucinante, casi cinco minutos inferior a su anterior mejor marca, dos minutos mejor que el récord vigente hasta entonces.

Los responsables de la Unidad de Integridad del Atletismo(AIU), el brazo antidopaje del atletismo mundial, sin abrir la boca, se alineaban claramente con la gran mayoría. No hablaban, trabajaban. Chepngetich, una del centenar de atletas representados por el italiano Federico Rosa, era una figura importante en sus preocupaciones, un gran bulto en su radar, desde hacía meses. En 2014 la habían sometido ya a 14 controles antidopaje fuera de competición y a cuatro en competición. Después de su récord, el acoso se intensificó inteligentemente. Cuando la keniana anunció que participaría en el maratón de Londres, que se celebraría el 27 de abril, los responsables de la AIU trazaron un plan que no podía fallar. En solo cuatro semanas de marzo de 2025, Chepngetich fue sometida a seis controles de todo tipo, de orina, de sangre, de pasaporte biológico. 28 de febrero, seis de marzo, nueve de marzo, 14 de marzo, 19 de marzo. 26 de marzo. Uno de ellos, finalmente, el del 14 de marzo, les permitió gritar bingo. El 3 de abril, el laboratorio de Lausana les envió la buena nueva. En la orina de la maratoniana voladora se había hallado hidroclorotiazida (HCTZ) en muy alta concentración (3.800 nanogramos por mililitro). La HCTZ no es un producto dopante en sí, sino un diurético que al acelerar la eliminación de líquidos le permitía borrar de su organismo los metabolitos de anabolizantes y otras sustancias prohibidas a toda velocidad.

Unos días antes del maratón de Londres, la atleta anunció públicamente que no lo disputaría al haberse lesionado mientras se entrenaba cerca de su domicilio en Ngong. Para entonces ya había aceptado privadamente una suspensión provisional durante la tramitación de su expediente, que se alargó cinco meses.

Durante varios interrogatorios, Chepngetich declaró que no sabía cómo había acabado el diurético en su cuerpo, que ella nunca se habría dopado. La atleta había entregado su móvil y su ordenador portátil a los investigadores, que, hurgando entre sus fotos y en las huellas de su WhatsApp, hallaron capturas de mensajes con fotos de frascos de anabolizantes, preguntas sobre cómo tomarlos, textos de unos misteriosos desconocidos que le hablaban de “programas” y otros datos sospechosos. Ella habló de que eran mensajes que le habían llegado por error, que no eran para ella, que no sabía nada.

El 31 de julio incluso encontró una explicación para su positivo: el 12 de marzo se sintió mal y su sirvienta le dijo que ella había tenido los mismos síntomas, y que un farmacéutico le había dado unas pastillas que le habían ido muy bien. Eran de HCTZ. Chepngetich se tomó una y eso es lo que pasó. La explicación, más que exonerarla, la condenó. “Tenemos reservas sobre su credibilidad”, le dijeron. “Esto parece más bien una explicación post facto para intentar que no sigamos investigando el material hallado en tu teléfono. De todas formas, aunque te creamos esto no te vale de nada. La conducta que has descrito es de una gran imprudencia y nos vale para considerar que te has dopado intencionadamente, aunque de una forma indirecta”.

En septiembre pasado, la AIU llegó a la conclusión de que se trataba de un dopaje voluntario y, por lo tanto, merecedor de una suspensión de cuatro años, que han dejado en tres (hasta el 18 de abril de 2028) dado que la atleta aceptó rápidamente la sanción. El récord increíble sigue sin embargo vigente al haber sido conseguido antes de dar positivo, aunque las sospechas sobre su legalidad crecen dado que en uno de los 14 análisis de 2024 el laboratorio había encontrado una mínima huela de HCTZ, demasiado pequeña como para poder sancionarla. La decisión la hicieron pública este jueves. También informaron de que seguirán investigando su móvil. Chepngetich es una de los dos centenares de atletas kenianos que cumplen en estos momentos una sanción por dopaje.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.
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