La Hidra del fraude digital: parásitos alojados como anuncios en la web
Varios lectores destapan las estafas a las se apuntaba desde los contenidos patrocinados de EL PAÍS


“Es la segunda vez que veo en su web el link a un supuesto artículo de claro clickbait (El escándalo que podría acabar con su carrera, con foto de [David] Broncano) que lleva a ofrecer, con mentiras, un oscuro servicio de inversión, sin duda una estafa”, escribió en julio el lector Mariano Baselga. En septiembre, Antonio Otero denunció que un anuncio de un soldador láser, también en elpais.com, apuntaba a una página que simulaba ser de un conocido supermercado. “Creo que de alguna forma deberían avisar a los lectores para no ser estafados como lo he sido yo”, agrega. “Es muy fácil caer en esta trampa”. Ya en octubre, Lola Miguel y Jesús Mejías Estepa han alertado de nuevos “contenidos patrocinados fraudulentos” que llevan a falsas cabeceras de otros medios para promocionar ganancias rápidas.
La eclosión de chiringuitos financieros gracias a la tecnología se ha multiplicado por ocho en los últimos años en España: la Comisión Nacional del Mercado de Valores pasó de 63 advertencias en 2018 a 522 en 2024, según publicó la sección de Economía en agosto. Es preocupante que ahora sea EL PAÍS el que aloje en su web a los estafadores, como han denunciado estos lectores; por eso, resulta necesario explicar lo ocurrido:
Contenidos Patrocinados. Los lectores que navegan sin una suscripción acceden al final de cada noticia a un bloque, bajo el epígrafe de Contenidos Patrocinados, que enlaza con contenido ajeno a EL PAÍS, que gestiona una empresa externa. Se trata de Taboola, una “plataforma tecnológica de recomendación de contenidos y publicidad nativa, que colabora con medios de todo el mundo”, explica Manuel Castro, director del área de Monetización y Negocio Digital de PRISA. Para ello, utiliza algoritmos que analizan el comportamiento y las preferencias de navegación de los lectores para sugerirles artículos o mensajes publicitarios. Por esta mecánica no es posible que EL PAÍS supervise su contenido antes de que se publique, como ocurre con los anuncios de la edición impresa.
Filtros. “En PRISA Media contamos con una doble barrera de control para garantizar la seguridad: exigimos a nuestros proveedores los máximos estándares del mercado y reforzamos esa vigilancia con sistemas propios de prevención”, aclara Castro, quien admite que estos filtros no son infalibles. “La ciberdelincuencia explora constantemente vulnerabilidades y, en ocasiones puntuales, logra su objetivo”, afirma.
Funcionamiento. En la mayoría de los casos detectados en la web del periódico, se trata de anuncios que enlazan con supuestos artículos de un diario de tirada nacional. Usan sin permiso el formato y la cabecera del medio, e incluso la firma de sus periodistas, con el fin de promocionar empresas que prometen alta rentabilidad a cambio de una baja inversión e incluyen instrucciones para darse de alta en el servicio. “Confirmamos que la rentabilidad declarada (3.000-5.000 euros con un depósito mínimo de 250 euros) y otras características (...) son fiables y corresponden a la realidad”, recoge el texto como si un redactor hubiera comprobado las ganancias. Añaden un enlace a otra página que toma los datos del usuario y lo encamina a una pasarela de pago. Allí quienes pican ven pronto cómo se esfuma su dinero.
Bloqueo. El director, Jan Martínez Ahrens, dio la orden de retirar inmediatamente estos anuncios en cuanto tuvo conocimiento de su existencia. Como responsable de la línea editorial, tiene “el derecho de veto sobre todos los originales, incluidos los de publicidad”, según establece el Estatuto de la Redacción de EL PAÍS.
Manuel Castro explica cómo se hizo: “Ante cualquier incidencia, nuestros mecanismos actúan de forma inmediata: desactivamos el contenido afectado, bloqueamos su origen y trasladamos la denuncia correspondiente. Nos tomamos muy en serio cualquier intento de fraude, por muy pequeño que haya sido el impacto”.
La dificultad es que, cada vez que se corta su actividad, estas empresas fraudulentas crean nuevos enlaces, multiplicándose continuamente, como las cabezas de una Hidra. Cambian el formato y el contenido, pero la estafa sigue el mismo modelo. Por esta razón, el área de Negocio Digital del periódico ha reclamado a Taboola que establezca un sistema más sostenido de bloqueo que impida que este tipo de anuncios vuelvan a aparecer. Tras lo ocurrido, se han tomado medidas para que no se expandan por otros bloques publicitarios y se está revisando la calidad de la publicidad de toda la web.
Conclusión. EL PAÍS ha informado en varios artículos de cómo los chiringuitos financieros se han propagado por las redes sociales y ha denunciado ante la policía aquellos casos de los que tiene constancia del uso de su cabecera para dar apariencia de veracidad al fraude. Pero lo ocurrido en su web es la evidencia de que la ciberdelincuencia ha dado un paso más con el fin de parasitar la prensa digital: ahora compra espacios en el periódico para aprovecharse de su prestigio y dar credibilidad a sus engaños valiéndose de su audiencia. Quiero expresar en nombre del periódico la gratitud con los lectores que se tomaron la molestia de alertar de estas prácticas y transmitirles que es una prioridad de EL PAÍS cauterizar esta Hidra.
Para contactar con la defensora puede escribir un correo electrónico a defensora@elpais.es o enviar por WhatsApp un audio de hasta un minuto de duración al número +34 649 362 138 (este teléfono no atiende llamadas).
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