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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

El museo como almacén. Y a la carta

El 31 de mayo el Victoria & Albert inauguró East Storehouse, su nuevo almacén en el este de Londres, en el que la trastienda será la tienda

Vista aérea del Parque Olímpico Queen Elizabeth donde se encuentra el V&A East Storehouse. Fotografía: Jason Hawkes.
Anatxu Zabalbeascoa

Al Este de Londres, el Parque Olímpico Queen Elizabeth se está convirtiendo en el nuevo distrito cultural de la capital. Es, ya, la mayor inversión cultural de la ciudad. En el escenario de las Olimpiadas de 2012 se han instalado de momento los estudios de la BBC y el London College of Fashion. Desde el 31 de mayo, puede también verse buena parte de la colección del V&A, el Museo de artes aplicadas Victoria and Albert. Seguramente también la parte más pintoresca. Y, sin duda, de la manera más curiosa. Veamos por qué.

El Museo debe su nombre a la reina que nombró el estilo victoriano y a su príncipe consorte —el primero de la historia que recibió este nombre— Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, un amante de la música y avezado defensor de la vivienda pública. Tal vez por eso, la colección que hoy atesora el museo es amplia y variopinta. Por eso se trata de en uno de los museos más difíciles de catalogar —y de más abierta mentalidad— del mundo. Fueron los primeros en hacer convivir el arte con las artes, esto es: pintura y artesanía, moda y restos arqueológicos. En realidad, su colección es en sí un gran depósito, un almacén que retrata a muchas sociedades del mundo en diversos tiempos históricos.

Diller Socofidio + Renfro han diseñado el nuevo Victoria and Albert East Storehouse: 16.000 metros cuadrados de almacenes abiertos al público.

Más de medio millón de objetos —de diseños de Balenciaga, Dior o Schiaparelli al vestuario de los ballets rusos, varios trajes de Elton John, camisetas de futbol vintage, espadas samuráis, frescos romanos o, incluso, un fragmento de los Robin Hood Gardens— las viviendas sociales diseñadas por Alison y Peter Smithson que fueron demolidas por votación de sus propios inquilinos— podrán verse en esta nueva sede del museo.

Y eso será solo el principio. Pensado por el estudio neoyorquino Diller Scofidio +Renfro como un almacén visitable, la nueva sede permitirá meterse en la trastienda de las colecciones. Ofrecerá, además, un nuevo servicio, la “experiencia” Order an Objet, hará posible solicitar, contemplar una obra de la colección a la carta de manera individual o colectiva. Más de 100 micro-exposiciones convivirán con las estanterías y a esos objetos de la colección el centro sumará una biblioteca con más de 350.000 volúmenes y 1000 archivos de creadores.

Interior del V&A East Storehouse que abrió sus puertas el 31 de mayo.

Al nuevo invento de Diller, Socifidio+Renfro, este Museo-almacén se unirá, el 13 de septiembre, el David Bowie Center, un lugar con más de 90.000 objetos, relacionados con el cantante, ideado por los diseñadores de IDK. Finalmente, el futuro V&A East Museum está previsto que se inaugure la primavera de 2026.

Así, en esta primera fase, la East Storehouse de Diller, Scofidio +Renfro ocupará 16.000 metros cuadrados en parte de lo que fuera el antiguo Centro de Prensa de las Olimpiadas de 2012. Más allá de reciclar un inmueble, el nuevo almacén reinventará el museo.

El Picasso mayor del mundo, el telón de los Balets Rusos Le Train Bleu, está actualmente expuesto en una de las galerías.

Ni es el caso ni sería la primera vez que un museo fuera casi más importante por su contenedor que por su contenido. Lo que sí sucede en el proyecto de Diller Scofidio + Renfro —autores de The Broad, el Museo de Arte Contemporáneo de Los Ángeles, o del Institute of Contemporary Art de Boston— es que el cómo tiene tanta relevancia que el qué. Cómo se accederá, y conocerán, las obras de las colecciones, es aquí una experiencia nueva. Y las experiencias nuevas en tipologías conocidas son la especialidad de este estudio de arquitectura.

En Londres, el visitante llegará donde se guardan, no donde se exponen las obras. La visita será más cercana, menos museística. En el V&A hablan de transparencia, de “una falta de barreras sin precedentes, de poder acercarse a una colección nacional sin cristales protectores y con una nueva verdad”: la que, ellos aseguran, construye el cambio.

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