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Blogs / Cultura
Del tirador a la ciudad
Coordinado por Anatxu Zabalbeascoa

¿Cómo habría evolucionado Zaha Hadid?

Un nuevo museo en la ciudad china de Shenzhen indica una progresión arquitectónica de su estudio sin abandonar el sello escultórico que caracterizó a la desaparecida proyectista

La arquitectura orgánica del museo contrasta con los bloques de vivienda de la ciudad.
Anatxu Zabalbeascoa

Cuando se cumple casi una década de la muerte de Zaha Hadid, en marzo de 2016, su estudio continúa multiplicando la estela de una proyectista tan única y reconocible como discutida y polémica. ¿Qué indica esa decisión?

En una entrevista publicada en EL PAÍS, su antiguo socio, el alemán Patrik Shumacher, que sustituyó a la arquitecta anglo-iraquí al mando del despacho, explicaba las dificultades —y a la vez la necesidad— de mantener el nombre del estudio vinculado a ella. La familia reclamaba el nombre. La empresa lo precisaba para asociarlo a su reputación. Esa situación podría explicar la dificultad de cambiar también el estilo de un sello arquitectónico.

¿Cómo decidir cuál hubiera sido la evolución natural de una de las proyectistas más audaces del mundo sin poder consultárselo a ella? La respuesta más cauta puede ser también la más pobre. Consiste en evitar esa decisión y perpetuar un lenguaje formal que no parece dialogar con un planeta que, una década después, se hace otras preguntas y tiene prioridades energéticas, climáticas, sociales y urbanísticas distintas. Así, más allá de una fachada espectacular o un volumen icónico, ¿qué queda de los límites que trataba de romper Hadid? ¿Eran solo estéticos? ¿Técnicos? ¿Materiales?

Interior del Museo.

En la última y prolífica década, el estudio de la arquitecta parece haber hecho gala de una decisión: la falta de intención de cambiar. Y esa decisión de aumentar la producción alterando poco la respuesta comporta riesgos.

Es cierto que el nuevo Museo de Ciencia y Tecnología, inaugurado este mes en Shenzhen (China) asume cierta necesidad de cambio. Pero, a la vez, se esfuerza en reivindicar la estética asociada a Hadid. Así, de lejos, el inmueble recuerda el lenguaje escultórico e icónico de la arquitecta y su equipo. Como todos sus proyectos marca el lugar, contrasta con la arquitectura existente, aspira a tener un carácter monumental y se convierte, automáticamente, en un icono.

Exterior del nuevo Museo de Ciencia y Tecnología en Shenzhen, China.

Sin embargo, en esta ocasión, y a diferencia de muchos proyectos anteriores, el edificio escultura se deja abrazar, tímidamente, por la naturaleza. Como si quisiera dialogar. Como balbuceando, entiende que no se puede imponer una presencia tan aislada.

Aquí, la solidez del volumen esférico se retranquea en una serie de terrazas con vistas al parque. Esos exteriores amplían las galerías del museo, el atrio central, y amplifican el espacio público del inmueble ofreciendo vistas sobre la ciudad y acogiendo estrategias de climatización pasivas, que buscan detener el soleamiento, airear el edificio y ahorrar energía en un clima subtropical como el de Shenzhen.

Detalle de la fachada del Museo proyectado por Zaha Hadid Architects.

¿Cuán sostenible puede ser una fachada de acero inoxidable? Los arquitectos explican que paneles de la fachada se ventilan gracias a una cavidad interior. El sistema de panelado incorpora placas fotovoltaicas en la cubierta. Y la tecnología de color INCO controla la oxidación de esos paneles con un sistema de autolimpieza basado en nanotecnología. Esos paneles de acero varían así entre el azul y el gris oscuro porque el color se convierte en una respuesta al soleamiento. Desde el estudio explican que los cambios en la fachada otorgan dinamismo al edificio, pero también responden a cuestiones energéticas y a la ambición de conseguir el certificado energético más difícil de conseguir en China, el Green Builgind Evaluation Standard.

Interior del Museo.

El museo está construido con 389 toneladas de materiales reciclados, recicla las aguas grises y recupera la de lluvia. “El museo quiere ser un destino turístico en un área metropolitana de más de 100 millones de personas”, indican los arquitectos. También explican que buscan cambiar la manera de construir, haciendo iconos energéticamente sostenibles.

Con todo, es lícito preguntarse no si puede cambiar el estudio sino más bien cuánto se puede alterar el sello Hadid hasta que deje de ser Hadid. La marca de la casa maneja curvas y grandes presupuestos. Así, desplegada en el anuncio de otros proyectos futuros —como el complejo de viviendas en la isla Al Marjan de Emiratos Árabes Unidos— fuerza una apertura en terrazas que agujerean las fachadas cerradas tradicionales de Hadid.

Imagen digital creada por el estudio Zaha Hadid del complejo Oystra, en la isla de Al Marjan (Emiratos Árabes Unidos).

El resultado recuerda, eso sí, en caro, las grandes urbanizaciones de la costa española. Los Emiratos confían en aumentar en un 55% su población para 2050. También esperan recibir 3,5 millones de visitantes al año. Estos apartamentos están pensados para ellos. Los firma el estudio de una arquitecta desaparecida, Zaha Hadid, que, abriendo los volúmenes en terrazas, está empezando a desaparecer de su propia marca arquitectónica.

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