‘La Virgen de la leche’, de Artemisia Gentileschi, desvela en Madrid nuevos secretos de la apasionante vida de la gran artista barroca
La Fundación María Cristina Masaveu Peterson expone el óleo adquirido por 565.000 euros en una reciente subasta celebrada en Viena

Otro capítulo de la apasionante vida y el legado de Artemisia Gentileschi, la gran pintora italiana del siglo XVII, se cuenta estos días en Madrid. En la Fundación María Cristina Masaveu Peterson se puede contemplar, hasta el 25 de enero, como un clásico regalo navideño, una de las más bellas versiones de La Virgen de la leche, toda una joya artística que desvela numerosos secretos sobre su autora y la propia historia del cuadro.
El óleo fue realizado en 1609 y adquirido por la fundación en la subasta de Dorotheum en Viena, en octubre de 2024, por 565.000 euros. Sometido a profundos estudios, ofrece numerosas claves sobre Gentileschi, según adelanta Leticia Ruiz, jefa de Colección de Pintura Española del Renacimiento del Museo del Prado. El primer gran descubrimiento cambia la cronología de la obra atribuida a la pintora. Hasta hace poco, se consideraba que su primer cuadro importante era Susana y los viejos, fechada en 1610; pero las radiografías certifican que esta virgen lactante fue realizada entre 1608 y 1609, cuando la autora solo tenía unos 15 años. Es decir, que su gran legado comenzó con esta interpretación, una de las imágenes más bellas del imaginario cristiano, en la que la ternura que provoca la relación entre la madre y su criatura se le suma la tristeza por el inevitable desenlace trágico que tendrá la vida del pequeño.
Ante el óleo expuesto en las paredes de la Masaveu, Ruíz explica que Artemisia Gentileschi realizó al menos cuatro versiones del mismo tema, según ya había dado cuenta el historiador Roberto Contini, el mayor experto mundial en su obra. La belleza de este lienzo, con algunas influencias de su padre, Orazio Gentileschi, debió de ser muy alabado en su entorno y ella lo utilizó como carta de presentación. El cuadro comprado por la Fundación Masaveu Peterson se reconoce como el modelo inicial y se cree que la artista lo cargó con sus pertenencias cuando se trasladó desde Roma a la Toscana.

Las otras versiones conocidas de la Madonna del Latte son la conservada en la Galleria Spada de Roma (fechada en 1610-1611) y otra procedente de las colecciones de los Médicis, actualmente en la Galleria Palatina del Palazzo Pitti de Florencia (entre 1616 y 1618). Las tres ofrecen una iconografía idéntica y composiciones muy parecidas, pero hay pequeñas variaciones que se observan en la pose del Niño Jesús. Las piezas se pudieron comparar con motivo de la exposición monográfica del Museo Maillol de París en 2012, donde se observó que las figuras conservan dimensiones similares en todas las composiciones. La cuarta pieza no ha sido localizada.
Las primeras huellas de la impactante belleza con la que siempre se representó este tema están en las catacumbas romanas de Priscila, aunque su máxima popularidad entre la espiritualidad católica se produjo a partir de la Baja Edad Media. Artistas y grandes museos de todo el mundo tienen en sus colecciones versiones de una escena que arrebató la sensibilidad de pintores como Ambrogio Lorenzetti, Rogier van der Weyden, Leonardo da Vinci, Durero, Hans Memling, Tiziano, Rubens, Francisco de Zurbarán, el Divino Morales o Murillo, entre muchos otros. También fascinó a numerosos escultores, entre ellos, Luisa Roldán, La Roldana, quien esculpió el tema en varias ocasiones.
¿Autorretrato?
Leticia Ruíz recuerda que durante mucho tiempo se creyó que la virgen estaba inspirada en Turcia, una joven criada del padre de la artista, Orazio Gentileschi. El bebé podría ser el hijo de esta mujer. En cambio, Ruíz está convencida de que es un autorretrato: “Ella es famosa muy pronto y se autorretrata con mucha frecuencia. Puede decirse que ya entonces era una de esas personas a las que les pesa la fama. Le ocurren muchas cosas, pero en el momento en el que pinta el cuadro, muy jovencita, prefiere no decir que es ella. El niño podría ser cualquiera de los muchos que tenía en su entorno”.

La reflectografía infrarroja ha revelado algunos cambios compositivos realizados directamente sobre el lienzo, especialmente en lo que respecta a la figura de la criatura. Los informes técnicos a los que elude la revista especializada Finestre sull’Arte detallan que el perfil facial se pintó inicialmente más cerca del pecho de su madre, y también fue corregida la posición de sus piernas y brazo derecho. Estos arrepentimientos indican que la artista trabajó a partir de un estudio preliminar (probablemente sobre papel), pero modificó la obra en el transcurso de la ejecución, un método que también caracterizaría sus obras posteriores. Era una práctica habitual para la época, especialmente extendida en la Toscana del siglo XVI y también en Roma.
Finestre sull’Arte explica también que la atribución del cuadro ha pasado por varias fases. Inicialmente vendido en París en 2010, con una atribución al taller de Gentileschi, fue adquirido más tarde por una colección privada en Suiza. La obra fue mostrada como obra de la pintora en la exposición monográfica Artemisia Gentileschi - Storia di una passione en Milán (Palazzo Reale, 2011-2012) y en París (Fondation Dina Vierny - Musée Maillol, 2012). A pesar de que en 2011 Gianni Papi puso en duda su autenticidad en una reseña crítica, la atribución fue apoyada por comisarios como Roberto Contini y Francesco Solinas.
El cuadro fue realizado antes del conocido y documentado juicio público contra Agostino Tassi, que tuvo lugar entre la primavera y el invierno de 1612. Tassi, colega de Orazio en varios proyectos, violó a Artemisia en 1611. Tras la condena de Tassi (que nunca llegó a cumplir), la pintora se casó el 29 de noviembre de 1612 con el florentino Pierantonio Stiattesi. La pareja se instaló en Florencia. Allí permanecieron durante siete años y ella se consolidó como una célebre artista reclamada desde ciudades como Nápoles, Roma, Venecia y Londres.
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