David Afkham impacta y conmueve con un soberbio ‘Wozzeck’ en el Auditorio Nacional
El director titular y artístico de la Orquesta y Coro Nacionales de España inaugura su última temporada con un éxito rotundo que celebra el centenario del estreno de la genial ópera de Alban Berg

“Solo puedo decir que toda la orquesta, los solistas, el coro y los que colaboraron artísticamente en esta representación, incluido yo mismo, nos sentíamos cada vez más inspirados por la obra y profundamente conmovidos de un ensayo a otro”. Con estas palabras, el director de orquesta Erich Kleiber evocaba en el diario vienés Neues Wiener Journal la preparación del estreno absoluto de Wozzeck en Berlín, hace casi un siglo: el 14 de diciembre de 1925. Palabras que hoy bien podría hacer suyas David Afkham, tras ofrecer una brillante versión en concierto de la ópera de Alban Berg, con la que inauguró el pasado viernes, 3 de octubre, su última temporada al frente de la Orquesta y Coro Nacionales de España (OCNE).
Una versión de concierto en la sala sinfónica del Auditorio Nacional que incorporó, como en otras ocasiones, un concepto escénico y subtítulos claramente visibles para acercarla a una representación. Los cantantes se movieron alrededor de la orquesta, situados en una tarima frente al podio, en un anfiteatro lateral, en el patio de butacas o en la tribuna del órgano. La responsable fue nuevamente la directora teatral Susana Gómez, como ya sucediera con Salomé de Strauss en 2022. Propuso un vestuario sencillo, una iluminación básica y un atrezo mínimo que incluyó una práctica silla de barbero, utilizada tanto para que Wozzeck afeitara al capitán como de juguete para su hijo, cama en el cuartel, camilla del Doctor e incluso escenario del asesinato de Marie. A ella se le concedió la licencia de resucitar, como víctima de violencia de género, a diferencia del protagonista, que terminó tendido en el patio de butacas.
No hizo falta más, pues la intensa música de Berg lo llenó todo. El compositor austríaco nunca simpatizó con el protagonismo de la dirección escénica y siempre defendió el realismo, aunque con alguna concesión a la abstracción para representar la esquizofrenia del protagonista de su ópera. Así lo explican Bryan Simms y Charlotte Erwin en su reciente monografía titulada Berg (Oxford University Press), donde resumen con claridad todos los aspectos de Wozzeck. Se trata de una fusión impresionante entre la desesperación social del drama inacabado de 1837 de Georg Büchner y el poderoso expresionismo musical de Alban Berg, que convierte en universal la tragedia de un hombre sencillo: un soldado raso explotado, humillado, traicionado y empujado a la locura y al parricidio.
El gran protagonista de la velada fue David Afkham, quien dirigió desde el podio una versión tan impactante como conmovedora de la ópera de Berg. El director alemán manejó con notable sentido dramático la rigurosa estructura de esta compleja obra, formada por 15 escenas enlazadas mediante interludios y repartidas en tres actos, con una duración de algo más de hora y media sin pausas.
Es cierto que en el primer acto no escatimó en volumen ni en intensidad, donde cada escena se transforma en una pieza de carácter para presentar a los cinco protagonistas de la ópera: el caricaturesco Capitán, el obsesivo Wozzeck, el grotesco Doctor, la anhelante Marie y el viril Tambor mayor. En ocasiones cubrió momentáneamente las voces, pero supo profundizar con maestría en el figurativismo y la simbología sonora desplegados por Berg, tanto en motivos, efectos como en armonías. El rendimiento de la Orquesta Nacional fue asombroso en todas sus secciones, capaz de envolver a las voces en sus múltiples variantes sinfónicas y camerísticas.
Todo mejoró en el segundo acto, concebido por Berg como una sinfonía en cinco movimientos. Afkham hiló con admirable precisión sus secciones contrastantes, mostrando un brillante dominio de lo que Elliott Carter denominó “modulación métrica”, es decir, el ajuste gradual y exacto de los cambios de tempo. La compleja cuarta escena —el scherzo de esta sinfonía—, situada en el jardín de una taberna abarrotada a altas horas de la noche, resultó especialmente destacada. Allí se suma una banda vienesa tradicional, en la que sobresalieron cuatro músicos de la Nacional junto a una guitarra y un acordeón interpretando un rústico Ländler, pero también un coro masculino que entonó una canción de caza, iniciada de manera algo confusa por los integrantes del Coro Nacional.
En cualquier caso, el tercer acto concentró la máxima intensidad dramática, con una sobrecogedora progresión que abarcó desde el asesinato de la escena 2, pasando por la frenética taberna de la escena 3, hasta la muerte del protagonista en la escena 4. No obstante, lo más destacado de la velada fue el emotivo epílogo orquestal previo a la escena final, que Afkham convirtió en una auténtica interpelación al público con el poderoso clímax en re menor sobre el motivo del protagonista: Wir arme Leut! (¡Nosotros, los pobres!).
El reparto vocal estuvo a la altura. Lo encabezó el bajo-barítono Martin Winkler como Wozzeck, recordado en Madrid por su excelente Kovaliov en la producción del Teatro Real de La nariz de Shostakóvich. El cantante alemán comenzó algo distante, pero ofreció una poderosa encarnación del trastornado soldado raso, con un timbre rico y oscuro en el que primó más la intensidad dramática de los múltiples registros vocales utilizados por Berg que la precisión de sus matices. Algo similar ocurrió con la Marie de Lise Lindström, que ya protagonizó en la OCNE Salomé y Electra de Richard Strauss. La soprano estadounidense adapta bien los desafíos vocales del personaje a su metal, con graves exigentes y agudos que deben sonar estridentes, y los enlaza con una visión menos tierna y más reivindicativa, evidenciada en sus poderosas réplicas frente a los abusos y maltratos del Tambor mayor y de Wozzeck.
El tenor alemán Jürgen Sacher destacó como un sólido comprimario en el papel de Capitán, con hábiles transiciones del parlando al falsete. El bajo danés Stephen Milling aportó seguridad y presencia escénica al Doctor, mientras que el tenor mexicano Rodrigo Garull encarnó un Tambor mayor más fanfarrón que seductor. Entre los secundarios, el tenor alemán Tansel Akzeybek ofreció un ligero Andrés en su intervención del segundo acto, y la mezzosoprano sueca Solgerd Isalv resolvió con solvencia su Volkslied del tercero como Margret. Cabe resaltar asimismo la destacada participación de tres solistas del Coro Nacional —Enrique Sánchez-Ramos, Diego Blázquez y Xabier Pasqual— en la referida cuarta escena del segundo acto, mostrando una rica paleta de recursos vocales.
No sabemos si los ensayos de Wozzeck de Berg superaron el centenar, como sucedió con Erich Kleiber en el estreno de 1925, pero estamos ante la mejor ópera que David Afkham ha dirigido en el Auditorio Nacional. Un inicio brillante para su última temporada, que incluirá una segunda función el próximo domingo 5 de octubre y será registrada por Radio Clásica (RNE) para una futura emisión.
‘Wozzeck’
Música de Alban Berg. Libreto de Alban Berg, basado en la obra Woyzeck, de George Büchner.
Martin Winkler, bajo-barítono (Wozzeck); Lise Lindström, soprano (Marie); Rodrigo Garull, tenor (Tambor mayor); Stephen Milling, bajo (Doctor); Jürgen Sacher, tenor (Capitán); Tansel Akzeybek, tenor (Andres); Solgerd Isalv, mezzosoprano (Margret); Enrique Sánchez-Ramos, barítono (Primer aprendiz); Diego Blázquez, tenor (Segundo aprendiz); Xabier Pasqual, tenor (Loco/Un soldado); Jairo Somolinos, niño soprano (Hijo de Marie).
Antara Korai
Orquesta y Coro Nacionales de España.
Director del coro: Miguel Ángel García Cañamero.
Dirección musical: David Afkham.
Concepto escénico: Susana Gómez.
Auditorio Nacional, 3 de octubre. Hasta el 5 de octubre.
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