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El MNAC argumenta ante la jueza que no puede devolver las pinturas de la sala capitular de Sijena por su “extrema fragilidad”

El museo plantea un cronograma rápido para restituir las denominadas “pinturas profanas” y, pese a su oposición a restituir los murales románicos, fija un mínimo de 18 meses de los trabajos de los murales más dañados y débiles

Un visitante en la sala del MNAC donde se exponen las pinturas románicas de Sijena.
Dani Cordero

El Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) ha exprimido al límite el calendario y ha presentado este lunes en el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Huesca una batería de documentos con los que pretende frenar el traslado de una parte de las pinturas románicas arrancadas en 1936 del monasterio de Santa María de Sijena y que actualmente se exhiben en Barcelona. La dirección del recinto museístico basa su oposición al fallo judicial avalado en mayo por el Tribunal Supremo en la extrema fragilidad de los vestigios de los antiguos murales del recinto eclesial de Los Monegros hasta que fueron arrancados en plena Guerra Civil tras un incendio que arrasó su sala capitular. Dice el documento entregado en el juzgado que el museo “sabe qué” [sic] debe y quiere hacer —cumplir la sentencia—, pero no “cómo”.

Durante todo el verano sus técnicos han actualizado sus informes y han esperado la llegada de otros encargados a expertos externos, entre ellos Simona Sajeva, presidenta del Comité Científico Internacional de Pintura Mural de del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Históricos (Icomos) y posiblemente el mayor referente de la conservación de pinturas arrancadas. Todo ello para convencer a la jueza Rocío Pilar Vargas del riesgo de dañar de forma irreversible una obra con 800 años de historia y catalogada como Bien de Interés Cultural (BIC). La conclusión del museo es que la “extrema fragilidad y los daños irreversibles” que pueden padecer las pinturas de la sala capitular provocan la “incapacidad técnica” del MNAC para realizar los trabajos y que antes de cualquier actuación es necesario un análisis previo de posibles daños.

En su trabajo, Sajeva acredita el severo estado de la obra y en un video pone de manifiesto que, pese al ambiente estable en el que se encuentra la joya románica, su estructura es débil y existen importantes desconchados en la pintura. La situación, señala su informe, ha empeorado desde 2016 hasta la actualidad", en un deterioro que es progresivo “a pesar de las óptimas condiciones ambientales que ofrece el museo”. «Cualquier solución implica pérdida parcial de las pinturas originales. Es imprescindible valorar previamente este porcentaje, ya que afecta a todas las partes implicadas que deben estar informadas para actuar con pleno conocimiento de causa», señala el informe de Sajeva como una de las conclusiones, que da por imposible hacer todos los trabajos en los siete meses que aconseja el Gobierno aragonés

Por su parte, el Centro Internacional de Estudios de Conservación y Restauración de los Bienes Culturales (Iccrom), ante la petición del MNAC, envió la semana pasada a Barcelona la técnica Alison Heritage para elaborar otro informe en el que avisa de la necesidad de efectuar una evaluación de riesgos antes de proceder a cualquier actuación sobre los murales y llama a anteponer la preservación de un patrimonio de valor universal. El informe apunta: “Las pinturas se encuentran ahora en un estado fundamentalmente transformado. En general, su estado general puede describirse como alterado, frágil y reactivo. Como tal, las pinturas son vulnerables a un mayor deterioro, en particular en caso de cambios ambientales o perturbaciones físicas (golpes, vibraciones)“. El organismo aconseja incluir en ese análisis de riesgos ”no solo consideraciones materiales, sino también una evaluación de los valores patrimoniales, sopesando la importancia social y cultural de reubicar las pinturas junto con los riesgos de conservación material, a fin de identificar las medidas adecuadas". En el informe se incluyen fotografías del monasterio de Sijena en las que son visibles las manchas de humedad y de eflorescencias salinas del convento y de la sala capitular, en cuyo pie de foto se describe: “detalle del estado de la superficie de una pared interior, que presenta signos de deterioro”. Heritage, que no visitó el recinto oscense, se refiere a ese deterioro en su informe.

En total, son una treintena de documentos los que intentan armar la estrategia argumentativa del MNAC, utilizando desde evaluaciones químicas y bacteorológicas a argumentaciones de conservación patrimonial.

Desde que el Tribunal Supremo sentenció que las obras debían volver a los Monegros poniendo fin al recorrido judicial, el MNAC se ha movido entre dos aguas, las de querer acatar la sentencia y evitar acciones legales que afectaran a su equipo y las de defender la integridad de unas obras para las que, aseguran, no hay fórmula técnica de moverlas sin ponerlas en riesgo. De ahí que, desde el principio, asumieron que iban a presentar un incidente de ejecución de sentencia para que fuera la jueza quien tomara la decisión última sobre el futuro de las obras.

Los técnicos no ven problema alguno en devolver los conocidos como murales profanos, extraídos en los años sesenta y en mejor estado de conservación, trabajos para los que asumen los siete meses de trabajos que preveía la propuesta de cronograma de la Administración aragonesa porque “el desmontaje, traslado e reinstalación de estas pinturas no presenta mayores dificultades que las habituales en este tipo de operaciones”. El MNAC habría ya redactado el pliego de condiciones para adjudicar el concurso para adjudicar esa restitución, aunque ese documento debe ser aprobado por el Gobierno de Aragón porque el museo catalán no conoce las condiciones interiores actuales del monasterio de Sijena. Pero no fija calendario alguno a la espera de lo que digan las empresas implicadas. La Administración aragonesa fijó un calendario de siete meses.

Pero no es así para los murales que ocupaban la sala capitular, arrancados en 1936 por un equipo dirigido por Josep Gudiol, supervivientes precarios del devastador incendio en el monasterio que los dejó a la intemperie. Los conservadores del MNAC y los otros dos estudios defienden que cualquier movimiento o un cambio de las condiciones ambientales, ahora estabilizadas en su actual espacio de exposición, amenazan con acelerar el proceso de degradación. Para ese caso se maneja un cronograma alternativo “indicativo” de 15 meses, dividido en siete fases diferentes, que podría “alargarse” un 15%, por lo que se prevé un año y medio. Señala el texto presentado a la jueza que no se puede acabar ese cronograma sin conocer la situación de la sala capitular de Sijena, adonde deben volver.

Tensión y carga contra la contrata aragonesa

El litigio por las obras de Sijena ha generado un polémico verano, ante la presión ejercida por el Gobierno de Aragón para apresurar la devolución de los murales. Técnicos contratados por este acudieron en julio al MNAC para tomar fotografías de alta resolución de los murales e inspeccionar la obra y la administración autonómica denunció que se habían producido momentos de tensión por la presencia de una protesta promovida por la Assemblea Nacional Catalana en la que participaron una treintena personas, entre los que había políticos de Junts. Desde entonces, el MNAC optó por derivar todas sus acciones por el juzgado.

En el escrito presentado ahora en el tribunal, el museo carga contra la empresa encargada por el Gobierno de Aragón, ArteCO, para encargarse de la evaluación de las pinturas y efectuar un informe sobre su estado y el cronograma para llevarlo a cabo. Pone en duda su actividad al considerar que desde 2017 no ha presentado sus cuentas económicas al Registro Mercantil, lo que podría ser una prueba de falta de actividad y de experiencia en una materia crítica para el patrimonio que está en juego. Asimismo, se señala en el escrito que la asesora del Gobierno aragonés y administradora de esa sociedad, Natalia Martínez de Pisón, “no reúne la experiencia necesaria para acometer” el proyecto.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 
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