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El románico de Sijena vuelve a estar de moda: “El salseo a la gente le encanta”

La sentencia que obliga a devolver las pinturas a Aragón y todo el ruido a su alrededor dan algo de más vida a la sala del MNAC donde se exhiben las obras

Visitantes en la sala del MNAC dedicada a las pinturas murales de Sijena
Dani Cordero

Solo uno parece reflexionar, algunos otros están apesadumbrados y las caras de una mayoría muestran mosqueo, si no enojo. Las miradas que salen de las pinturas que alberga el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) y que decoraron parte de la sala capitular del monasterio de Santa María de Sijena siempre han ofrecido esa bienvenida más bien áspera. A condición, eso sí, de que uno dirija sus ojos hacia arriba, hacia los 45 retratos que cubrían los arcos del recinto aragonés y que se pudieron arrancar con éxito en 1936. Mirar abajo es otra cosa. Mucha gente pasa casi sin parar porque es el último espacio del recorrido dedicado al arte románico y el cerebro puede andar ya un poco frito. Otros frenan el paso, se interesan un poco más e incluso hacen una foto con el móvil. Y existe una última generación de visitantes para quienes esa sala, la 16, es un objetivo definido. Porque el interés por los murales de Sijena ha revivido gracias al final de una larga batalla judicial embebida de política, que obliga al MNAC a devolver las obras al monasterio. Como decía este martes el guía Adriano Calero, “el salseo a la gente le encanta”. Y estos últimos también acostumbran a hacer fotos.

“Esta es la mejor sala del museo”, le suelta nada más entrar Agustín Redón a su mujer, que le lanza un “¡shhh!” ante el tono de voz grave y volumen desacomplejado en un espacio donde reina el silencio. Residente en Barcelona, es un claro partidario de que la sentencia que obliga a devolver el arte románico al monasterio de Sijena se cumpla. “¿Por qué no va a tener Aragón el mismo derecho que cuando desde aquí se reclamaron los papeles de Salamanca?“, dice, obviando el peligro denunciado por los técnicos del MNAC de infligir serios desperfectos a las obras si se mueven. ”El daño a esto se hizo en 1936″, dice, en referencia al arranque que se hizo mediante strappo, la tecnología existente en la época, y sin tener en cuenta el estado en que quedó el monasterio tras un incendio provocado por milicianos que, según él [las principales fuentes responsabilizan a un comité local], fueron desde Barcelona.

Otra vista de la sala de los murales de Sijena en el MNAC, este martes.

Es la primera vez que Redón visita la sala y su aproximación al conflicto de Sijena es político. Y no es el único que se escucha entre los visitantes. Pocos minutos antes, una mujer alzaba también la voz ante un acompañante: “¿Esto es Sijena? ¡¿Todo?! ¿Y cómo se lo van a llevar? ¡Y una mierda!”. Los retratados de los arcos, miembros de las genealogías de Jesús, mantienen inamovible su semblante, mientras resiguen el ir y el venir de un centenar de personas en el margen de una hora. El MNAC ha detectado un ligero repunte de visitas en el recorrido de su colección de arte románico desde que a finales de mayo el Tribunal Supremo finiquitó la judicialización del proceso y emitió sentencia firme sobre el caso Sijena. “Todo el mundo está obsesionado con Sijena ahora”, dice un vigilante. Una compañera, más joven, cuestiona esa versión: “No tanto como me esperaba, la verdad”. Por los espacios de exposición del arte románico pasaron en julio 40.932 personas, un 29% más que en 2024. Pero es difícil discernir cuál es ese efecto salseo del que habla el guía Calero, puesto que en mayo, antes de que estallara el caso, el incremento interanual fue del 31,5%.

Un visitante fotografía un fragmento de las pinturas románicas de Sijena, este martes en el MNAC.

Matthew, llegado de Los Ángeles para hacer cuatro días de turismo en Barcelona, es ajeno a toda esa polémica. No sabe muy bien lo que tiene encima de su cabeza ni su valor histórico ni cultural: simplemente le gustan el arte y la cultura. Calero, que se encarga de las visitas a extranjeros, cuenta que a veces entra a explicar el litigio existente, aproximándose desde el debate y la neutralidad. Y subraya que Sijena, dentro de la polémica, es un caso más bien exótico, pues se alimenta desde el punto de vista nacionalista (no solo desde la óptica catalana), vertiente que nunca antes había tenido que afrontar en sus explicaciones sobre arte. Ni cuando le preguntan por el “expolio” que alimentó muchos grandes museos internacionales, sobre el que hay un vivo debate desde hace años, ni cuando tiene que hablar de vertientes controvertidas de artistas, como es el caso de Picasso y su relación con las mujeres. Como él, otro guía también evita meterse en jardines cuando una visitante le pregunta si las obras se podrían trasladar: “No lo sé, eso se lo dejamos a los técnicos”.

“Está bien pensar en la posición legítima de Aragón como su propietaria [de hecho, la propiedad del monasterio de Sijena es de la Orden de San Juan], pero en beneficio de la cultura y la preservación del arte, el Gobierno aragonés lo podría ceder al MNAC”, reflexiona de una forma tranquila Gonzalo Zalaya, ayudado por la distancia: reside en la ciudad sueca de Nörrkoping, vivió en Barcelona muchos años y es hijo de aragoneses. Y era ajeno totalmente al conflicto. Pol Clarassó, de 18 años, procedente de Sant Hilari Sacalm (Girona), también piensa en el bien común que supone que ese arte esté en un gran museo: “Las obras tienen que estar donde puedan conservarse mejor y más si existe el riesgo de estropearlas”. Su padre apuesta por crear una réplica para Sijena y que el Gobierno aragonés demande todas las obras que el monasterio tiene dispersas por el mundo. Pero está convencido de que para el MNAC, que justamente ha evitado el salseo durante los años de la batalla judicial, el partido está perdido.

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Sobre la firma

Dani Cordero
Es integrante de la redacción de EL PAÍS en Barcelona, donde ha desempeñado diferentes roles durante más de diez años. Licenciado en Periodismo por la Universidad Ramon Llull, ha cursado el programa de desarrollo directivo del IESE y ha pasado por las redacciones de 'Ara', 'Público', 'El Mundo' y 'Expansión'. 
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