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Cincuenta años de ‘Born to Run’: cómo un chico de 25 años peleó contra todo y construyó “el último disco en la Tierra”

Bruce Springsteen tenía un ultimátum: o vendía mucho su próximo álbum o le echaban de la discográfica. Así empezó el camino de sufrimiento y gloria de un trabajo fundamental

Bruce Springsteen, en las inmediaciones del club Electric Ballroom (Atlanta, Georgia), poco antes de probar las canciones de 'Born to Run' en concierto, el 22 de agosto de 1975, tres días antes de publicar el disco.
Carlos Marcos

Noviembre de 1975. Última prueba de fuego para Born to Run. El disco, lanzado el 25 de agosto, se está vendiendo muy bien, pero ahora toca exponerlo en directo en el exigente Hammersmith Odeon de Londres. La primera vez que Bruce Springsteen toca en la ciudad donde triunfaron sus ídolos: The Beatles, The Rolling Stones, The Yardbirds, The Who… Pero Bruce está enfadado. Mucho. Nada más entrar en el local para la prueba de sonido, todavía sin público, se ha encontrado octavillas en cada una de las butacas donde se lee: “¡Bruce Springsteen, la próxima gran sensación!”. Un golpe de efecto de su manager, Mike Appel. El aludido, furioso, despedaza todos los pasquines que puede. Al cantante esa publicidad le parece “el beso de la muerte”. “Estoy muy cabreado. Me avergüenza, y ofende a mis fans. No es así cómo funciona. Toca y cállate la boca. Mi negocio es el negocio del espectáculo, no el de contar. No has de contar nada a la gente. Se lo muestras y dejas que decidan por ellos mismos”, relata Springsteen en su autobiografía refiriéndose a las sensaciones de hace medio siglo.

Tardó 30 años en ver en vídeo aquel concierto. Su percepción, por aquellas pretenciosas octavillas, fue de desasosiego, de un recital de regusto amargo; el público y la crítica, sin embargo, vieron la plasmación en directo de un disco enorme producto de un trabajo hercúleo de un chico de 25 años, ocho canciones que en gran medida conforman la personalidad de lo que es Bruce Springsteen hoy. Pero la trayectoria de Born to Run fue todo menos placentera. Para celebrar este medio siglo (el álbum se publicó un 25 de agosto), Springsteen rescató y lanzó el pasado viernes un tema inédito de forma oficial (apareció en ediciones piratas) de aquellas sesiones, Lonely Night in the Park.

Bruce Springsteen saluda al público en un concierto de 1975.

“Born to Run marca el inicio del Bruce que todos conocemos. Los dos primeros álbumes eran buenos y apuntaban cosas, pero es en este en el que comprime todo lo que prometía. Se desprende de la influencia de Bob Dylan y toma un camino propio. Es el Springsteen más personal y la base del músico de masas que todavía es”, señala para este reportaje Jorge Otero, líder del grupo asturiano Stormy Mondays y privilegiado que compartió micrófono con Springsteen en 2007 en un club de Nueva Jersey. Otero tocaba con Joe Grushecky y Bruce, amigo de este último, se subió al escenario.

Otero apunta de dónde venía Springsteen antes de Born to Run: de dos discos con buenas críticas, pero escasas ventas, Greetings from Asbury Park, N.J. y The Wild, The Innocent & The E Street Shuffle, ambos de 1973. La discográfica (Columbia Records) le exigía números, dinero, miles de ejemplares volando de las tiendas. Tenía sobre la mesa un ultimátum. “Si el próximo álbum fracasaba, nuestro contrato se acabaría y con toda probabilidad me mandarían de vuelta con la chiquillería de los más recónditos pinares del sur de Jersey”, cuenta el protagonista en sus memorias, tituladas precisamente Born to Run.

Desde la izquierda, Clarence Clemons, Bruce Springsteen y Steven Van Zandt, durante la gira de 'Born to Run', el 23 de noviembre de 1975 en Ámsterdam.

Bruce escribió buena parte de las letras del disco de su vida entre las sábanas de su cama, en unos enfebrecidos días en una casa de alquiler en West Long Brach (Nueva Jersey). Cerca del catre colocó el tocadiscos. No tenía más que alargar el brazo y cambiar de vinilo. Uno detrás de otro. Sobre todo, producciones de Phil Spector y discos de Roy Orbison y Duane Eddy, un guitarrista que recolectó éxitos a finales de los cincuenta con un estilo donde llevaba el primer rock and roll al viejo oeste. Bruce deseaba construir una obra de rock dramática, densa, que sonase como “el último disco en la Tierra”, definió.

Springsteen escribió cuartillas con unas historias que contaban lo que realmente sentía un joven estadounidense a mediados de los setenta. Además de música, sexo y coches, imprimió vida a sus textos con unos personajes que maduraban ya con algunas frustraciones en la mochila, la certeza de que el sueño americano guardaba su reverso lúgubre y de que había que ponerse en marcha, a ser posible al volante de un coche, y buscar asideros y esperanzas, libertad y nuevas sensaciones. Eran malos tiempos para la clase trabajadora (la factura de la guerra de Vietnam, la crisis del petróleo) y Bruce les iba a contar, sin adornos, que había que pelear, que la resignación no era una opción. También exponía dudas, temores, sombras. Por medio de estas historias, Bruce se estaba conociendo así mismo. “Cuando se observa el álbum de cerca, refleja mucho de mi vida. Era lo que yo vivía en esa época”, confiesa el protagonista en el documental Wings for Wheels: The Making of ‘Born to Run’.

Bruce Springsteen, Steven Van Zandt y Max Weinberg, en el Hammersmith Odeon de Londres, en noviembre de 1975.

El cantante Ramoncín tenía 19 años cuando se publicó el disco. En tres años editaría su primer trabajo largo, Ramoncín y W.C.?, que se lanzó en 1978. “En España Born to Run fue revelador para muchos chavales como yo, porque la compañía decidió incluir en la carpeta las letras en castellano. Y eso fue muy importante. Leer esas historias, con esos personajes tan cinematográficos, todo contado de una manera tan honesta… Me parecía algo novedoso y mágico”, cuenta el cantante a EL PAÍS. Springsteen se propuso crear un álbum como si lo cantara la portentosa voz de Roy Orbison, con la profundidad de las letras de Bob Dylan y la abigarrada producción de Phil Spector. “Nadie canta como Roy Orbison, es imposible. Pero nadie querría Born to Run cantado por alguien que no fuera Springsteen”, apunta Ramoncín.

Born to Run es también el álbum donde queda alicatada la E Street Band. Todavía muchos de ellos siguen en la banda. El proceso de grabación resultó pedregoso y duró un año y medio. Seis meses solo para la joya de la corona, Born to Run, la canción, atestada de capas de instrumentos, bombástica, exuberante. Con todo, su magia se aprecia cuando Springsteen la toca a guitarra y armónica, desnuda: funciona, la carcasa no hay quien la quiebre. Este tema se grabó con dos instrumentistas que luego (ay madre) se bajaron de la E Street: el batería Ernest Carter y el organista David Sancious, sustituidos por Max Weinberg y Roy Bittan, todavía hoy en el grupo.

Clarence Clemons y Bruce Springsteen, en el Carlton Theatre de Red Bank (Nueva Jersey), en octubre de 1975.

Springsteen no paró de realizar cambios en la letra de Born to Run y de añadir instrumentos, pero no quedó contento con el resultado. Y todavía debía completar el resto del álbum. Llegó al rescate Jon Landau, crítico musical y que iniciaba su carrera de productor con discos como el debut de los incandescentes MC5 (Back In the USA). Landau ofreció perspectiva a Springsteen, encauzó su aluvión de ideas, aconsejó y hasta ejerció de terapeuta. Esa amistad, con sus altibajos, todavía dura cinco décadas después: Landau se convirtió pronto en su manager y ahí sigue.

Es un disco no solo de rock. Springsteen cruza géneros en un acto de libertad creativa: Meeting Across the River transita por el jazz nocturno; Jungleland, con el evocador solo de saxo de Clarence Clemons (fundamental para dotar de grasa al repertorio), es casi un musical teatral; la historia de redención de Thunder Road funciona como compendio de lo que el oyente se va a encontrar; Tenth Avenue Freeze-Out flota en el soul; She’s the One sofistica el viejo ritmo tribal de Bo Diddley… Casi todas las compuso Bruce con el piano y llevan unas introducciones impensables hoy, en el tiempo de la impaciencia.

La célebre portada desplegada de 'Born to Run'. Bruce Springsteen sonriendo apoyado en la espalda del saxofonista de la E Street Band, Clarence Clemons.

El guionista, escritor y director de cine Jorge Arenillas estuvo hace unos años en casa de Bruce Springsteen en Nueva Jersey. El creador de Born In the U.S.A. participa en el documental The Second Act of Elliott Murphy, rodado por Arenillas y centrado en la figura del músico Elliott Murphy. Arenillas, que editará en 2026 un libro sobre los directos de Springsteen, ha asistido a 50 conciertos del de Nueva Jersey. “He podido escuchar Born to Run íntegro de principio a fin en directo en un par de ocasiones y es como ver pintar la Capilla Sixtina de Springsteen delante de ti. La primera de esas veces fue en el desaparecido Giants Stadium de Nueva Jersey, y mientras iban pasando esas canciones caí en la cuenta de que a esos 50.000 espectadores las letras les decían algo. No se limitaban a cantar los estribillos: sabían quiénes eran los personajes de esas historias, Scooter, Big Man, The Magic Rat, Terry, Wendy, Mary... De alguna manera, eran sus vecinos, sus paisanos. Llevaban muchos años con ellos y reencontrarlos era como sentir una brisa de su juventud”, explica.

¿Ha pasado la prueba del tiempo Born to Run? Dos respuestas a esta pregunta: en la gira de 2024, Springsteen interpretó seis de las ocho piezas del álbum. Y la segunda, que la responde el asturiano que tocó con el protagonista, Jorge Otero: “Hace unos meses mi hijo de 11 años escuchó Born to Run, la canción, y flipó. Al día siguiente me dijo: ‘Ponla otra vez, papá’. Creo que esa es la mejor prueba de que ha pasado la prueba del tiempo”.

Ni que decir tiene que Born to Run fue número uno en ventas en 1975 y lanzó definitivamente la carrera de su autor. Hasta hoy…

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Sobre la firma

Carlos Marcos
Redactor de Cultura especializado en música. Empezó trabajando en Guía del Ocio de Madrid y El País de las Tentaciones. Redactor jefe de Rolling Stone y Revista 40, coordinó cinco años la web de la revista ICON. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de EL PAÍS. Vive en Madrid.
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