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Crítica de cine
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Black Dog’: perros callejeros en una fascinante y vaciada China poscomunista

El paralelismo entre el animal que no se sabe si tiene la rabia y el propio país, del que en 2008 se desconocía su futuro, acaba conformando una película cruda

Eddie Peng, en 'Black Dog'.
Javier Ocaña

Faltan 50 días para el inicio de los Juegos Olímpicos de Pekín del año 2008. Pero el escenario nada tiene que ver con la pompa política ni con el espectáculo deportivo. Paisaje árido, gris, desolado, un polvoriento desierto de gente e ilusiones. Perros esqueléticos y hambrientos, sedientos como un país que pretende el cambio y que solo lo logra en ciertos lugares urbanos y en una parte de su sociedad. La igualdad comunista se ha convertido en otra cosa. Quizá en un camino hacia la esperanza. Quizá en un desvarío.

Black Dog, sexto trabajo como director en solitario de Guan Hu (tiene otros tres como codirector), reincide en el universo de A la deriva, la película de Jia Zhangke estrenada en España la semana pasada, y con la que coincide en la cartelera. Un retrato complejo y simbólico de uno de los países más influyentes del mundo en materia comercial, económica y geopolítica, tan distinto a lo conocido por estos lares en casi todo, que se dedica a mostrar una vaciada China poscomunista. De hecho, el director Jia tiene un papel como actor de reparto en Black Dog, como una señal más de la notoria influencia entre ambos artistas.

Perros sueltos en una tierra inhóspita, en los márgenes del desierto de Gobi. Tan lejana, pero quizá no tanto. Porque también hay algo de lorquiano en la historia de Black Dog. Su protagonista, un exconvicto que acaba de salir de la cárcel por uno de esos crímenes familiares tan granaínos, regresa a su pueblo con un espíritu semejante al de Jorge Mistral en La venganza (1958), de Juan Antonio Bardem: el de la derrota moral y social. En su día fue un actor aclamado, ahora es un despojo. Y las amenazas entre familias siguen ahí. Si no fuera por las motos y el ruido, por el idioma y la fisicidad, Federico podría estar casi presente. La tierra seca, el poder de la sangre. Para redondear, y de forma sorprendente, un lugareño agarra una guitarra española y puntea algunas notas de Recuerdos de la Alhambra, como un Andrés Segovia de la desolación china.

Hangares, fábricas abandonadas, un local de kebabs en medio del desierto, un circo ambulante, un tigre que se deja acariciar, unas gogós que bailan ante nadie. Mad Max, furia en la China de la devastación. “Una nueva planificación urbana”, dicen las autoridades. Queda trabajo.

Eddie Peng, en 'Black Dog'.

Cinematográficamente poderosa, con una fotografía realista en las secuencias exteriores, pero más matizada y artística en las de interior, Black Dog es la historia de un regreso al hogar y de una posterior huida. En su habitación de adolescente, el protagonista tiene un póster de The Wall, la película de Alan Parker basada en el mítico disco de Pink Floyd. Fue un rebelde en una tierra en la que no cabían más revoluciones. Luego, de fondo musical, sonará el grupo de David Gilmour y Roger Waters, acompañando el último trecho del relato, cuando Guan se pone más simbólico, onírico y conceptual en su narrativa.

De la filmografía de Guan se puede ver también en plataformas (Filmin y Prime) su anterior película, Los 800, épica histórica, epopeya bélica nacionalista, ambientada en la Segunda Guerra entre China y Japón (1937-1945). Sin embargo, apenas nada tiene que ver con Black Dog en su tono o en sus objetivos. El paralelismo entre el perro que no se sabe si tiene la rabia y el propio país, del que en 2008 se desconocía su futuro y ahora tanto o más, que no se sabe si viene o si va, a la espera de domar un poder casi salvaje, acaba conformando una película cruda, áspera y con un rugoso poder de fascinación.

Black Dog

Dirección: Guan Hu.

Intérpretes: Eddie Peng, Tong Liya, Jia Zhangke, Zhang Yi. 

Género: drama. China, 2024.

Duración: 110 minutos.

Estreno: 4 de julio.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.
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