‘Norma’: lo bueno, lo feo, lo malo. Danza contra lo normativo
El nuevo espectáculo del coreógrafo Antonio Ruz arremete contra la perfección impuesta y lo ‘fake’ desde la diversidad corporal y la fuerza visual


En los primeros minutos de Norma, la nueva obra del coreógrafo Antonio Ruz (Córdoba, 49 años), presentada este viernes en el festival Madrid en Danza tras su paso por Córdoba, se dan también las primeras claves de la matriz y eje de esta pieza, de una manera sutil, casi como una caricia musculada. Todavía a oscuras, suena Casta Diva, el aria de Bellini. Y ese gesto auditivo arroja dos referencias cruciales. Por un lado, la palabra Norma, que es el título de la ópera a la que pertenece el fragmento musical que está sonando y el de este espectáculo; por otro lado, la imagen de todos esos fabulosos modelos de cuerpos perfectos que nos vienen a la memoria cuando suena Casta Diva, banda sonora del célebre anuncio publicitario de un reconocido perfume. Manuel Martín, uno de los bailarines, que bien podría haber salido de ese anuncio, ya está en escena ataviado con un corsé rígido y pantalones, mirando al público. Es entonces cuando se nos empieza a contar, casi sin darnos cuenta, el combate de lo normativo que es Norma. La simbología está servida.
Aparecen los cinco bailarines que sostienen el espectáculo y con ellos el concepto de diversidad corporal. Una idea desafiante dentro y fuera de la escena, pero sobre todo en la danza, que sujeta el discurso. Se pasean casi presentándose y nos miran como advirtiendo: “esto también va con vosotros”. Resaltar la identidad de cada uno de ellos, como individuos y colectivo, se lanza rápidamente como un propósito. Como asistir a una galería de posibilidades en un muro de cualquier red social. Destaca, en este sentido, las capacidades interpretativas de cada uno de ellos para sostener su rol con una danza que si bien quiere escapar de lo normativo, se sigue presentando exigente y limpia en lo que se persigue. De todos ellos, tres son habituales colaboradores de Ruz. Alicia Narejos, Begoña Quiñones y Manuel Martín. El bailarín Carlos Carvento y el actor Chelís Quinzá, que aquí baila como todos los demás, son los nuevos fichajes para Norma.
Carvento, joven cordobés de 30 años, resplandece sin esfuerzo durante toda la obra a través de un discurso corporal, riguroso y versátil, impregnado del discurso intelectual de activismo queer y reivindicación indómita, que empezó a desarrollar hace pocos años. Bailarín de danza clásica y contemporánea, también es drag y performer, y todo ello le otorga un perfil señero que deslumbra por su amplitud de registros interpretativos, impecables, alrededor del cuerpo.
Si bien es verdad que la obra de Antonio Ruz, premio Nacional de Danza en 2018, se presenta ecléctica, variada, y transcurre por registros muy diferentes, hay alguna seña que confiere su identidad creativa desde que en 2009 fundó su propia compañía. Por ejemplo, el cuidado que profesa a la hora de concebir una coreografía como un espectáculo. Es decir, la importancia de la escenografía, la música y la iluminación, junto con el movimiento, hasta que forman una sola cosa. En Norma, todo este ensamblaje adquiere nuevos y potentes significados. Las luces de la reconocida Olga García, con quien Ruz viene trabajando desde hace décadas, suman de nuevo hasta el punto de crear auténticos mundos narrativos de una lógica apabullante. Y la escenografía, en esta ocasión del también coreógrafo, bailarín y artista visual Roberto Martínez, concede a Norma un peso absolutamente imprescindible. Más aun cuando solo se trata de un par de elementos (cortinaje y moqueta) que no solo proporcionan a la escena una gran fuerza visual, sino que sirven como dramaturgia delimitando también lo narrativo. Como si esas cortinas marcaran lo escénico y al mismo tiempo, el lugar de exhibición desde el que nos mostramos al mundo a través de las redes sociales. Ellos y nosotros.

La música del DJ Aire y el texto (breve) del escritor Gregorio Apesteguía, extraído de sus libros De la interacción sujeto-mundo y Manual para seres vivos, que se declama sin impostura (aunque también es cierto que pierde algo de su fuerza, que es mucha, compruébenlo en su plataforma Almacén de análisis y su comité para la sublevación filosófica anónima), completan esta obra desafiante que reflexiona sobre la normatividad de los cuerpos, la exhibición de lo fake y la normalidad de lo diverso, desde la amplitud escénica y lo simbólico.
'Norma'
Dirección y coreografía: Antonio Ruz.
Dramaturgia: Rosabel Huguet. Diseño y realización de vestuario y espacio escénico: Roberto Martínez. Diseño de iluminación: Olga García – AAI. Música: Aire. Textos: Extractos de los libros De la interacción sujeto-mundo y Manual para seres vivos, de Gregorio Apesteguía
Intérpretes: Begoña Quiñones, Chelís Quinzá, Carlos Carvento, Alicia Narejos y Manuel Martín.
Teatros del Canal de Madrid. Festival Madrid en Danza. Hasta el 11 de mayo.
Próximas fechas. 8 de noviembre, Marbella. 22 de noviembre, A Coruña. Del 12 al 14 de febrero de 2026, Barcelona.
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