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Guillaume Kientz, director de la Hispanic Society of America: “Dentro de poco más de la mitad de Estados Unidos hablará español”

El máximo responsable de la institución visita España para ultimar un acuerdo con la Generalitat Valenciana para ceder parte de su colección de cuadros de Sorolla

Guillaume Kientz, director de la Hispanic Society, el 8 de mayo en la casa de James Costos y Michael Smith en Madrid.
Martín Bianchi

“Si se mira en lo más profundo de su corazón, se puede leer el corazón de los españoles”, escribió el magnate, filántropo e hispanista estadounidense Archer M. Huntington durante su primera excursión a España, en 1894. Unos años después de ese viaje, Huntington, un apasionado del arte español y todo lo relativo a la península Ibérica, fundó la Hispanic Society of America en el barrio de Washington Heights, al norte de Manhattan. Con más de medio millón de objetos, incluidas obras de El Greco, Velázquez, Goya y otros grandes maestros, el museo acaba de celebrar sus 120 años de historia convertido en el buque insignia de la cultura hispanoamericana en Estados Unidos.

Guillaume Kientz (Estrasburgo, 45 años), su director, nombrado en 2020, ha sido el encargado de la reapertura de la institución tras casi siete largos años de reformas y es el cerebro de una nueva Hispanic, más dinámica y más cercana a España. “No hay un puente de Calatrava que una a Nueva York con España, pero podemos tender puentes culturales”, afirma Kientz en un perfecto español que aprendió en las calles de Madrid y que, según explica, ha perfeccionado desde que vive en el Harlem. “En los próximos años vamos a dar más visibilidad a la Hispanic en España”, anuncia durante la conversación con EL PAÍS en unos los salones del piso de James Costos y su marido, Michael Smith, en Madrid. Costos, exembajador de Estados Unidos en España y miembro del patronato de la Hispanic, reunió esta semana a los patronos estadounidenses e internacionales de la institución neoyorquina en su casa madrileña como broche de oro de un viaje por el norte de España en el que siguieron las huellas que dejó Huntington hace ya 131 años.

La reunión también sirvió para celebrar el anuncio de un inminente acuerdo de colaboración a largo plazo con la Generalitat Valenciana que permitirá traer de vuelta a España parte de la colección de obras de Joaquín Sorolla que hasta ahora duermen en los depósitos de la Hispanic en Washington Heights. Esta colaboración culminará en un espacio en Valencia, ciudad natal de Sorolla, que albergará importantes pinturas del artista cedidas por el museo americano. “Queremos darle la mejor luz a estos cuadros, ¿y qué mejor luz que la de Valencia?”, dice Kientz.

Sala del museo de la Hispanic Society en Nueva York.

Pregunta. ¿Cuántas obras de Sorolla tiene la Hispanic Society?

Respuesta. Tenemos una colección de 243 obras.

P. ¿Cuántas de esas pinturas serán cedidas a la Generalitat Valenciana?

R. Todavía no tenemos el listado definitivo. Lo estamos trabajando con la ayuda de Blanca Pons-Sorolla, bisnieta de Sorolla y una de las mayores expertas en su obra.

P. ¿Los 14 paneles de Visión de España podrían formar parte de esta cesión?

R. No, ya no saldrá de la Hispanic Society. Visión de España es un monumento. Los monumentos no se mueven, se visitan.

P. ¿Se baraja la posibilidad de que la Hispanic abra una sede en Valencia?

R. No, no va a ser un museo que vayamos a gestionar nosotros directamente. Nuestro espacio está en Nueva York y allí ya tenemos bastante trabajo.

P. ¿La Hispanic le cederá las obras a la Generalitat en régimen de alquiler? ¿Será un alquiler?

R. Será como un casamiento. Estamos trabajando en un acuerdo bajo un concepto que gusta mucho a los americanos: el win-win. Es decir, será algo positivo para todos.

P. ¿Ya hay fecha para esa “boda”?

R. Todavía no, estamos trabajando en el contrato. Pero estamos de acuerdo en las condiciones y en los detalles importantes. Solo hay que traducirlo al lenguaje legal.

P. ¿Pero se formalizará este año?

R. Sí, queremos firmar lo antes posible. Tenemos un equipo de abogados americanos y españoles y la Generalitat Valenciana tiene su propio equipo legal. Todos están trabajando en ello.

P. ¿Las nuevas políticas arancelarias de Trump podrían afectar el acuerdo?

R. Ojalá que no. Estamos descubriendo cada día cómo se está desarrollando este nuevo mundo.

“La Hispanic Society es un árbol que da cobijo a los cuadros perdidos del arte español", afirma Guillaume Kientz, director del museo neoyorquino.

P. ¿Sorolla sigue siendo un gran desconocido en Estados Unidos?

R. Cuando se expuso por primera vez, en la exposición internacional que organizó Huntington en 1909, fue un éxito increíble. La exposición duró un mes y pasaron por las salas de la Hispanic Society más de 160.000 visitantes. El museo tenía que estar abierto hasta las 11 de la noche debido a las largas colas. Luego, como todo el arte figurativo de ese momento, Sorolla perdió mucho de su prestigio en América, pero está volviendo a recuperarlo. Ahora el Metropolitan está organizando una gran exposición de Sargent, que es el Sorolla americano, y está teniendo mucho éxito. Nosotros acabamos de finalizar una exposición de Sorolla en el Norton Museum de Palm Beach que tuvo una gran acogida. Sorolla gusta a la gente, es un pintor que une y pone a la gente de acuerdo. Eso es muy importante en estos momentos. Necesitamos consensos para construir.

P. La Hispanic está alejada del circuito de los grandes museos de Nueva York. ¿Eso es un inconveniente?

R. Según mi punto de vista, tenemos una ubicación muy buena, en un barrio cultural muy interesante. Estamos cerca de Los Claustros del Museo Metropolitano, de la casa de Hamilton, de la casa donde vivió George Washington, de la Universidad de Columbia y del City College. Y un poquito más arriba está el Jardín Botánico. Estamos creando una red para que la gente se dé cuenta de todo lo que puede hacer en la zona norte de Manhattan.

Murales de Sorolla de la serie de la Hispanic Society of America.

P. Los españoles conocemos muy bien la Hispanic. ¿Los neoyorquinos la conocen igual de bien?

R. Un poquito menos porque estuvimos cerrados durante casi siete años y Nueva York es una ciudad que va muy rápido. Antes la gente se ponía como meta ir a la Hispanic una vez cada cinco años para ver siempre lo mismo: Velázquez, El Greco, Goya, Sorolla… Ahora, después de la reapertura de 2023, tenemos una política de exposición muy dinámica. Cada tres o cuatro meses, organizamos experiencias. Los próximos tres años haremos muestras de moda en otoño. El próximo otoño será sobre la moda en el Siglo de Oro, en 2026 sobre la mantilla, y en 2027 sobre el mantón de Manila. Y cada primavera invitamos a un artista para que dialogue con nuestras obras.

P. Usted fue conservador de arte español en el Louvre, uno de los museos más grandes del mundo. ¿Es más fácil gestionar un museo pequeño como la Hispanic?

R. Esta es una institución pequeña, pero a su vez muy grande. Tenemos una colección de casi 800.000 objetos. Es mucho, es inmenso. Como somos pequeños, tenemos que trabajar más, pero también somos más ágiles.

P. La cultura hispana ha sido tratada durante mucho tiempo como algo marginal en Estados Unidos. ¿Eso está cambiando?

R. No sé si como algo marginal. En Estados Unidos se come mucha comida española, se bebe mucho vino español, el signo del dólar es español… El problema es que el estadounidense no se da cuenta de la influencia que tiene España en su cultura. A la gente se le olvida un poquito eso y no me explico muy bien por qué.

P. Usted, como más de 60 millones de personas en Estados Unidos, habla español perfectamente. ¿Es el momento del español?

R. Dentro de poco más de la mitad de la población de Estados Unidos hablará español. Nuestros programas ya se hacen en inglés y en español para ayudar a las familias a mantener el idioma en su patrimonio lingüístico. En Estados Unidos muchos siguen viendo el español como una lengua de segunda, pero empiezo a ver un cambio de paradigma. Muchos nuevos líderes son hispanohablantes y están cambiando las reglas del juego. Mire a Bad Bunny, Rosalía o el caso de la actriz Eva Longoria, que está aprendiendo un idioma perdido.

P. Pero el estadounidense promedio no sabe ni dónde está España.

R. No estoy de acuerdo. La gente que conozco adora España. Pero a lo mejor me equivoco.

P. Trump dijo en su última campaña que los latinos quieren ser llamados “hispanos”.

R. Las palabras tienen usos políticos. Por supuesto “hispano” está más cerca de España, porque Hispania era el nombre antiguo de la Península y “latino” es un término que vino mucho después. Pero al final lo importante no son las palabras. Lo que cuenta es la gente.

P. ¿Ahora mismo hay alguna figura como Huntington en Estados Unidos, un mecenas de la cultura española de esa envergadura?

R. Hay coleccionistas de arte español y arte latino muy importantes, aunque no sé si alguien con la dedicación tan enamorada a España. Pero lo podemos buscar.

P. Desde hace unos años hay cierto revisionismo sobre cómo Huntington adquirió su colección. ¿Lo están estudiando?

R. Es muy interesante eso. Yo, como conservador de pintura española en el Louvre, me encontré a menudo con un sentimiento de incomodidad por parte de los españoles por el tema de la invasión napoleónica y la guerra de la Independencia. Me decían: “Los franceses nos saquearon”. Y era muy justo, porque eso pasó. Pero nunca he sentido nada similar con respecto a Huntington. Al contrario, la gente nos recibe aquí con mucho cariño y ve a la Hispanic como una declaración de amor a España. Y eso es por una razón: Huntington siempre tuvo un respeto inmenso por España, por el pueblo español y por el patrimonio español y nunca quiso quitar las cosas de España. En un diario suyo él decía que los cuadros son como pájaros, que no hay que molestarlos ni sacarlos de sus árboles. Y decía que los que han perdido su árbol tenían que ser salvados, que había que proporcionales un nuevo árbol. La Hispanic Society es un árbol que da cobijo a los cuadros perdidos del arte español.

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Sobre la firma

Martín Bianchi
Martín Bianchi Tasso es coordinador de Estilo de Vida en El País Semanal y además colabora con la sección de Gente de EL PAÍS. Fue redactor jefe de la revista ¡Hola!, jefe de Sociedad en Vanity Fair y jefe de Gente y Estilo en Abc.
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