Descubrir Vivaldi bailando
El Ballet Preljocaj presenta en el TNC una coreografía colorista y surreal sobre 'Las cuatro estaciones'
"Que el público tuviera la sensación de oír la música por primera vez". Éste es el "objetivo utópico" que el coreógrafo francés de origen albano Angelin Preljocaj, galardonado con las más altas distinciones del Gobierno francés, se marcó ante el reto de llevar a la escena Las cuatro estaciones de Vivaldi. Le estimulaba poder buscar nuevas resonancias a un tema que, de tan conocido, "se ha desnaturalizado".
El resultado es un espectáculo colorido, cargado de fuerza y salpicado de surrealismo que su compañía, el Ballet Preljocaj, presenta en la Sala Gran del Teatre Nacional de Catalunya desde hoy hasta el domingo. Sólo cuatro funciones para ver uno de los trabajos "más luminosos" del grupo, dirigido en esta ocasión por Andrea Marcon y que en Les 4 saisons ha contado con la estrecha colaboración del arista plástico Fabrice Haber.
"¿De qué es capaz el cuerpo?"
"El reto del artista consiste en salir del territorio que le es propio", valora Preljocaj, afincado en Aix-en-Provence desde 1996, que tiene como lema inspirador un interrogante planteado por Spinoza en su Ética . "¿De qué es capaz el cuerpo?", se pregunta ante cada nueva creación.
En este caso, el diálogo con Fabrice Haber, buen conocedor de la obra de Vivaldi, ha aportado al espectáculo una serie de objetos "difíciles" íntimamente vinculados a la danza de los 12 bailarines de la pieza, como un balancín en perpetuo movimiento o vestidos pesados y voluminosos. "Las reglas de juego que establecimos antes de empezar me obligaban a aceptar cualquier objeto propuesto por Haber y transformarlo en vector coreográfico", explica.
En la obra, la partitura de Vivaldi se ha respetado escrupulosamente. Sin embargo, entre una estación y otra se han intercalado otros conciertos del compositor, que Preljocaj define como "interestaciones". Les 4 saisons es, a decir del coreógrafo, una pieza atípica en la trayectoria de la compañía. Su coloratura es mucho más luminosa que la de la mayoría de los espectáculos del grupo.
Creada en 2005, la pieza nació como reacción natural a la anterior obra del Ballet Preljocaj, titulada N, una coreografía violenta y dura centrada en el Holocausto y en los genocidios. "De alguna manera, todos estábamos traumatizados después de aquella experiencia", reconoce el coreógrafo. El cambio de línea, en realidad sólo un paréntesis, está funcionando muy bien entre el público. Para Preljocaj, la explicación es sencilla: "Seguramente se debe a que la vida ya es dura en sí misma, y la gente quiere ver otras cosas".
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