Jorge Ramos: “Faltan voces de inmigrantes en las Redacciones”
El periodista mexicano, expresentador insignia de Univisión durante casi cuatro décadas, recibe el premio a la Trayectoria profesional

Durante casi cuatro décadas, Jorge Ramos (Ciudad de México, 67 años) entró de lunes a viernes en la casa de los millones de latinos que veían el principal telediario de Univisión. Dejó el puesto en diciembre pasado, con casi todas las medallas (y cicatrices) de un gran periodista. La censura a un reportaje suyo fue el detonante para dejar su país en los 80 e irse a probar suerte en EE UU; ha cubierto guerras, caravanas de migrantes y elecciones; Donald Trump y Nicolás Maduro le tienen vetado. Es una de las 100 personas más influyentes en Norteamérica, según la revista Time. Este lunes recibe en Barcelona el premio Ortega y Gasset a la trayectoria profesional. “No es momento de callar, ni como periodista ni como inmigrante”, asegura, tras alertar de la falta de diversidad en las Redacciones.
Pregunta. Cuando llegan las 18.30 de la tarde, la hora en que se emite el telediario que presentó durante 38 años, ¿qué siente?
Respuesta. Me he organizado para estar haciendo algo a esa hora y a las 3 de la tarde, cuando era la reunión con mi equipo. Por ejemplo, clases de salsa. Los periodistas no somos capaces de retirarnos nunca, estoy preparando un proyecto digital.
P. Donald Trump es el único presidente de EE UU que le ha negado una entrevista. ¿Tres cosas que le preguntaría?
R. Por qué no reconoció su derrota en las elecciones de 2020. Por qué su rechazo tan duro a millones de inmigrantes cuando en su familia hubo tantos. La tercera: ¿por qué miente tanto? Es que no estamos hablando de dos mentiras, sino de miles.
P. ¿Por qué ahora le sale gratis a los políticos mentir?
R. No es que mientan más o menos, sino que esas mentiras se reproducen mucho más fácilmente a través de las redes sociales, porque ahora todos podemos ser medios de comunicación. Sí es cierto que hay una mayor intención de hacerlo, misinformation, en inglés. No se trata solo de generar confusión, sino de mentir deliberadamente.
P. En un ambiente así, ¿cómo se logra mantener la credibilidad cada noche?
R. Los periodistas tenemos dos obligaciones: reportar la realidad tal y como es y cuestionar a los que tienen el poder. La credibilidad es un ejercicio de repetición de esas dos cosas. Si nos da miedo hacer preguntas duras, si evitamos confrontar con los de arriba, la gente termina por darse cuenta.
P. ¿Cómo combatir la autocensura?
R. Tengo dos reglas que me permiten llegar con libertad a las entrevistas. Asumo que después de mí nadie va a hacer las preguntas que yo haré. Y acepto que posiblemente jamás vuelva a entrevistar a esa persona.
P. Entre sus excompañeros tiene fama de humilde, hasta el punto de cederle mejor iluminación a los invitados en el set. ¿Cómo evitar el bicho del divismo tras 38 años de éxito?
R. El periodismo te enseña que siempre lo más importante es el otro. Y vengo de una familia de cinco hermanos, donde había que negociarlo, compartirlo y pelearlo todo. Aprendes a ser humilde desde chiquito.

P. Lanzó una cruzada para desenmascarar las mentiras de Trump sobre la inmigración y sin embargo él arrasó en la comunidad latina...
R. En esta segunda elección, creo que muchos latinos pensaron o quisieron pensar que los ataques racistas no eran contra ellos y prefirieron votar con la cartera. Creyeron que les iba a ir mejor con él que con Kamala Harris. Los 100 primeros días de Trump muestran que se equivocaron.
P. ¿Cómo lo vivió personalmente?
R. Para mí lo peor es ver cómo los inmigrantes rechazan a los que vienen detrás de ellos. Yo me sigo sintiendo un inmigrante, nunca dejaré de serlo. A veces soy de dos países, de México y de los EE UU. A veces los mexicanos dicen que no soy suficientemente mexicano y los estadounidenses dicen que yo no nací en EE UU.
P. La presencia de periodistas de origen inmigrante en las redacciones de los medios españoles es irrisoria. En España, con un 25% de población inmigrante, no hay un Jorge Ramos en la tele. ¿Qué opina?
R. Desafortunadamente, la normalidad es que los inmigrantes estamos menos representados en todas las sociedades y por tanto no, no hay suficientes voces inmigrantes en los medios de comunicación. Además, si las empresas quieren llegar a más audiencia, están obligadas a tener y mostrar diversidad, si no el mercado te lo cobra.
P. Ve necesario un periodismo que tome partido. ¿Cómo?
R. A pesar de que la mayoría de los inmigrantes somos decentes y buenas personas, el mensaje que la Casa Blanca difunde es totalmente opuesto. Por eso el silencio no es una opción, ni como inmigrante ni como periodista. He sido un periodista y un inmigrante muy privilegiado y tengo la obligación de hablar y de defender a los que vienen detrás de mí.
P. ¿Quién le falta por entrevistar?
R. Te juro que estuve a días de entrevistar al papa Francisco. Le quería preguntar qué pasa cuando uno se muere, si vería a mi papá. Y me falta Bad Bunny. Me da curiosidad su espiritualidad: un cantante que en medio del concierto se tira una toalla encima, se queda callado tres minutos delante 80.000 personas para no perder el centro. Soy un reguetonero de alma.

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