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La vacuna del tétanos, tan habitual en los veranos como las novelas de Stephen King

¿A quién no le han puesto una inyección antitetánica? Los veranos son muy proclives a ello y más aún a esas edades en las que el mundo que te rodea se ofrece como un juego sin peligro

Pennywise, el payaso de 'It', en la película de 2017.
Montero Glez

Stephen King publicó It (DeBolsillo) en 1986. Desde entonces hasta hoy no ha perdido un ápice de fuerza, siendo considerada como la gran novela americana de terror, a la altura de Moby Dick según algún que otro crítico, y uno de los libros más electrizantes de toda la narrativa contemporánea.

Se trata de una historia inquietante donde un ente sobrenatural —que se disfraza de payaso— tiene aterrorizada a la población de Derry. Ante la amenaza, un grupo de adolescentes deciden —por su cuenta y riesgo— ponerse en acción y acabar con dicho engendro. Hasta aquí todo bien, no vamos a destripar la trama, pero sí vamos a interesarnos por la parte científica. Porque Stephen King sabe cómo lograr el realismo en cada una de sus historias a las que añade —con maestría y mucho oficio— la dosis adecuada de terror.

En uno de los pasajes de esta novela, la pandilla de adolescentes se dispone a buscar tablas y maderas para darles un uso muy particular. Algunas de las que encuentran están astilladas y otras tiene clavos herrumbrados que hay que arrancar con el extremo de los martillos. “Si te cortas con un clavo herrumbrado te puede dar tétanos”, le dice uno de los chicos a otro. Tras hacer un chiste fácil con la palabreja, explica que no tiene que ver con las “tetas”, sino con microbios que crecen en la herrumbre. Ya puestos, ¿a quién no le han puesto una inyección antitetánica? Los veranos son muy proclives a ello y más aún a esas edades en las que el mundo que te rodea se ofrece como un juego sin peligro.

Porque el tétanos es una enfermedad que se origina a través de heridas abiertas que entran en contacto con superficies oxidadas, tierra, estiercol o el pico de un pájaro si te hace sangre. Una vez en el organismo, el tétanos libera dos sustancias tóxicas: la tetanolisina y la tetanospasmina que es neurotóxica y responsable de los síntomas neurológicos de la enfermedad; cuando alcanza el sistema nervioso, provoca espasmos y rigidez. Fue Hipócrates el primero en describir sus síntomas en un marinero, calificándolos como “hipercontracción de músculos esqueléticos”, es decir, la espasticidad conocida como opistótonos que es postura de contracción muscular caracterizada por el arqueamiento y rigidez dorsal que lleva al cuerpo a curvarse hacia atrás con espasmos.

No fue hasta 1884, cuando la toxina del tétanos fue aislada; cinco años después, en 1889, Shibasaburo Kitasato —bacteriólogo japonés— descubrió la antitoxina. Un año más tarde, en 1890, y junto al bacteriólogo alemán Emil von Behring, aplicaría el suero de un animal infectado a otro. Y de esta manera —con la seroterapia— se conseguiría la inmunidad.

Será durante la I Guerra Mundial cuando las pequeñas dosis de suero se apliquen en soldados. Y tiempo después, ya en la década de los años veinte, el biólogo francés Gaston Ramon —sirviéndose del compuesto químico formaldehído— desarrollaría un medio de inactivación de toxinas que sentaría las bases de la vacuna actual, denominada Tdap, donde se combina tétanos, difteria y tos ferina. De todas las maneras, la toxicidad del tétanos y su peligro real no es nada comparado con el peligro que corren los adolescentes de la novela de Stephen King.

Por decir no quede que uno de ellos, cuando era un bebé y estaba en el cochecito, fue atacado por un cuervo que lo picoteó “como las bestias malignas de los cuentos de hadas” y hubo que ponerle vacuna antitetánica. En definitiva, la novela de Stephen King es altamente tóxica, de esas que te atrapan y no te dejan ni después de terminar el libro.

El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.

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Sobre la firma

Montero Glez
Periodista y escritor. Entre sus novelas destacan títulos como 'Sed de champán', 'Pólvora negra' o 'Carne de sirena'.
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