El laboratorio señalado por la presunta fuga de la peste porcina africana estaba en obras
Los trabajos de construcción pueden facilitar los escapes, como ocurrió con el virus de la fiebre aftosa en Reino Unido, pero todas las hipótesis siguen abiertas en Barcelona

El virólogo Xavier Abad lanzó una advertencia en sus redes sociales el 14 de noviembre. “Los accidentes en laboratorios o en instalaciones que manejan patógenos existen”, alertó Abad, jefe de la unidad de biocontención del Centro de Investigación en Sanidad Animal (CReSA), un laboratorio dependiente de la Generalitat de Cataluña en el que se estudia el virus de la mortífera peste porcina africana. Dos semanas después apareció, a tan solo unos cientos de metros de la instalación, un jabalí muerto por la enfermedad, erradicada de España desde 1994. El propio Abad, hiperactivo en la red social X, anunció el 14 de septiembre que comenzaban obras en su laboratorio de alta seguridad, para ampliarlo. El CReSA ha rechazado responder a las preguntas de este periódico sobre si las tareas de construcción pudieron debilitar la bioseguridad. El laboratorio ha optado por la opacidad absoluta. Ni siquiera confirma que lleva tres meses en obras. Este miércoles, el ruido de la maquinaria pesada invadía el centro y una grúa se levantaba en el horizonte sobre una docena de obreros con chalecos amarillos y dos mossos d’esquadra que custodian el recinto, como ha comprobado EL PAÍS.
El CReSA, situado en Bellaterra (Barcelona), es un centro puntero en España. Dispone de una unidad de biocontención de 4.500 metros cuadrados, con seis laboratorios con un nivel de bioseguridad 3, el requerido para manejar virus como el de la peste porcina africana, capaces de sacudir a un país. China perdió casi el 1% de su producto interior bruto tras una epidemia en los cerdos desencadenada en 2018: unos 100.000 millones de euros, según una estimación de economistas de la Universidad de Wuhan. Las obras del CReSA, adjudicadas a la constructora Rogasa, consisten en ampliar 3.000 metros cuadrados la zona de laboratorios de alta seguridad.
Cuando Xavier Abad alertó hace un mes de que las fugas en los laboratorios ocurren, puso el ejemplo de uno de los mayores accidentes de la historia de las enfermedades infecciosas, registrado en el verano de 2019 en una planta biofarmacéutica de Lanzhou, en el interior de China. Un escape de la bacteria Brucella por el aire provocó más de 10.000 casos de brucelosis ―una enfermedad caracterizada por una fiebre ondulante que puede durar años― en personas del entorno de la fábrica, dedicada a la producción de vacunas contra el microbio. “¿La causa probable? Una simple y estúpida: utilizar desinfectantes caducados”, explicó el propio Abad.

El CReSA está en el punto de mira desde que el Ministerio de Agricultura abrió una investigación el viernes para averiguar si el virus escapó de un laboratorio. Los análisis genéticos, realizados en el Centro de Investigación en Sanidad Animal (CISA-INIA) de la localidad madrileña de Valdeolmos, muestran que el virus no se parece a los que circulan actualmente por otros países europeos, sino que es más similar a uno detectado en Georgia en 2007 y usado desde entonces en los laboratorios. El informe del CISA no es concluyente y los expertos insisten en que todas las posibilidades siguen abiertas, incluida la hipótesis del bocadillo lanzada por el propio ministerio desde el primer día: que el patógeno llegara a Barcelona por un alimento foráneo contaminado arrojado a la basura y devorado por jabalíes.
El veterinario José Manuel Sánchez Vizcaíno, uno de los mayores expertos mundiales en la peste porcina africana, apunta al laboratorio. “Si hubiera sido una entrada por bocadillos de fuera o por animales, sería un virus claramente identificable. Entonces, ¿cómo aparece de repente este virus, si aparentemente no está circulando en la naturaleza? En casi todos los laboratorios tenemos esa variante. Todas las probabilidades epidemiológicas conducen a que podría ser un escape. Esta probabilidad no tiene que ofender a nadie. Los accidentes pueden ocurrir”, opina Sánchez Vizcaíno, catedrático emérito de la Universidad Complutense de Madrid y director fundador del laboratorio de alta seguridad de Valdeolmos.
Los científicos del CReSA trabajan con cepas parecidas al virus que llegó desde el sureste de África a Georgia en 2007, iniciando la actual crisis internacional. El organismo catalán recibe estos patógenos para investigación del Instituto Pirbright, un laboratorio inglés que, pese a ser también de nivel de bioseguridad 3, sufrió un escape del virus de la fiebre aftosa en 2007, presuntamente por una fuga en las tuberías combinada con unos trabajos de construcción que facilitaron la diseminación. Los camiones de las obras pudieron llevar el virus a una granja cercana, desencadenando un brote que provocó pérdidas millonarias para los ganaderos.
Coincidiendo con el brote en Barcelona, apareció en Polonia, en una zona libre de la enfermedad, un jabalí con peste porcina africana y una cuerda atada a la pata. El Ministerio de Agricultura polaco ha planteado la hipótesis de “un sabotaje”, un supuesto ataque biológico perpetrado por Rusia para desestabilizar a Polonia, aunque hay posibles explicaciones más sencillas, como la caza furtiva. En 1977, tras medio millón de cerdos muertos, la CIA negó haber introducido el virus en Cuba para derribar a Fidel Castro.
El veterinario Christian Gortázar es un experto en peste porcina africana en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos, en Ciudad Real. Reconoce que, cuando leyó las conclusiones preliminares del análisis genético del virus de Barcelona, también pensó en un sabotaje, en que alguien dejara deliberadamente alimentos contaminados en el entorno del CReSA, por algún motivo.
“En una instalación de nivel de bioseguridad 3 es altamente improbable que se escape este virus, porque para transmitirlo necesitas una cierta cantidad de tejido infectado o de cultivo de virus”, opina Gortázar. “Un virus de fiebre aftosa es pequeño y te lo puedes llevar accidentalmente en la nariz. El virus de la peste porcina africana es tan voluminoso, y tan difícil de transmitirse, que es altamente improbable que escape. Por eso a mí se me ocurre pensar más en una maldad que en un accidente”, añade el veterinario, que desconocía la existencia de obras en el CReSA. Ese nuevo factor “llama la atención”, admite. El laboratorio catalán tampoco tiene doble vallado, pese a la presencia de jabalíes en los bosques cercanos.
“Yo no sé si se llegará a demostrar el origen del virus. Con mi conocimiento actual, no puedo descartar que no haya un virus circulando por Georgia, por Rusia o por China que se parezca mucho más a este que cualquiera de los que se encuentren en los frigoríficos del CReSA”, recalca Gortázar. Ni siquiera se ha determinado todavía el origen de la pandemia de covid. Un grupo de expertos independientes establecido por la Organización Mundial de la Salud explicó el 27 de junio que “las pruebas disponibles sugieren un salto desde los animales, ya sea directamente desde los murciélagos o a través de un hospedador intermedio”, pero no se descarta que el coronavirus escapase de un laboratorio de Wuhan. La dictadura china se ha negado a compartir información clave, según ha denunciado la OMS.
Un comité científico ―coordinado por la veterinaria Laura Pérez, del CISA― estudia desde este lunes la posibilidad de una fuga de un laboratorio como causa del brote de peste porcina africana en, de momento, 13 jabalíes de Barcelona. Uno de los seis miembros del comité es el propio Xavier Abad, el jefe de la Unidad de Biocontención del CReSA. El virólogo es una figura controvertida, por sus furibundas opiniones en redes sociales. En 2020 pidió públicamente disculpas tras insultar repetidamente a diversos políticos no independentistas y afirmar que España es un país de “borrachos y violentos”, “de burros iletrados y analfabetos” y “un hongo tóxico y parásito que ha irritado la piel catalana durante decenios”.
En marzo de 2020, Abad ofreció una explicación sobre el mayor impacto de la pandemia de covid en España respecto a otros países: “Porque son españoles”. Ahora es su laboratorio el que está en el punto de mira. Este periódico ha solicitado una entrevista con Xavier Abad, pero el CReSA ha insistido en que nadie va a hacer declaraciones. El virólogo, además, se jacta públicamente de no atender a medios de comunicación con sede en Madrid, “por principios”.
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