Halladas en el golfo de Vizcaya las herramientas más antiguas hechas con huesos de ballena
Los utensilios de 20.000 años de antigüedad aportan una nueva perspectiva sobre la relación entre los humanos y los cetáceos en la Prehistoria


Unas cuevas vizcaínas albergaban la evidencia más antigua hasta ahora conocida del uso humano de huesos de ballena. Un estudio, publicado este martes en Nature Communications, revela que unos habitantes de la región del golfo de Vizcaya durante el Paleolítico Superior, utilizaron los restos de diferentes tipos de cetáceos para fabricar herramientas y armas hace aproximadamente 20.000 años. El hallazgo supone un paso más para entender la relación entre los humanos y las ballenas durante la Prehistoria. Por un lado, amplía la comprensión del uso temprano de los restos de estos animales y por otro, ofrece una visión general de la ecología antigua de los cetáceos. “Nuestros hallazgos apuntan a que los recursos marinos y los hábitats costeros fueron más importantes para algunas comunidades prehistóricas de lo que se asume convencionalmente”, señala Krista McGrath, arqueóloga biomolecular de la Universidad Autónoma de Barcelona y coautora del estudio.
Si bien es conocido que la carne ballena ha sido el alimento base de diferentes culturas en el mundo, el estudio confirma que los cazadores-recolectores europeos también hicieron uso de sus restos de manera sistemática. Los investigadores analizaron 83 herramientas óseas excavadas en yacimientos del golfo de Vizcaya entre España y Francia y otros 90 huesos adicionales sin tratar encontrados en la cueva de Santa Catalina, en la provincia de Vizcaya, lo que sugiere que los humanos transportaban estos huesos hasta sus asentamientos. Algunos de ellos tienen marcas de percusión, lo que implicaría la posible extracción de carne o grasa. “Es probable que los huesos y otros productos de ballena se usaran para diversos fines. El hecho de que algunos de estos artefactos de hueso de ballena se comerciaran a largas distancias sugiere que eran objetos valorados y potencialmente muy deseables”, agrega McGrath.

Reconstruir el inicio del uso de productos de ballena se ha convertido en un desafío para la ciencia debido a la fragilidad de los yacimientos costeros y los efectos de la erosión marina y la subida del nivel del mar. “Después de que el nivel del mar alcanzara su punto más bajo hace unos 20.000 años, subió más de 100 metros al final de la última Edad de Hielo, inundando las zonas costeras que antes habitaban estos grupos”, explica el arqueólogo Alexandre Lefebvre, de la Universidad de Cantabria y coautor del estudio. “Los cazadores-recolectores paleolíticos mantenían una estrecha relación con el entorno marino, una conexión que anteriormente se conocía principalmente a través de pruebas de recursos como mariscos, peces y aves marinas. Los cetáceos, sin embargo, han sido menos estudiados, ya que su uso estaba limitado a los ejemplares que quedaban varados en las playas”, apunta Lefebvre.
Según las pruebas actuales, explica el investigador, el uso de ballenas varadas “no tuvo un papel central en las estrategias de subsistencia de los cazadores-recolectores paleolíticos que vivían en la zona del golfo de Vizcaya al final de la Edad de Hielo”. Sin embargo, al proporcionar múltiples recursos como huesos, carne, grasa y barbas, su aprovechamiento “probablemente incentivó a los grupos humanos a establecerse en la costa”, explica.
Cinco tipos de ballenas y un hallazgo que cambia todo
Los autores utilizaron espectrometría de masas y datación por radiocarbono para identificar la taxonomía y la edad de las muestras. Detectaron al menos cinco especies de grandes ballenas en muestras de hace aproximadamente 19.000 a 20.000 años, lo que representa una de las primeras evidencias conocidas del uso humano de restos de ballenas como herramientas, señalan los científicos. Las especies identificadas incluyen cachalotes, rorcuales comunes, ballenas azules y ballenas francas o ballenas de Groenlandia (indistinguibles mediante esta técnica). La investigación destaca la “amplia variedad de especies de ballenas identificadas” y relaciona la riqueza de los ecosistemas marinos y costeros con la existencia de asentamientos humanos.
Estas especies todavía viven en las mismas aguas, pero también fueron encontrados restos de ballena gris, cuya población actualmente se limita al Pacífico Norte y al Ártico. “El descubrimiento de la ballena gris en el golfo de Vizcaya al final de la última glaciación —un área donde esta especie desapareció hace siglos— ofrece una visión única sobre la riqueza del ecosistema marino en ese período. También llena un vacío importante en la investigación sobre las ballenas grises, ya que la evidencia previa de su presencia en el Atlántico Norte data de unos pocos milenios después (entre hace 10,000 y 250 años)”, dice Lefebvre.

Datos químicos adicionales de las herramientas encontradas sugieren que las ballenas de la Prehistoria tenían patrones de alimentación similares a las ballenas actuales, sin embargo, los científicos han detectado algunas diferencias que podrían apuntar a cambios en el ecosistema marino o en el comportamiento de las poblaciones de estos mamíferos. “Este hallazgo mejora nuestra comprensión de la evolución a largo plazo de las poblaciones de ballena gris en la región y proporciona datos de referencia sobre las comunidades de cetáceos antes de la influencia significativa de la actividad humana”, resume Lefebvre.
McGrath apunta que la comprensión de los sistemas ecológicos aportan “un gran valor” para las prácticas modernas de conservación. “La identificación de especies que ya no habitan una región ilustra claramente cómo las distribuciones de especies pueden cambiar con el tiempo. Es esencial entender la distribución, abundancia y composición de especies de hace mucho tiempo para apreciar realmente los impactos humanos a gran escala de los últimos siglos”, comenta la arqueóloga. “También nos ayuda a concienciar sobre la magnitud de los cambios ambientales, la explotación humana y la pérdida de biodiversidad en los ecosistemas marinos desde ese momento”, agrega Lefebvre. A medida que los estudios avanzan, los investigadores esperan descubrir más detalles sobre estos gigantes del mar y el vínculo que tuvieron con los humanos durante la Prehistoria.
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