Leones, piratas y salmones: el nuevo orden del fútbol chileno

Datos duros.

Coquimbo se consagró campeón del fútbol chileno con la mejor campaña del siglo y bajando por primera vez una estrella para una región que se caracterizaba por equipos “ascensoristas”. Los piratas enrielaron 14 victorias consecutivas, perdieron sólo un partido y difícilmente se pueda repetir la hazaña.

Universidad de Concepción y Concepción subieron a primera división, devolviendo el fútbol de honor a la zona, que dispone de un estadio con capacidad para 30 mil personas. Los Lilas, apodados “El León de Collao”, retornan además después de 17 años al profesionalismo.

Puerto Montt, el equipo más austral del fútbol chileno, retornó al profesionalismo. Los salmoneros, que tienen un estadio con hermosa vista a los canales del mar del sur chileno, recuperan un sitial complicado por las dificultades que impone competir en la Segunda División del país, minada por severos problemas financieros.

La final de la Copa Chile la disputarán dos equipos de regiones. Para Huachipato el título tiene gran significación pues este año cerró la siderúrgica que lo vio nacer, le entregó un estadio y lo cobijó en una historia que tiene ya tres títulos nacionales. Y Limache, su rival, es el equipo más pequeño del fútbol chileno. Representa a una ciudad agrícola que no tiene estadio ni cancha de entrenamiento y que está enclavada en el Valle del Aconcagua, el más prolífico de los escenarios para la competencia oficial, con cinco representantes.

Y la liguilla de promoción se jugó por primera vez sólo con equipos regionales, cuatro de ellos de la zona norte del país: Arica, Antofagasta, Cobreloa y Copiapó, acompañados de Wanderers de Valparaíso y Rangers de Talca, representativos de dos ciudades importantes de la zona centro del país.

Para establecer un último punto, esta temporada dos equipos de la capital perdieron la categoría, pese a tener la condición de fundadores y, alguna vez, campeones del fútbol chileno. Unión Española, con siete títulos y Santiago Morning, con uno, afrontarán el futuro con el temor permanente de la desaparición, algo que todavía no afecta a ningún pasado monarca del fútbol chileno.

Podemos decir que el poder de las regiones, siempre tan postergado en el historial futbolero chileno, se hizo sentir con fuerza en la temporada, con un dato adicional que no es menor: todos los equipos que exhibieron logros el 2025 fueron dirigidos por técnicos nacionales, lo que reivindica un oficio claramente dominado por los extranjeros en el presente siglo.

Aunque parezca sólo una anécdota, es un cambio de eje importante pues serán tres de cuatro representantes en la Copa Libertadores radicados en ciudades que no son Santiago. Sin quererlo, el año expandió la influencia de la provincia, lo que siempre fue reclamado como un derecho. Que esta vez se ganó, merecidamente, en cancha.