Ir al contenido
_
_
_
_

Mariano Fontecilla, el funcionario público chileno de 100 años: “Quiero estar en la ‘fiestonga’ del próximo cambio de mando”

El abogado y diplomático recorre pasajes de una vida cargada de momentos históricos y relaciones improbables con las altas autoridades

Mariano Fontecilla en su departamento en Santiago.
Antonia Laborde

Cuando pequeño, Mariano Fontecilla quería ser camarero o cardenal. Hoy, a sus 100 años, posee el título de Sir, caballero de la Orden del Imperio Británico, y es el único embajador emérito chileno. Pero sobre todo, él se define como “un representante digno del empleado público”. Desde 1945 ha servido a los tres poderes del Estado y hace décadas ejerce como coordinador diplomático del Ministerio de Relaciones Exteriores con el Congreso Nacional. Debido a su edad, comenta, ya casi no viaja a Valparaíso, donde se encuentran las sedes legislativas, pero cumple con su función vía online y participa de encuentros presenciales en Santiago. Atiende esta entrevista en el amplio salón de su piso en el barrio residencial de Providencia con la elegancia que lo caracteriza desde la niñez. De traje oscuro, sombrero Homburg, corbata roja con diminutos zorros y un bastón. Ante la pregunta de cómo está, responde con gracia que “vivo”, como si eso ya fuese mucho decir.

A finales de junio le tocó co-presentar el libro Vivir más, Vivir mejor, escrito por el economista Felipe Larraín, el médico geriatra Pedro Paulo Marín y el sociólogo Eduardo Valenzuela en el que se intenta responder si es posible vivir un siglo con calidad de vida en un contexto de acelerado envejecimiento poblacional. Fontecilla, que nunca fumó ni practicó algún deporte, asegura que la conversación es la clave para mantenerse activo. No le hace el quite a ningún posible interlocutor y apunta que entre sus cuatro hijos, nietos y bisnietos, además de amistades, nunca está solo. Lee sagradamente el diario El Mercurio y pone música en la radio (le gusta la emisora de Carabineros). Por recomendación de su doctor, no ve las noticias en televisión. Y, siempre que el cuerpo se lo permite, acude a misa.

Mariano Fontecilla de Santiago Concha pertenece a una familia aristocrática chilena; único hijo del diplomático Mariano Fontecilla Varas y de la marquesa de Casa Concha, Olivia de Santiago Concha Valdés, de donde viene la famosa viña Concha y Toro. Creció en la casa de su bisabuela en la calle Serrano, en el centro de la capital, a solo unas calles de su colegio jesuita, San Ignacio de Alonso Ovalle. “Cuando iba a entrar a derecho le pedí a mi padre poder estudiar en la Pontífice Universidad Católica de Chile, porque quería seguir con mis compañeros de colegio, pero mi padre me dijo que no. Que tenía que ingresar a la Universidad de Chile porque ahí estaría con quienes trabajaría toda la vida. Y bueno, dicho y hecho”, afirma sobre una generación de la que egresaron 14 embajadores.

Fotografías del libro Al Servicio del Estado.

La memoria de Fontecilla a veces falla. Hay episodios de su vida, sin embargo, que recuerda vívidamente entre sus objetos de platería y fotografías con Reyes y Papas dedicados. Uno de ellos es la visita de una semana de la reina Isabel II a Chile en 1968, durante el Gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Para entonces, Mariano era Director de Protocolo y, con un año de antelación, había preparado la estancia de la monarca en el Palacio Cousiño. Tres días antes de que llegara a Santiago, el recinto se quemó. En ese puñado de horas Fontecilla se las ingenió para dejar unas habitaciones del Hotel Carrera lo más parecidas posibles a las del Palacio de Buckingham. En una de las tantas actividades ajustadas a un programa finamente diseñado, la reina no aparecía. Cuando unos minutos después de lo previsto hizo su entrada al Country Club, el Director de Protocolo la miró y, señalando con un dedo su muñeca, casi a modo de reclamo, le dijo: “Madam, we are late (Señora, estamos atrasados)”.

Al revivir ese arranque de atrevimiento Fontecilla se ríe. “Era simpatiquísima y conquistó la ciudad. Ella es la que me dio la categoría de Sir”, apunta con su dosis de orgullo y humildad en perfecto equilibrio. El distintivo más importante que ha recibido en su trayectoria, sin embargo, para él es el cargo honorífico de Gentilhombre del Papa, otorgado por el difunto pontífice Juan Pablo II. Durante la entrevista utiliza de ayuda memoria el libro Al servicio del Estado, Mariano Fontecilla de Santiago Concha, un diplomático de noble cepa, escrito por la periodista Valeria Ortiz. Más de 60 diputados dieron dinero para financiarlo en el 2010. Una de las fotografías que aparece es la del Papa Juan Pablo II saludando a Augusto Pinochet en el aeropuerto de Santiago en 1987, con Fontecilla entre ambos.

En 1986 Mariano Fontecilla estaba de embajador en España y recibió una llamada de la Cancillería para que organizara la visita del pontífice en Chile. En calidad de Director de Protocolo se trasladó a su país para gestionar el viaje histórico durante la dictadura militar. Observa detenidamente la fotografía y le toma su tiempo recordar el nombre de Pinochet. ¿Estaba nervioso en ese momento? “Yo no, no sé si él…”, responde con dejos de humor. Por sus distinguidas funciones durante toda la estadía, el pontífice le dio el cargo honorario del que goza. ¿Fueron momentos muy difíciles para la diplomacia? “Pero todos han sido dificilísimos. Por angas o por mangas”, apunta.

Fontecilla ha sido funcionario público durante 15 gobiernos de Chile, desde comienzos de la década del cuarenta, con Juan Antonio Ríos. Para cada toma de poder en el Congreso, recibe al presidente o presidenta de turno en las escaleras del edificio legislativo. Su mayor vínculo lo cosechó con Eduardo Frei Montalva, con quien se enviaba cartas en la que se lee en la cabecera “querido amigo”. Una vez que acabó su mandato en 1970 y mientras Fontecilla era Encargado de Negocios en Italia, lo visitó un par de veces y le agradecía no haberle cerrado las puertas, como muchos, según ha relatado.

Mariano Fontecilla conversa con El País sobre sus  funciones durante 80 años en el servicio público.

Además de la buena salud que siempre lo ha acompañado -solo lo han operado una vez, de la vesícula-, Mariano le atribuye a su trabajo el haberle permitido vivir más. Cuando enviudó en el 2000 de su esposa Isabel Margarita Lira, con quien estuvo casado medio siglo, se volcó a sus labores diplomáticas “aún más”. “Era una mujer divertida, inteligente, muy capaz, recordada hasta el día de hoy por mis compañeros”, afirma con el rostro iluminado mientras contempla un retrato suyo en el libro de Ortiz. Sobre el cambio de mando que se avecina el próximo marzo, tras las elecciones presidenciales de noviembre -el mes de su cumpleaños-, afirma que, de estar vivo, “desde luego” que quiere participar de la “fiestonga”. Para entonces, tendrá 101 años y seguirá siendo el funcionario público más longevo de Chile.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_