No es aún la primavera
Cada vez que he escrito sobre el aromo prolifera tanto la buena como la mala prensa que tiene esa especie arbórea. Buena por su tupido y verde follaje; y mala porque acapara el agua

Es un error muy frecuente creer que ha llegado la primavera, a finales de julio, porque en la zona sur y central de Chile hayan florecido los aromos. La primavera tiene que esperar aquí hasta bien entrado septiembre, y antes de ella, florecerán no solo los aromos, sino, y poco después, los ciruelos y duraznos. Habrá que esperar mucho más para que reaparezcan los jacarandás y también ese pequeño arbusto –el retamo-, que despide lo que puede es percibido como el perfume oficial del verano chileno. ¿Puede haber una fragancia más dulce y extendida que la de las flores del retamo?
El aromo es un arbusto que florece en invierno y en este tiempo hay una gran abundancia de esa especie en la ruta que une Valparaíso y Santiago, especialmente entre Placilla y Casablanca. Ya a partir de esta última localidad, los aromos empiezan a ralear y nos deslumbran solo a trechos. En las inmediaciones del Lago Peñuelas, en cambio, se apretujan unas ramas con otras, pegados a la carretera, para ofrecer a los automovilistas una deslumbrante y firme belleza.
Sin primavera aún, es muy posible que ante tan magnífica vista uno se engañe a mí mismo, o que, a lo menos, sienta ya próxima la siguiente estación del año. La primavera, bella y todo, promete siempre más de lo que realmente ofrece, y hay que pensar entonces en el verano –que es la estación que se parece al amor-, en tanto el invierno se asemeja al dinero. Así lo pensó Francis Scott Fitzgerald, y de ambos – amor y dinero- había en abundancia durante las fiestas que ofrecía Gatsby en su siempre concurrida mansión, mientras la luz verde al otro lado del muelle continuaba parpadeando.
Hay también aromos blancos, como si el más común color amarillo de sus flores hubiera sido lavado por la llovizna que se deja caer en la proximidad de las zonas costeras. Debido a su portentosa luminosidad, el más frecuente aromo amarillo va trenzándose como si intermediara la mano del hombre a fin de constituir una casi interminable guirnalda a partir de sus blandos pompones. En efecto, está claro que la primavera no ha llegado cuando florece el aromo, pero avisa y nos recuerda que las distintas estaciones del año se anticipan, al menos en parte o solo por momentos, a aquella que le sigue según el orden natural de las cosas, y lo mismo pasa con el otoño cuando ha llegado el verano.
No puede haber verbo más feo que ese, pero el hecho es que las estaciones se “traslapan”. Sutilmente, pero eso es lo que hacen. Se invaden unas a otras, se anticipan por medio de leves pero perceptibles señales, conscientes tal vez del cambio y de su próximo fin.
Cada vez que he escrito sobre el aromo prolifera tanto la buena como la mala prensa que tiene esa especie arbórea. Buena por su tupido y verde follaje, por el color y fragancia de sus flores, porque resisten bien las bajas temperaturas, y porque ofrecen alimento a agentes polinizadores en una época del año en que las flores escasean; y mala prensa porque acapara el agua y hace daño a otras especies nativas, provoca alergias e invade el paraje ajeno. Así son las cosas, y como dice el tango, “toda carta tiene su contra y toda contra se da”.
Igual me quedo con la primera de esas cartas, y sin esperar la contra, así tenga el aromo, como de hecho la tiene, una evidente vocación de dominio.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Más información
