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SECTOR AEROESPACIAL
Tribuna
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Industria, academia y Estado: el despegue que Chile necesita

En la próxima década, la economía espacial duplicará su tamaño, impulsada por la expansión de satélites, sensores y sistemas de observación que transforman la forma en que entendemos y gestionamos el planeta

Vista de la Feria Internacional del Aire y del Espacio, en Santiago, el 27 marzo 2024.

La Feria Internacional del Aire y del Espacio (FIDAE) es el evento aeroespacial, de defensa y seguridad más relevante de América Latina. En sus más de 40 años de historia se ha consolidado como un punto de encuentro entre expositores, delegaciones internacionales, autoridades, centros de investigación y universidades, generando alianzas estratégicas y nuevos espacios de cooperación. En 2026, su vigésima cuarta edición se realizará entre el 7 y el 12 de abril, y ya se están realizando los preparativos para fortalecer su alcance.

Durante la última FIDAE, la Fuerza Aérea de Chile presentó el proyecto Aviador, una iniciativa institucional que conmemora su centenario apostando por la formación de profesionales con dominio de tecnologías emergentes, sin perder su vocación pública. Esta propuesta dialoga con un fenómeno global: en la próxima década, la economía espacial duplicará su tamaño, pasando de 600 mil millones a 1,3 trillones de dólares, impulsada por la expansión de satélites, sensores y sistemas de observación que transforman la forma en que entendemos y gestionamos el planeta.

La irrupción de la inteligencia artificial ha acelerado este proceso. Chile ha sido uno de los países de la región con mayor velocidad de adopción. Hoy, los desafíos ya no están solo en capturar información, sino en desarrollar las habilidades necesarias para traducir grandes volúmenes de datos en decisiones más eficientes, responsables y contextualizadas.

Chile cuenta con condiciones geográficas únicas para recolectar información crítica desde su territorio. Sin embargo, esto no es suficiente si no se impulsa una estrategia clara que articule capacidades y formación de capital humano. El bienestar social y económico depende del desarrollo de las industrias, y estas, a su vez, necesitan talento especializado.

En ese escenario, la academia tiene un rol ineludible. Formar profesionales capaces de integrarse a entornos multidisciplinarios, con pensamiento crítico y comprensión tecnológica, es parte del desafío. Pero no se trata solo de formación. Se trata de construir puentes permanentes con el sector público, privado y militar, para identificar oportunidades concretas de desarrollo nacional.

Pero para alcanzar esa proyección, necesitamos algo más que buenas intenciones: se requiere voluntad política, inversión sostenida y una hoja de ruta que trascienda los ciclos gubernamentales. Es fundamental diseñar políticas públicas que promuevan la investigación aplicada, incentiven la transferencia tecnológica y faciliten la participación activa de las universidades en proyectos estratégicos. A su vez, las instituciones de educación superior debemos fomentar una cultura de innovación, que permita a nuestros estudiantes no solo adaptarse a los cambios, sino liderarlos. Si aspiramos a un desarrollo sostenible y competitivo, debemos despegar juntos, alineando misión, visión y acción desde cada uno de nuestros sectores.

La colaboración entre estos mundos no es una opción. Es una urgencia. Mientras países como México ya preparan su propia feria aeroespacial —la FAMEX 2025, que se realizará en abril del próximo año—, Chile tiene una ventaja histórica, logística y técnica que no puede desaprovechar. FIDAE 2026 es una oportunidad para seguir avanzando en esa dirección. No solo como anfitriones, sino como actores clave en el desarrollo regional. La academia está lista para sumarse a este vuelo.


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