Mistral internacional: un legado para tiempos de crisis
El caso de Mistral muestra los beneficios de centrar la acción diplomática en el fortalecimiento de redes antes que en su contenido o agenda política

Gabriela Mistral es una presencia cotidiana para chilenas y chilenos. La vemos enaltecida en el GAM y vigilante en el billete de 5.000 pesos. Su rostro se repite en murales, libros escolares, pósters feministas, eventos religiosos, como si cada cosa en Chile pudiera recibir su nombre.
Recientemente se cumplieron 136 años de su nacimiento, y pronto celebraremos ocho décadas del galardón del Nobel. Hoy, el debate gira en torno a cómo hacerle justicia a su obra. Algunos quieren continuar la euforia de los homenajes sugiriendo rebautizar Coquimbo con su nombre. Otros la reclaman como símbolo desde su identidad rural o su sexualidad alternativa. Más de alguien ha querido proteger la intimidad de una de las personalidades más colectivas que ha tenido nuestra tierra.
En colaboración con el Centro de Políticas Públicas UC, estamos desarrollando un estudio que propone volver a preguntarnos por un don más modesto y poco explorado: su rol diplomático. Mistral no solo fue la primera mujer en ejercer el rol de cónsul en nuestro país, sino que nos heredó un nuevo estilo de hacer política internacional a través de la diplomacia cultural en un momento difícil del mundo. Nuestra poeta nos mostró que la diplomacia cultural permite que los vínculos internacionales persistan cuando las relaciones políticas y económicas entran en crisis.
Gabriela Mistral participó activamente del Instituto Internacional de Cooperación Intelectual, con sede en París, entre 1928 y 1937, ad portas del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El reconocimiento del Estado chileno como delegada le permitió colaborar en el Comité Permanente de las Letras y de las Artes, gestionar traducciones de historiadores y folclore chileno en la Colección Ibero-Americana del Instituto y representarnos en la Conferencia General de Cooperación Intelectual en la Exposición Universal de París de 1937.
Pero no se conformó con su rol a distancia. Su acción diplomática sirvió para fortalecer nuestra institucionalidad doméstica. Mistral robusteció la Comisión Chilena de Cooperación Internacional, alojada en la Universidad de Chile, creando una red internacional de apoyo a la circulación global de nuestra cultura. El caso de Mistral muestra los beneficios de centrar la acción diplomática en el fortalecimiento de redes antes que en su contenido o agenda política. En este esquema, fue fundamental el reconocimiento oficial de Mistral como un agente cultural no estatal, que desde la autonomía relativa de la cooperación intelectual logró construir plataformas domésticas de vinculación internacional.
Mistral le dio una voz a Chile y América Latina en las emergentes instituciones internacionales justo en un momento de crisis. Su acción cultural internacional aportó resiliencia a las relaciones internacionales de nuestro país con el mundo. Al entrar en crisis la política y la economía, la relación cultural mantuvo viva la cooperación.
De ahí la relevancia de ganar el Nobel en 1945, ya terminada la gran guerra, tras su sexta postulación y dos décadas de intensa labor diplomática. Su primera candidatura en 1939 revela las redes desde la que construyó su imagen global, firmada por tres actores: la Universidad de Chile, un Instituto bilateral dependiente de la Comisión Chilena de Cooperación Intelectual y representantes de varios países de Centro y Sudamérica. El Comité del Nobel declaró que Mistral encarnaba las “aspiraciones idealistas” de toda América Latina. No exageraríamos al declarar que, en su ingenio diplomático, tanto como en su poesía, encontramos la justificación del premio, y que, así como es justo leerla, también lo es recuperar en nuestro país su regalo en la reconstrucción de una diplomacia cultural para Chile. Es urgente recoger el legado de Mistral en nuestro presente de guerras comerciales, cierre de fronteras y conflictos armados. Cultivar las redes culturales internacionales de Chile hacen a nuestro país más resiliente en este momento de transición y le permiten tener una voz de cooperación y paz, una voz mistraliana, en el incierto orden internacional.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.