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cítica literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Los alados’: en medio del pecho, un nido de alondras

A caballo entre el ensayo, la poesía y la memoria, Elisabet Riera brinda un texto arrebatador sobre las criaturas aéreas

Jacinto Antón

Ha querido la casualidad o el destino que quien firma estas líneas vuelva a hablar de un libro de Elisabet Riera con alas 15 años después. Nos conocimos con la escritora en 2011 cuando publicó su emocionante novela La línea del desierto (RBA) en la que recreaba la aventura del aviador Joseph Roig, el piloto que abrió la famosa y peligrosa ruta Toulouse-Casablanca-Dakar que sobrevolaba el Sahara y al que siguieron Saint-Exupéry, Mermoz, Guillaumet…, los arcángeles -precisamente- de L’Aéropostale. “Este libro también es sobre alas, aunque ahora no mecánicas sino orgánicas”, me dice con un guiño Riera de Los alados (en catalán Males herbes y en castellano Siruela). “El salto de un libro a otro, del primero al último que he escrito, marca un arco de transformación, de la épica a la lírica, pero sin cambiar de obsesiones”.

De hecho, Riera —con la que no hemos dejado de estar en contacto a través de su editorial Wunderkammer con asuntos tan maravillosos como las amazonas, la condesa Erzsébet Bathory (con alas de vampira), Pierre Loti o Juan Eduardo Cirlot—, hace aparecer en Los alados a los pilotos de la línea y al biplano que usaban, el Breguet XIV, al que compara, con sus 15 metros de envergadura, con los pterosaurios. No es una sorpresa que salgan los aviones de la línea, ni los pterosaurios, porque en el nuevo libro de la escritora sale de todo, de todo lo que vuele: pájaros, por supuesto, pero también ángeles y otros seres legendarios, dioses, chamanes, hadas, poetas. Salen la ornitomancia, las aves del paraíso, el hombre-pájaro de Lascaux, el caballero del cisne (Lohengrin), la oca, el fénix, el roc, las sirenas y arpías, los camachuelos silbadores, el estornino de Mozart, el archaeopterix, Ícaro, Cupido, la serpiente alada, las isménides, el hijo de Príamo transformado en somormujo, las mariposas y las alondras, a las que Riera dedica una de las muchas frases o sentencias que sobrevuelan las aéreas páginas: “En medio del pecho, un nido de alondras”. Algo que podía haber dicho Emiliy Dickinson (que curiosamente no es citada en el libro, aunque aparece mucho en cambio Anne Carson).

A caballo entre el ensayo, la poesía y la memoria personal, Los alados cita una enorme cantidad de autores y obras para llevar agua (más bien plumas) al molino de un discurso que a ratos no sabes muy bien a donde va, aunque es igual porque lo importante es que en las palabras, ofrecidas como un elixir embriagador, resuene el canto mágico de los pájaros y nos veamos trasladados a una esfera lírico-espiritual de comunión con lo aéreo. Bachelard, Jung, Eliade, Corbin, Kerenyi, Robert Graves revolotean por ahí, en curiosa conexión con estudiosos de las aves como Tim Birkhead o Helen Macdonald, poetas como D’Annunzio, Rilke (“todo ángel es terrible”), Ovidio, Milton, Safo, Blake (“un petirrojo en una jaula /enfurece a todo el cielo”), o autores tan variados como Borges, Swedenborg, Calasso, Vinciane Despret y el egiptólogo Wallis Budge (la autora ofrece puntual referencia de todas las citas y una bibliografía al final).

El leit motiv de Los alados es que los pájaros y todos los seres con alas por extensión aluden a los vínculos entre la tierra y el cielo, el mundo de lo real y el espiritual o de la imaginación, o como repite la autora, “el secreto de la vida y la muerte tiene forma de ave”. Elisabet Riera nos lleva en un viaje erudito a través de diferentes épocas, culturas y estéticas, en alas de poetas, artistas, científicos o filósofos, a recorrer esas conexiones con paradas en los Upanishads , el I Ching o La conferencia de los pájaros, del persa Farid ad Din Attar, en el que las aves capitaneadas por la abubilla buscan a su rey, el simurg.

Como decía, a menudo el discurso se disuelve en una lista de curiosidades (una legión celestial tiene 6.666 ángeles, las golondrinas pasan el invierno bajo el agua, las palomas llegaron de Oriente a Europa como el regalo de un noble veneciano a su hija para curarla de la melancolía) o en un lirismo que rompe el esquema del ensayo para llevar a una suerte de reflexiones (“¿qué sueñan los pájaros cuando duermen durante el vuelo?”, “¿qué son los poetas sino pájaros?”), máximas e incluso letanías (como las del fénix).

En medio del baño de erudición y poesía, la línea autobiográfica actúa de pegamento de tantas historias y fulguraciones: en el centro del libro está la propia Riera (a la que llamaban de niña, nos dice, “gorrión desplumado” y cuyos abuelo tenían un búho disecado sobre la nevera) y su experiencia vital con los pájaros como símbolos de todo lo misterioso y trascendente de la vida, incluido el amor, el resplandeciente y el desgraciado. Los alados está consagrado a un ave concreta, el pajarillo adivino Tiresias (¿un jilguero, un pinzón?) que la autora encontraba de niña, paseando con su padre, en un puesto de las Ramblas barcelonesas y que ofrecía con el pico un papelito que contenía un augurio. Ese papelito desplegado y reflejado en el espejo multiplicador de las maravillas es lo que nos brinda como un regalo precioso la alada Elisabet Riera.

Los alados. Criaturas divinas y otros mensajeros

Elisabet Riera
Traducción de la autora
Siruela, 2025
224 páginas, 19,95 euros

Els alats

Elisabet Riera
Males herbes, 2025
248 páginas, 19,90 euros

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.
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