Joan Didion en el diván
La didionmanía crece imparable desde el fallecimiento de la autora en 2021. Exposiciones, documentales y nuevos libros, a los que se suma ‘Apuntes para John’, las notas que ella tomó de sus sesiones de terapia


La escritora californiana Joan Didion (1934-2021) resumió por escrito las sesiones que mantuvo con el psiquiatra Roger McKinnon. Comenzó a visitarle en noviembre de 1999 y unos meses después, en julio de 2000, anotaba esto:
—Sabe de qué ha ido toda la sesión, ¿verdad?
No, dije.
—Sobre verse forzada a recapitular. A mirar su vida. A preguntarse si la ha vivido de veras. A preguntarse qué tiene que dejar atrás. Es algo a lo que todo el mundo debe enfrentarse. Es difícil hacerlo.
El volumen póstumo Apuntes para John (Random House) reúne las notas en bruto de una mujer que ya mediaba la sesentena, que se había labrado un nombre escribiendo guiones para Hollywood junto a su esposo, John Gregory Dunne, y formaba parte de los glamurosos y bohemios círculos de Los Ángeles en los sesenta y setenta; una cronista del Nuevo Periodismo que marcó su propio camino a golpe de frases secas en las que mostraba su inclemente e inteligente mirada, siempre dispuesta a poner en cuestión las asunciones biempensantes y a llevar la contraria; una novelista que lograba trasladar a la página con finura un mundo y un ambiente que conocía bien. Didion podía escribir sobre sus migrañas y aunar una descripción clínica con una sensación íntima, o arrancar su primera colaboración regular para la revista Life hablando del viaje a Hawai con su marido y su hija para tratar de esquivar el divorcio en 1969. En aquel texto acababa escribiendo sobre esas islas, sobre los grandes hoteles, sobre la II Guerra Mundial y los cementerios de soldados, sobre James Jones y su De aquí a la eternidad.
Didion tomó su vida para hablar del mundo, sus crisis personales para abrir el foco y tratar la que afectaba a su país y a su generación, la debacle del American way of life. Describe el inquietante momento en que la bonanza post II Guerra Mundial mutó en sofocante pesadilla en los sesenta y setenta: revolución contracultural, drogas, guerra de Vietnam, disturbios raciales, pánico por la bomba nuclear, CIA, asesinatos del presidente Kennedy, de su hermano Robert, de Martin Luther King, de Sharon Tate en Los Ángeles. O luego, en los ochenta, de cómo una estrella de Hollywood de segundo rango, Ronald Reagan ocupa la presidencia. Cronista implacable, —alejada del barroco y gamberro Tom Wolfe y del gonzo Hunter Thompson—, desmonta el cliché y logra construir un arco narrativo, incluso partiendo de la idea de que ese arco no existe, de que lo inventamos para escapar del abismo, para sentir que el mundo tiene sentido.
En los nuevos escritos íntimos publicados este abril en Estados Unidos por decisión de su sobrino, unos días después de que estos y otros papeles quedaran abiertos a la consulta del público en la Biblioteca Pública de Nueva York, surgen las grietas de su historia familiar. En el repaso a las conversaciones terapéuticas publicadas ahora, Didion deja de lado en buena medida la prosa con la que ha capturado el imaginario de sus devotos seguidores, tan trabajada que en ella resuenan un eco de naturalidad y una fuerza que parecen irrompibles y sencillos. En estas notas renuncia a la distancia literaria, al control absoluto, a su manera de conmover al lector con ese estilo tan suyo que encaja de forma perfecta con la definición de elegancia que se emplea en el vestir, esa afirmación que sostiene que la clave está en lo que se muestra y lo que se oculta. (Esta mención a la moda no es del todo gratuita, al fin y al cabo, la escritora dio sus primeros pasos en Vogue y fue un icono del mundo de la moda hasta sus últimos años, con su delicada fotogenia y su exquisito gusto, protagonista de la campaña de una gran marca de moda cumplidos los ochenta).
Esa misma idea de mostrar para ocultar tiene su versión literaria en la teoría del iceberg de Hemingway, el escritor cuyos libros Didion copiaba en su máquina de escribir de niña para interiorizar el ritmo de la prosa. Lo contaba de nuevo en el documental Joan Didion: The Center Will Not Hold, dirigido por su sobrino y estrenado en Netflix en 2017. ¿Es Didion de alguna manera una versión femenina de Hemingway? Para muchas generaciones de jóvenes lectores estadounidenses sin duda es igual de clásica. Y ella creó un estilo, una forma de ver, mirar hacia dentro y contar, una corriente del ensayo personal que ha dejado huella en una legión de autoras (Leslie Jamison o Maggie Nelson, entre otras muchas).
El emocionante y delicado equilibrio que Didion logró sostener en El año del pensamiento mágico, su primer libro traducido al español, en 2006, y el que la consagró como estrella literaria más allá de Estados Unidos, desaparece en Apuntes para John, una cara b de la historia. El periodo que cubren estas anotaciones de sus sesiones con McKinnon es un oscuro preludio. Termina seis meses antes de que su hija se casara en julio de 2003. En diciembre de ese año Quintana ingresó por una neumonía y tuvo un shock séptico. Cinco días después, tras visitarla en el hospital junto a su esposo, mientras cenaban, él se desplomó y murió de un infarto. Aquello fue el arranque de la desgarradora y magistral narración de El año del pensamiento mágico. “Te sientas a cenar y la vida que conoces se termina”, escribió en una de las primeras notas de las que surgió este libro.

Su hija Quintana Roo, adoptada por la pareja nada más nacer en 1966, tuvo graves percances, sucesivos ingresos médicos y falleció en 2005. Didion escribió entonces el segundo libro de duelo, Noches azules. Ahora, Apuntes para John cierra un extraño círculo. Didion en crudo mantiene su afilada inteligencia, que vuelca para entender con su terapeuta el punto en que se encuentra su vida, los errores que ha cometido y cómo puede ayudar a Quintana, cuyas crisis recurrentes con el abuso de alcohol y desubicación vital son el motivo por el que llega a la consulta del psiquiatra. ¿Cómo puede salvarse su hija? ¿Qué dinámica enferma han establecido que abunda en el problema y la hunde también a ella? ¿Qué distancia es la adecuada para ayudar y sacarla del bucle autodestructivo? En estas páginas asoma la zozobra de una madre angustiada y cansada de estarlo, las reflexiones sobre sí misma de una persona altamente perceptiva, el pudor de una mujer criada en una familia protestante con pocos miramientos sentimentales y con un padre con fuertes depresiones, la historia de un matrimonio que en algún momento fue un trío, la responsabilidad, culpa y hastío que se siente hacia los hijos por ese amor irrenunciable que a ellos ata. La mirada directa sobre el problema y la historia misma son de Didion, pero la prosa no suena apenas a ella y esto descoloca, porque tras esa ausencia de narración literaria se intuye dolor. “Nos contamos historias para poder vivir” es una de las frases más célebres de Didion y con la que arranca la colección de crónicas The White Album. En este nuevo libro se aprecia que las historias no fueron suficiente analgésico.
La pregunta que se impone es ¿tenía sentido publicar esto? Se rompe la intimidad y la distancia que ella construyó, ¿también el mito que la ha colocado como epítome de lo cool en todas las acepciones que tiene este término? Los papeles entre los que se encontraban estos apuntes iban a estar a disposición del público, así que quizá mejor publicarlos que verlos reproducidos de forma incompleta en biografías de nuevo cuño. Pero la idea de que este libro violenta la intimidad y descubre algo que quizá no debería ser compartido ha alimentado un encendido debate desde esta primavera. Puede que el perfil de la escritora que aparece tras las notas de sus sesiones de terapia rompa con la imagen que tienen sus lectores y preferirían no verlo. Didion escribió estos apuntes para John Gregory Dunne, su esposo, quizá porque necesitaba dirigirlos a alguien, pero no está claro que él los viera. Tampoco por qué ella no los destruyó.
El furor en torno a Didion viene de atrás, pero alcanzó su punto álgido con El año del pensamiento mágico. Una versión teatral protagonizada por su buena amiga Vanessa Redgrave se estrenó en Broadway. Didion trabajó la adaptación en su primera incursión en la escritura teatral y acudió cada día a ver las funciones desde un palco. Allí sentía, escribió, que las escenas parecían detener el tiempo y contener la tragedia que asoló su vida.

La didionmanía ha seguido creciendo imparable, aún más tras el fallecimiento de la escritora. En 2022 se celebró una exposición sobre su historia y legado, comisariada por el crítico Hilton Als en el Hammer Museum de Los Ángeles. Hubo nuevos montajes de la obra en Londres y Nueva York con una versión que se centra más en el pánico de la escritora. La subasta celebrada también en 2022 acabó por confirmar el estatus de estrella y la mística que rodea su figura: sus gafas de sol se vendieron por 27.000 dólares y sus cuadernos en blanco por 11.000.
Pero lo cierto es que más allá de Apuntes para John, Didion está siendo desmitificada desde distintos frentes. Han salido dos libros sobre ella y se preparan varias biografías más. En Didion & Babitz (Random House lo editará en español en 2026), la periodista Lili Anolik parte de las cajas con papeles de Eve Babitz encontradas en un armario, para reconstruir el enfrentamiento entre estas dos californianas.
Didion era extremadamente cuidadosa en la forma en la que se presentaba en la página y fuera de ella: bella, frágil, reservada, brillante. “¿Podrías escribir lo que escribes si no fueras tan diminuta, Joan? ¿Te lo permitirían si no fueras tan poco amenazadora físicamente?”, escribió su némesis, amiga y luego enemiga, la irreverente, excesiva y desbordante Eve Babitz. Nueve años menor que Didion, criada en el círculo de Schoenberg y Stravinsky, bomba sexual, desprejuiciada y salvaje, la autora de El otro Hollywood y Días lentos, malas compañías encarnaba la sensualidad sin freno frente a la cerebral Didion. Su historia de amistad y enemistad ofrece un retrato poco habitual de una época en Los Ángeles.
We Tell Ourselves Stories, de Alissa Wilkinson, reconstruye también esta historia, pero se aleja del jugoso cotilleo para desentrañar cómo Didion construyó su imagen y su carrera. Sus primeros pasos en Nueva York en las revistas de moda, su insaciable ambición y capacidad de trabajo, su republicanismo y colaboraciones para el semanario de William F. Buckley The National Review. También cubre su idilio juvenil con el cronista político Noel Parmentel, el mentor que impulsó su carrera, alimentó su descreimiento y escepticismo, y la presentó al joven periodista de la revista Time John Gregory Dunne con quien acabaría casándose cuando ya estaba claro que el divorciado Parmentel no iba a ofrecerle la estabilidad que ella ansiaba. Es el hombre que no nombra en su precioso texto de despedida de Nueva York, y el amigo íntimo que se alojaba en casa de la pareja cuando visitaba Los Ángeles. El retrato que hizo años después de él Didion en una de sus novelas terminó de cuajo con aquella relación.

Wilkinson se centra en la estrecha conexión de Didion con las películas de Hollywood, como niña de posguerra y admiradora de los westerns, como crítica de cine y también como guionista. Su querencia por el relato y por la trama, aunque fuera para señalar el desmoronamiento de esa estructura, sostiene su magnetismo. “Para el público lector era la encarnación de lo cool, del análisis preciso, de la mujer que miraba al mundo y lo entendía. Su iconografía era bien conocida por sus lectores: un retrato de ella fumando, otro en el que se apoya en un Corvette Stingray, parece que echando el humo a la cámara. Varios reportajes en revistas habían mostrado su vida con su esposo John Gregory Dunne y su hija Quintana Roo”, escribe Wilkinson. “La gente, especialmente las mujeres, leían su obra y desarrollaban una relación con ella. Sabían que Didion era como ellas. En otras palabras, Joan Didion era una estrella y lo sería aún más con el paso de los años”.
La fuerza de sus escritos hoy se mantiene y la atracción que despierta no decae, pero su figura a la luz de las nuevas publicaciones parece menos compacta, porque la vida no lo es, y las historias son algo más complejas de lo que nos gusta pensar. La propia Didion escribe en las notas de la sesión con su terapeuta McKinnon en julio de 2000:
“Me preguntaba si mucho de lo que parecía fortaleza no era solo una capacidad muy desarrollada de compartimentar.
—Usted compartimenta, sí, pero yo veo una fortaleza de verdad.”

Apuntes para John
Traducción de Gabriela Elena Castellotti
Random House, 2025
254 páginas

Noches azules
Javier Calvo Perales
Random House, 2019
160 páginas
18,90 euros

El año del pensamiento mágico
Javier Calvo Perales
Random House, 2015
192 páginas
18,90 euros

Los que sueñan el sueño dorado
Traducción de Javier Calvo Perales
Random House, 2012
352 páginas
22,90 euros
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