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Crítica Literaria
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Proust, novela familiar’: un ensayo autobiográfico que es un insulto genealógico

Un relato sobre el aparatoso refinamiento de la aristocracia francesa a cargo de Laure Murat, cuya homosexualidad le hizo romper relaciones con su familia, reflejada en la obra cumbre de Proust, ‘En busca del tiempo perdido’

Retrato de Maria-Annunziata (o Carolina Bonaparte, 1782-1839), reina de Nápoles y esposa de Joaquín Murat, rodeada de sus hijos. Pintura de François Gerard (1770-1837).

Hace unas pocas semanas, escribía en esta misma sección sobre la novela familiar, a propósito del último libro de Marcos Giralt Torrente, y la casualidad ha querido que coincida en el tiempo con la publicación de otra novela familiar, la que ha escrito Laure Murat, princesa Murat, descendiente, entre otros abolengos, del mariscal Joachim Murat —cuñado de Napoleón, rey de Nápoles y un hombre de infausta memoria para nosotros por la represión que llevó a cabo del pueblo madrileño, después del levantamiento del 2 de mayo de 1808—. Se titula Proust, novela familiar. Trata sobre su aristocrática familia —su abuelo era duque de Luynes—, vinculando su relato al revelador entusiasmo que manifiesta por Marcel Proust y su célebre heptalogía En busca del tiempo perdido, en la que su familia ocupa un espacio propio. La obra de Proust atrapa, como todos sabemos, un mundo de personajes finiseculares con títulos nobiliarios, sirvientes y amas de llaves; de privilegios y de refinamiento que, sin embargo, van quedando al descubierto a medida que avanza la obra y, en su ánimo, Proust se iba decepcionando de aquel fastuoso, en apariencia, mundo de Guermantes.

En una entrevista a Annie Ernaux, después del Nobel, una periodista le pidió que describiera con una frase el entorno social del que procedía: “La realidad, sin palabras”, contestó. Y, si lo pensamos, la propia obra de la escritora francesa se ha centrado en explorar un universo autobiográfico empleando para ello el mínimo de palabras posibles; todas son necesarias en sus libros y se emplean con la mayor austeridad posible. En el entorno noble de Murat la actitud era precisamente la opuesta: las palabras, sin la realidad.

La preocupación de la aristocracia francesa por la distinción idiomática, por hacerse con una dicción particular donde resaltara el empleo de una estudiada vocalización, el recurso a las caídas efectistas de una frase o la exigencia del ingenio (nada de peor gusto en un salón que dejarse llevar por la laxitud verbal). Significa el cultivo de lo que se conoce como un acento de clase, el mayor distintivo social en Francia o en Inglaterra (nunca en España, donde, como sostenía Ortega, siempre tenemos la oportunidad de apreciar un rechazo firme, casi innato y, desde luego, transversal al hablar bien). Laure Murat se apropia realmente, es decir simbólicamente, del discurso cada vez más desencantado sobre la aristocracia francesa expuesto en la Recherche y lo eleva a hipótesis de trabajo: la novedad está en la experiencia propia que sirve para corroborar el punto de vista proustiano. Esto es, el deber de preservar la distinción idiomática, sentido por la aristocracia francesa como garantía de su integridad de clase, era un signo de la primacía que se daba en todo a la apariencia de las cosas, muy por encima de su realidad.

Retrato de la escritora Laure Murat en su casa el 21 de junio de 2016

Tras ese aparatoso refinamiento, quintaesenciado en el uso social de la palabra, residía un vacío helador: hombres y mujeres apoltronados e incultos que pretendían medir el complejo funcionamiento de la vida con unas normas rituales y absurdas. Para comprender su culto a la forma y a la teatralidad impersonal basta una anécdota de la Recherche, comentada ampliamente por Murat, cuando Charles Swann, al acompañar a la duquesa de Guermantes hasta su coche, le comenta, cabizbajo, que le queda muy poco tiempo de vida. Pero la duquesa llega tarde a una cita y, ante el dilema de atender al amigo en su desamparo o retrasarse a la cena prevista, opta elegantemente por descreer de lo que Swann le dice y convertirlo en un comentario sin importancia. Seguro que una invitación para almorzar en su casa podía poner remedio a ese momento bajo y, dicho esto, Oriane entra en el coche a toda prisa. La frialdad de la escena es indisociable de una forma de vulgaridad específicamente vinculada a las costumbres de la clase alta, observará Murat, pues su reacción solo se entiende como reflejo de un código de cortesía que prescinde de cualquier experiencia que obligue a desprenderse de ella.

A la hora de abordar el relato, la autora no puede evitar la frialdad de la que procede, quintaesenciada en el uso social de la palabra

En el punto geométrico entre los opuestos se ubica el libro de Murat, expulsada del Gotha por sus padres al no aceptar, en su momento, tanto su homosexualidad como la franqueza al confesarlo. Actualmente es profesora en una universidad estadounidense, se define como una mujer de izquierdas y ha roto toda relación con su familia, pero no puede evitar la frialdad de la que procede a la hora de abordar el relato. Tengo mis dudas de si, en la oposición universal que establece el libro entre el vacío (moral) de la aristocracia francesa y la plenitud de una verdad (sexual) que abomina de sus raíces y que ella misma representa, Murat no está abusando de lo que Pierre Bourdieu definió como el “insulto genealógico” tras el cual se halla, de algún modo, la venganza del repudiado. “¡Alzaos, anheladas tormentas!” es un verso de Chateaubriand que el padre de la escritora gustaba de repetir, con la entonación volcánica precisa, a sus pequeños hijos. No hay duda de que las tormentas llegaron. Y su hija da fe de ello.

Proust, novela familiar

Laure Murat
Traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego
Anagrama, 2025
288 páginas. 19,90 euros

Proust, novel·la familiar

Laure Murat
Traducción de Valèria Gaillard
Llibres Anagrama, 2025
280 páginas. 19,90 euros

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