Llámalo equis
Quizás el genialoide Elon Musk oyó un día lejano esa expresión y ya se le quedó grabada para siempre


Discutimos a veces sobre la denominación exacta de algo incluso cuando nos hemos puesto de acuerdo acerca del concepto que se desea nombrar. Y ante tal discrepancia, uno de los interlocutores termina diciendo: “Bueno, llámalo equis”. De ese modo, indica que no le importa tanto la palabra como el significado que los dos hablantes ya comparten.
El nombre de la letra x constituye una rareza, porque no contiene el signo que refiere. Y como representa a la incógnita, suele venir bien para expresar algo que se queda en el aire.
–Tu amigo vuelve y vuelve al mismo tema hasta que logra lo que quiere. Es muy pesado.
–No, más bien es muy tenaz.
–Un obstinado, te lo aseguro.
–Yo lo veo como una persona muy constante.
–Bueno, pues llámalo equis.
No vale la pena discutir más en ese caso, puesto que los dos interlocutores están de acuerdo en que la persona de quien hablan suele mostrarse insistente, ya se vea eso como una virtud o como un defecto insoportable. Además, conforme señala el Diccionario del Español Actual dirigido por Manuel Seco, la x puede referirse a algo que no interesa especificar.
Quizás el genialoide Elon Musk oyó un día lejano esta expresión y se le quedó grabada para siempre, porque a uno de sus 12 hijos, que ahora tiene cuatro años, le puso por nombre X. ¿Cómo llamaré a mi nuevo hijo?, se preguntaría él. ¿Le llamo Elon? ¿Le llamo Donald? “Llámalo equis”, oyó a lo mejor. Y lo hizo.
Se supone que X funciona para ese niño como nombre de pila, el que usarán sus compañeros de colegio a fin de reclamarle que les pase el balón durante un partido; porque el nombre completo, ya con apellidos, es X Æ A-12.
Luego, en 2023, Musk extendió la marca del niño a la compañía que había comprado el año anterior por 44.000 millones de dólares: Twitter. ¿Esta red social es un medio de comunicación, es un medio informativo, es una plataforma, es el reino de las calumnias anónimas, de los bulos impunes? Llámala equis, le dirían. Y también lo hizo. El magnate sustituyó así el nombre Twitter y el pajarito azul por una tétrica letra X de trazo blanco sobre fondo oscuro, que, aislada, carece de referentes notorios salvo en el cine porno y en las matemáticas. De ese modo se daba el capricho de desahogar su obsesión con tal signo, que también ha usado para su empresa SpaceX.
Y con esta decisión sobre la marca de la red social, Musk ha planteado un problema léxico a todo el mundo mundial, como un arancel propio suyo. A partir del nombre Twitter (que en inglés se interpreta como “trinar”, “gorjear” o “piar”, de ahí el pajarito) se habían creado como referencia a los mensajes el sustantivo tweet y el equivalente “tuit” en español, con su plural “tuits”; y con la más cabal traducción “trino” y “trinos” en Colombia. No hay duda de que se trataba de una empresa muy adecuada para Musk, que tiene la cabeza llena de pájaros. Tal vez por eso le cambió el nombre: para disimular.
El caso es que ahora deberíamos replantearnos el sustantivo que designa cada mensaje emitido en esa red, pues ha cambiado la palabra de referencia. ¿Podemos seguir hablando de trinos cuando ha desaparecido el pájaro? ¿Mantenemos el sustantivo “tuit” que se ha venido empleando hasta ahora? ¿Lo adaptamos al nuevo nombre de la plataforma?
Ante esta cuestión metódica, sin duda apropiada y consecuente, ya me estoy imaginando la visionaria respuesta de Musk:
“No te preocupes, llámalo equis”.
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