
Académica
Soy una meritoria de la RAE que hace sus pinitos. Pero no podré ocupar un sillón
Es escritora. Desde 1995, fecha de publicación de 'El frío', ha escrito narrativa, poesía y ensayo, y obtenido numerosos premios. Actualmente publica con la editorial Anagrama. Sus dos últimos títulos son 'pequeñas mujeres rojas' y 'Parte de mí'. Colabora con EL PAÍS, Hoy por hoy y da clase en la Escuela de escritores de Madrid.
Soy una meritoria de la RAE que hace sus pinitos. Pero no podré ocupar un sillón
Paloma Díaz-Mas verbaliza con gracia esa sabiduría de ojos de rayos X que hace visibles nuestras contradicciones ante los alimentos
Yo no busco redundancias, sino síntesis entre mi desbordante alegría de vivir, una racionalidad antinostálgica y una solidaridad antiséptica que me ligue a mi comunidad y haga de mí acompañada superviviente
Compromiso social y gran literatura se dan la mano en las cuatro piezas que integran 'Dime una adivinanza', de Tillie Olsen. Una obra que conmociona por su lucidez
Estábamos buscando otra manera de hablar. Habíamos encontrado la clave esperanzadora. No la pifiemos
Quizá pocas cosas se aprenden del sufrimiento: solo las palabras para expresarlo
Alberto Prunetti desdice el tópico de que la novela se ensucia con la política con la historia de un soldador víctima del amianto. Pura y brillante literatura de intervención
Virgen María, aparécete en un arbolito, recuérdanos la tabla de multiplicar, el valor de la razón, el peso de la ley, y sácanos de este futuro falsificado
Díaz Ayuso se arrepintió de un posado, pero no de la infrautilización de alas enteras de hospitales públicos, de la externalización de servicios médicos, de la degradación de infraestructuras y contratos
El asesinato de Floyd nos cuenta cosas que ya sabíamos y otras que habíamos olvidado
Hay lenguajes que excluyen, lenguajes que simplifican y lenguajes para la conspiración. Este libro de Cristina Rivera Garza forma parte de un proyecto conspirativo
Como demócrata, corres el riesgo de que te roben palabras —libertad— y utilicen contra ti armas que tú nunca utilizarías por sentido cívico
Lo que me preocupa es que las verdaderas víctimas de una perpetua pandemia económica hagan suyas las consignas de quienes les sacan los hígados
Juanita o Charo nos da un disgusto: quiere ser enfermera como Florence Nightingale o investigadora como Marie Curie o médica de atención primaria
Quienes manipulan el significado de la libertad desde la ignorancia supina o firmando manifiestos intelectuales me dan miedo
En el barrio de la estupenda librera Lola Larumbe cantan el himno de la Legión; en el de mis padres se oye una cacerola lejana; en el mío, si se oyese una cacerola, puede que quien la tocase acabase dentro
Nancy tiene siete años y no es boba. Pero está desconcertada
Alia Trabucco Zerán muestra que en la representación de las homicidas hay prejuicios sobre su condición femenina
Jamás he escrito un diario, pero lo escribo todos los días: esta columna forma parte de él
Quizá mi pólipo ha aparecido como reacción fisiológica a la indignación y el asco ante las vergonzantes ruedas de prensa y maléficas intervenciones parlamentarias de Casado y Abascal
No queremos la salud para volver a enfangarnos en formas de vivir que solo son formas de producir y reducen nuestros cuerpos a carne de enfermedad y pasto de adicciones
De las suaves alfombras tunecinas a las luces de Broadway, con paradas en una almazara en Jaén, las pizzerías napolitanas y una samba callejera en Río de Janeiro
Deseo el fin de la peste para volver a disfrutar de las pequeñas cosas que nos proporcionan una felicidad razonable
Ojalá, cuando todo acabe, nuestro rasero para diferenciar lo malo y lo bueno sea más humano. Hablo, por supuesto, en términos económicos
El coronavirus nos obliga a pensar de un modo en que se hacen evidentes contradicciones de difícil resolución dialéctica
Los cuerpos, tangibles o evanescentes, de las víctimas no se borran echando salfumán sobre sus nombres. Sus nombres son nuestros nombres
Me pongo nerviosa cuando oigo lo de “Haz algo que te quite el sueño”. Ya me lo quitan la lucha de clases, la reforma laboral, los feminicidios, el racismo...
Su literatura se pega a la Historia y la contemporaneidad, a las cosas que suceden
No existen conspiraciones secretas, sino algo que da más miedo: la normalización de un programa económico neoliberal aplicado a lo educativo
Que la publicidad apele a sentimientos individualistas como si los seres humanos viviésemos dentro de bolsas fetales herméticamente cerradas no me sorprende
Al ministro de Consumo se le va a amontonar el trabajo: casas de juego, compañías telefónicas, letra pequeña, obsolescencia programada…
No sé cómo medir el sufrimiento animal ni encontrar el fiel de la balanza del equilibrio ecológico, pero por extrañadas razones humanitarias intervenimos con brutalidad en la naturaleza
En ‘Siberia’, Daniela Alcívar Bellolio indaga en el sentimiento de culpa, la autodestrucción, el castigo autoinfligido. La felicidad está prohibida
Mi propuesta es sacar el deporte del Ministerio de Cultura para ubicarlo en un futurible Ministerio de Sanidad y Deporte
Toda la infancia debería ser protegida de las fauces del ogro. De la voracidad económica
La mexicana Shaday Larios recoge en este libro-proyecto la sospecha de que el fin de la historia fue un constructo conservador
No debería haber visto las sesiones de investidura. Ahora me cuesta sacar la cabeza de debajo de la sábana
Sofia Tolstaia se adelantó a su tiempo con una novela sobre los aspectos claustrofóbicos de la pareja. Ella murió en 1919 y el libro tuvo que esperar hasta 1994 para ver la luz
'Share' y tendencias nos esclavizan y no se puede mantener una conversación con casi nadie si no se han visto las últimas series de Netflix
Nuestra preñez va a acabar siendo una decisión heroica que muestra de la dificultad titánica de las mujeres para parir y vivir