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La depreciación del peso golpea a Argentina a pesar de la ayuda de Trump a Milei

La inestabilidad financiera se profundiza y crece la demanda de dólares, a cinco días de las elecciones legislativas

Javier Lorca

Ni siquiera el respaldo del fabricante de los dólares consigue aplacar la demanda de billetes verdes en Argentina y la consiguiente depreciación del peso. El anunciado auxilio económico de Donald Trump a su aliado Javier Milei incluye un intercambio de monedas por 20.000 millones de dólares, una línea de crédito a través de bancos privados por otros 20.000 millones y la reiterada intervención del Tesoro de Estados Unidos en el mercado de cambios argentino. Pero nada de eso, incluyendo las múltiples medidas tomadas por el Gobierno del país sudamericano, ha logrado estabilizar el mercado financiero a cinco días de las elecciones de medio término.

El peso volvió a caer este martes frente al dólar y la divisa estadounidense alcanzó el máximo previsto en el esquema de flotación entre bandas vigente: finalmente, cerró en 1.490,5 pesos por cada dólar mayorista. Desde abril, cuando Milei levantó las restricciones a la compra-venta de divisas —el llamado cepo—, la moneda local ha sufrido una devaluación cercana al 25%.

La percepción generalizada entre los operadores del mercado financiero argentino indica que, después de las elecciones del próximo domingo, el Gobierno ultra modificará, si no el rumbo, sí variables clave de un plan económico en jaque. Por eso, la compra récord de dólares, el habitual resguardo de los argentinos ante la incertidumbre económica.

La cotización mayorista del dólar en 1.490,50 pesos implicó un aumento de 15,50 pesos desde el día previo. El Banco Central de Argentina (BCRA) debió intervenir con la venta 45,5 millones de dólares para mantener el precio debajo de la banda de flotación superior, hoy en 1.491 pesos. El BCRA no vendía parte de sus magras reservas desde mediados de septiembre, cuando cedió 1.110 millones de dólares en solo tres jornadas, un drenaje que se detuvo con el primero de los sucesivos anuncios del salvataje de EE UU.

También este martes hubo expresiones de apoyo a Milei desde el Gobierno de Trump. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, confirmó lo adelantado el lunes por el Ejecutivo argentino, la puesta en marcha de un swap por 20.000 millones de dólares, acordado desde la semana pasada. “Es un puente hacia un mejor futuro económico para Argentina, no un rescate financiero“, remarcó Bessent a través de sus redes sociales. “No queremos otro Estado fallido en América Latina”, agregó. Sus palabras pretendieron responder a las críticas internas contra Trump por auxiliar a un presidente aliado mientras su propia Administración sufre el cierre del gobierno federal.

La otra pata de la ayuda de EE UU consiste en un préstamo de 20.000 millones de dólares para el país sudamericano. El Tesoro le habría encomendado la tarea a un grupo de bancos privados, entre ellos JP Morgan Chase, Bank of America, Goldman Sachs y Citigroup, según la prensa estadounidense. El Wall Street Journal informó este martes que las entidades afrontan dificultades para estructurar el crédito y aspiran a obtener certezas de que podrán recuperar los fondos que inviertan. “Los banqueros están a la espera de orientación del Departamento del Tesoro sobre qué garantías podría proporcionarles Argentina o si Washington planea respaldar la línea de crédito por su cuenta”, detalla el periódico.

El respaldo de Trump a Milei parece fuera de duda, pero ha ido acompañado de declaraciones del republicano que poco han contribuido a disipar la falta de confianza en el Gobierno ultraderechista. Cuando hace una semana el presidente de EE UU recibió al argentino en la Casa Blanca, supeditó el multimillonario auxilio económico al incierto resultado de las elecciones legislativas. Este lunes, horas antes de oficializarse el swap de divisas, Trump justificó sus concesiones a Milei diciendo que “Argentina está luchando por su vida”, “no tienen dinero”, “se están muriendo”.

La gran apuesta de Milei era llegar a las elecciones legislativas del domingo en un escenario de recuperación económica y estabilidad financiera que le permitiera capitalizar lo que considera su mayor logro, la desaceleración de la inflación, sostenida por el ajuste monetario y fiscal y el ancla cambiaria. Pero sus expectativas no se han cumplido. No solo eso: las denuncias por corrupción en su Gobierno y la dura derrota de la ultraderecha en los comicios provinciales de Buenos Aires, en septiembre, nublaron aún más su horizonte. Los mismos encuestadores que vaticinaban, hasta hace seis meses, un amplio triunfo electoral de su partido, La Libertad Avanza, hoy pronostican un resultado muy parejo con el peronismo.

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Sobre la firma

Javier Lorca
Es periodista de EL PAÍS en la redacción en Buenos Aires.
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