Una casa en venta y un desliz: así se ubicó en Argentina una pintura robada por los nazis
La hija de un exfuncionario del nazismo publicó un aviso para vender su propiedad y en las fotos se detectó un cuadro desaparecido hace ocho décadas. La justicia local allanó el inmueble


A casi 80 años de su desaparición, un hecho fortuito permitió ubicar un cuadro robado por los nazis en Ámsterdam. El rastro del Retrato de una dama, del pintor italiano Giuseppe Ghislandi (1655-1743), se había perdido hacia 1946, después de que el marchante judío Jacques Goudstikker, su propietario, fuera obligado por el régimen de Adolf Hitler a desprenderse de las obras que atesoraba en su galería, más de 1.100 piezas de arte. El cuadro fue localizado en una casa de Mar del Plata, una ciudad costera de Argentina, a 400 kilómetros de Buenos Aires. Pero cuando la justicia local allanó este martes la casa, la obra ya no estaba. El inmueble pertenece a una de las hijas de quien fue un alto funcionario nazi, Friedrich Kadgien. La mujer pretendía vender la casa y publicó fotos de su interior: allí, presidiendo una sala de estar, entre dos lámparas, suspendido detrás de un sillón, se podía ver el cuadro.
La empresa inmobiliaria que publicitaba la venta mantuvo el aviso y la fotografía en su página en internet hasta el lunes. Ese día levantó la publicación, después de que el periódico holandés Algemeen Dagblad revelara el hallazgo del retrato.
“Fue muy surrealista, no lo esperábamos”, dice Peter Schouten, el periodista autor de la investigación. Corresponsal en Buenos Aires, Schouten trabajó en equipo con sus colegas en Países Bajos Cyril Rosman y John van den Oetelaar. “Hace 10 años que mis compañeros investigan a la familia Kadgien. Como ahora estamos conmemorando los 80 años del final de la Segunda Guerra Mundial, me pidieron que intentara contactar a las hijas de Kadgien”, cuenta.
Caracterizado en informes estadounidenses de los años cuarenta como “una serpiente”, Friedrich Gustave Kadgien (1907-1978) fue un abogado alemán que se desempeñó como experto financiero del nacionalsocialismo. Desde 1935 integró las SS y desde 1938 ofició como mano derecha del criminal de guerra Hermann Göring, por entonces poderoso alto mando del régimen de Hitler. Dentro de los llamados planes cuatrienales, en busca de recursos para financiar la industria bélica alemana, una de sus actividades era extorsionar a los comerciantes judíos de Ámsterdam. En 1945, tras la derrota de Alemania, Kadgien huyó, primero a Suiza, luego a Brasil y finalmente a Argentina, donde se reciclaría como empresario. Los informes de la época señalan que, en su fuga, se llevó diamantes y obras de arte.
“Queríamos saber qué pasó con la fortuna de Kadgien, qué pasó con las pinturas, pero sus dos hijas no quieren hablar con la prensa”, dice el periodista Schouten. Para hacer un último intento, decidió viajar a Mar del Plata, donde residen. En la casa nadie atendió, solo un perro respondió con sus ladridos al sonido del timbre. Pero ahí, a la vista, estaba un cartel de venta de la propiedad, de la inmobiliaria Robles Casas & Campos.
Más tarde, en la página web de la empresa encontró el aviso: por 265.000 dólares se vendía el chalet de 209 metros cuadrados, ubicado en el tradicional barrio marplatense de Parque Luro. Recorriendo la publicación, halló una imagen que casi lo hizo gritar. “En la foto número cinco aparecía un cuadro que en Holanda se está buscando hace 80 años, que está oficialmente nombrado como perdido o robado", dice.

El retrato de una condesa italiana de nombre Colleoni, obra de Ghislandi, es un óleo sobre lienzo de 119,5 centímetros de alto por 89 de ancho. Pertenecía a Jacques Goudstikker, cuya valiosa colección de arte, con más de un millar de piezas, incluía varios cuadros de Rembrandt y de Johannes Vermeer, entre muchos otros. Escapando de la persecución nazi, Goudstikker se fue de Países Bajos el 14 de mayo de 1940, con su esposa y su hijo. En el barco que debía de salvarle la vida, encontró la muerte: durante un paseo por la cubierta, se patinó y cayó por una escotilla.
Mientras tanto, pese al desacuerdo de la familia Goudstikker, el banquero alemán Alois Miedl y el mariscal Göring compraban todos los activos del marchante y sus obras de arte, a un precio exiguo.
Más de 200 de aquellas obras ya fueron restituidas a los herederos de Goudstikker, tras una larga disputa legal con el Estado holandés. Un comité especial falló en 1997 que “la venta de obras de arte por parte de particulares judíos en los Países Bajos a partir del 10 de mayo de 1940 deben considerarse por definición como una venta forzosa”. Pero otras obras continúan siendo buscadas. Hasta ahora, el último dato conocido sobre el Retrato de una dama era un informe fechado en 1946 que citaba a Goudstikker como propietario y a Kadgien como comprador.
Los expertos de la Agencia de Patrimonio Cultural de los Países Bajos (RCE, por su sigla en holandés) están convencidos de que el cuadro fotografiado en la casa de Mar del Plata es el original de Ghislandi. “No hay ninguna razón por la que esto pueda ser una copia”, declararon a AD Annelies Kool y Perry Schrier, tras ver las imágenes. La confirmación definitiva solo podría obtenerse con un examen de la pintura.
Los herederos de Goudstikker, residentes en Estados Unidos, anunciaron un reclamo judicial para recuperar el cuadro. “El objetivo de mi familia es encontrar todas las obras de arte que han sido robadas de la colección Goudstikker y restaurar el legado de Jacques”, aseguró la nuera del marchante, Marei von Saher, de 81 años, según consignó AD.
Después de la difusión del hallazgo, la justicia federal de Mar del Plata recibió una presentación de la Agencia de recaudación y control aduanero (ARCA). La fiscalía abrió un expediente por el presunto delito de encubrimiento de contrabando y este martes la policía allanó la casa en Parque Luro, en busca de preservar el lienzo. “No está el cuadro, solo se secuestró una carabina y un revólver calibre 32”, informó a la prensa local el fiscal Carlos Martínez, al finalizar el operativo. Los funcionarios judiciales esperan que en breve Patricia Kadgien y su marido, dueños de la casa, se presenten ante los tribunales.
Aunque por el momento es el único reclamo judicial en marcha, se estima que podría haber más. Los investigadores de la RCE de Países Bajos rastrean también el paradero de otra pintura: una naturaleza muerta del holandés Abraham Mignon (1640-1679). Sobre esa obra también consta un registro de 1946, que señala a Goudstikker como propietario y a Kadgien como comprador. Como una herida abierta que sigue sangrando el crimen impune que la originó, el cuadro desaparecido de Mignon aparece en fotos que las hijas de Kadgien publicaron en sus redes sociales.
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