La historia contada con fotos en blanco y negro: un archivo colaborativo reconstruye el pasado de Argentina
Desde las redes sociales, el Archivo Visual Argentino se nutre de imágenes compartidas por particulares e instituciones y las enriquece con los datos aportados por los usuarios


“Una foto es siempre invisible: no es a ella a quien vemos”, escribió Roland Barthes. Lo que el crítico francés veía en toda fotografía era “algo terrible”, “el retorno de lo muerto”. Entre otras facetas de sentido no siempre iluminadas, en la imagen fotográfica conviven una atribución realista y un relato del transcurso del tiempo, el documento testimonial y un espectro del pasado. Los tesoros de esa convivencia quedan expuestos a la vista de todos en el Archivo Visual Argentino, un emprendimiento colaborativo desarrollado en las redes sociales para rescatar del olvido o la destrucción antiguas fotos personales o familiares, para darles difusión y ponerlas en su lugar de la historia, como a pequeñas piezas en un rompecabezas infinito.
Su funcionamiento es sencillo y su resultado es complejo. El Archivo Visual se nutre de los aportes de personas o instituciones que comparten fotos antiguas tomadas en Argentina o relacionadas con el país. Son, en su mayoría, imágenes en blanco y negro previas a la década de 1940.
El creador del Archivo Visual es el historiador Juan Pablo Baliña. Él oficia de curador y, con un criterio que conjuga valoración histórica y estética, va publicando las fotos en una cuenta de Instagram, acompañadas por breves textos que añaden información contextual sobre lugares, épocas o personajes. Pero ese es solo el primer paso, el corazón del proyecto es lo que viene a continuación. Los seguidores de la cuenta, sus lectores y espectadores, comienzan a buscar y cooperar con más datos, a poner nombres y fechas, a sugerir hipótesis, a corregir errores y completar la trama de lo visible y lo invisible en la imagen que un ojo humano y una máquina encuadraron en otro siglo.
“Hace un tiempo, estando en una casa particular en Puerto Madryn, estaba revisando un álbum de fotos familiares y, cuando levanté la vista, vi que todos los miembros de la familia estaban mirando Instagram en sus teléfonos. Y pensé que sería interesante que ellos pudieran estar viendo y valorando las fotos del álbum físico en sus redes sociales”, cuenta Baliña. Cuando esa idea se encontró con otra motivación, se le ocurrió armar el Archivo Visual: “Como trabajé en muchos proyectos públicos y privados, en mi computadora tengo más de 15.000 fotografías que fui archivando de fondos documentales. No son mías, son parte del acervo cultural de todos los argentinos. Así que me puse a ver de qué manera compartirlas. La historia cobra sentido cuando se comparte”, dice.

Hay, en ese diálogo que está en el meollo del Archivo Visual, casi una filosofía de la construcción historiográfica. “Yo puedo agregar valor a una foto con mis aportes, pero eso se potencia con lo que pueden aportar los miles de personas que ven la misma foto. Además, me permite presentar las dudas y eso que los investigadores no sabemos da lugar a que otros puedan aportar algo. Son capas de sentido que se van añadiendo”, explica Baliña. “Ese es el objetivo de este Archivo, recoger en la fotografía antigua diferentes sentidos de la historia argentina”.
En su particular modo de funcionamiento, el Archivo Visual contrasta con la lógica tradicional del archivo o el museo que se distinguen por aquello que tienen o exhiben en exclusividad. Aquí, el contenido es el producto de una colaboración —multiplicada por las redes sociales— y quien comparte una foto no la pierde: obviamente, la imagen publicada en la red es una copia digitalizada.
El proyecto tiene, también, una función de rescate y preservación. “Las pequeñas colecciones privadas y familiares de fotos, esos álbumes guardados en roperos, en cajas abajo de la cama, representan un fondo enormemente más grande que el de todos los archivos institucionales que tenemos en Argentina”, advierte Baliña. “Todos los días se tiran a la basura álbumes y fotografías antiguas. Si hay una mudanza en una casa de familia y allí hay imágenes antiguas, es difícil que sobrevivan si no hay una persona que las valore”. Y aunque las fotos en papel sean valoradas, el paso del tiempo las va decolorando y deteriorando. Su digitalización, que el Archivo Visual ayuda o enseña a realizar, es una forma de dejarlas seguir narrando su historia.
Campos, bosques, desiertos, riberas, puertos y ciudades, hombres y mujeres trabajando o paseando, a pie o a caballo, testigos y habitantes de otras épocas, de otra Argentina, se suceden en las publicaciones del Archivo Visual.
El año pasado, un vecino de la ciudad de Buenos Aires halló tirada en la calle, entre escombros y residuos, una caja con fotos muy viejas. Cuando Baliña se acercó al lugar, se encontró con 200 imágenes de alta calidad de un obraje en la provincia de Santiago del Estero, trabajos de desmonte y tala de bosques realizados hacia 1935 y de los que no se conocían fotografías. Pero no todos los tesoros del archivo colaborativo son tan fortuitos. También cuenta, por ejemplo, con fotos poco conocidas en Argentina que compartió el Field Museum de Chicago (EE UU): un grupo de indígenas tehuelches, habitantes originarios del sur del país, cuando fueron trasladados hasta San Luis, en Misuri, para su participación en una exposición universal en 1904.

Ahora que la experiencia del Archivo Visual lleva poco más de un año, su creador trabaja en un libro donde reunirá un centenar de fotos y sus historias. Se titulará Paisanos, porque sus protagonistas serán esos hombres que, como recordaba el músico Atahualpa Yupanqui, son los que llevan un país adentro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
