La campaña de Rodrigo Paz en Bolivia: de pueblo en pueblo y un expolicía como vice
El candidato de centroderecha que peleará por la presidencia en una segunda vuelta apenas usa redes sociales


Desde el enclave aimara de Achacachi en el altiplano hasta el popular mercado de La Ramada en las llanuras de Santa Cruz de la Sierra. La sorpresiva victoria de Rodrigo Paz, que ahora disputará la presidencia de Bolivia en una segunda vuelta con el derechista radical Jorge Tuto Quiroga, no se puede explicar sin la campaña a la vieja usanza que hizo en todo el país. Mientras sus rivales acudían a foros con empresarios, participaban de encuentros en Harvard o invertían millones de bolivianos en redes sociales, Paz “compraba pasajes en bus, en avión comercial cuando se podía” para intentar ganarse, cara a cara, el apoyo de los votantes en todos los rincones del país.
“Yo conozco la Bolivia profunda; Samuel [Doria Medina, otro candidato] y Tuto, no”, decía el candidato del Partido Demócrata Cristiano (PDC) en una entrevista previa a los comicios del pasado domingo. “He recorrido más de 220 municipios, 230.000 kilómetros carreteros, he navegado ríos y he atravesado el territorio en tres oportunidades”, sostuvo entonces. Paz pisó el territorio y gastó en publicidad en redes sociales menos de 30 dólares.
Tampoco el rostro impreso de Paz inundó las calles de las ciudades ni se repartía en panfletos. Pero pasó el año nuevo andino junto con la milicia campesina de los Ponchos Rojos, a orillas del lago Titicaca. No descuidó el otro lado del país, el oriente, y lanzó su candidatura en el periférico y populoso barrio Plan 3.000 de Santa Cruz, cuando todavía intentaba postularse con su partido Primero la Gente, antes de “alquilar” las siglas del PDC.
Las primeras encuestas le otorgaban una intención de voto del 2%; escaló de a poco, apoyado en la tardía decisión en mayo de escoger como compañero de fórmula al expolicía Edman Lara, famoso por denunciar la corrupción dentro de esa institución. En uno de los últimos sondeos de opinión ya aparecía en tercer lugar y la estocada final llegó el domingo, cuando obtuvo el primer lugar con el 32% de los votos, por delante de Tuto Quiroga y Doria Medina, los favoritos.
Paz captó a líderes populares que no pertenecían a la clase política, ansiosos de participar en la esfera pública pero huérfanos de partido. Así lo interpreta el analista político alteño Guido Alejo, quien previó una irrupción del PDC antes del día del sufragio. “La habilidad de Paz es generar una sigla aglutinadora para varios actores que estaban fuera del espectro político boliviano, que querían sus propios partidos pero no lo lograron, como Lara y Edgar Morales. Ha sido un triunfo de los excluidos del sistema político”.
El capitán Lara, como es popularmente conocido, se hizo popular con sus transmisiones por TikTok, donde contaba su expulsión de la Policía tras denunciar sobornos y extorsiones de sus comandantes. Morales, jefe de campaña de Paz, es un conferencista que pregona el emprendedurismo aimara.
“Lara no tiene un gran discurso, no es un gran estadista, pero tiene un vínculo estrecho con el ámbito popular boliviano. Identifica parte de la disconformidad de la gente común. De alguna forma, ser víctima de las instituciones forma parte de lo cotidiano”, explica Alejo. El expolicía intentó lanzar su candidatura con su partido Nuevas Ideas con Libertad, pero la burocracia partidaria y los altos costos económicos se lo impidieron. Terminó entonces aceptando la oferta de Paz, no sin antes recibir críticas de sus seguidores: “Si Rodrigo Paz sigue el camino del mal, yo voy a ser el primero en denunciarlo”, les respondió Lara.
Un caso muy similar es el de Edgar Morales, actual jefe de campaña del PDC, quien le abrió camino a Paz en El Alto. La segunda urbe más poblada de Bolivia, lindante con la capital, es conocida como “la ciudad escalera” por su galopante crecimiento demográfico y su politización. Fue uno de los bastiones del Movimiento Al Socialismo (MAS) durante sus 20 años de hegemonía. Entre esos vecinos se hizo famoso Morales, un exoficial aimara del Ejército que dicta conferencias motivacionales —principalmente para jóvenes— en las que pregona el qamirismo, como se llama a la nueva burguesía aimara con alto poder adquisitivo nacida con el Movimiento al Socialismo (MAS).
Morales aparecía en televisión quejándose de los obstáculos financieros y burocráticos para formar su partido Democracia Directa. “Para ser candidato a vicepresidente me han pedido un millón de dólares. Personas como yo no entramos a la política porque no tenemos plata. La política es de millonarios y quiero cambiar eso”. Al no encontrar un techo partidario, como Lara, aceptó unirse a las filas de Paz. El discurso del PDC de activistas frustrados con la clase política aumentó.
A diferencia de sus aliados, Paz no puede alardear de ser ajeno al sistema partidario: nació bajo ese signo. Es hijo del expresidente Jaime Paz Zamora y hace más de 20 años inició su carrera política, sirviendo como diputado, alcalde y senador por Tarija. Sin embargo, ha pululado de partido en partido, es pragmático y no se ha identificado con ninguna ideología marcada, a diferencia de su rival Quiroga, ligado a la línea conservadora de Acción Democrática Nacionalista (ADN).
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