La “nueva oposición” en Venezuela proclamada por el chavismo
El Gobierno de Maduro privilegia sus relaciones con políticos dispuestos a reconocer su autoridad

Las últimas elecciones a alcaldes en Venezuela, que contaron con poca participación y con la abstención mayoritaria de la oposición tradicional, le sirvieron al presidente Nicolás Maduro para abrir paso “al nacimiento de una nueva oposición en Venezuela”, una más a medida de sus intereses, que, según dijo, “tiene la obligación” de gobernar bien para contar con la “mano extendida” del Gobierno “respetando la Constitución y las leyes”. “Es hora de pasar la página de tantos capítulos horribles”, añadió.
Palabras muy similares tuvo aquel 27 de julio Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional y el operador político por excelencia del Palacio de Miraflores. “Ha nacido una nueva interlocución en este país, con una nueva oposición, que es la que tiene los votos, porque los otros son unos fantasmas. Este domingo ha muerto Primero Justicia, Voluntad Popular, la Plataforma Unitaria”.
Maduro y Rodríguez llaman “nueva oposición” a los partidos que participaron en aquellas elecciones y reconocen la autoridad del chavismo: la coalición Unidad y Cambio —integrada por Un Nuevo Tiempo y la facción de Primero Justicia que se fue con Henrique Capriles—; los partidos Fuerza Vecinal, Avanzada Progresista, Cambiemos, Soluciones y Alianza del Lápiz.
Casi todos de tendencia socialdemócrata, son pequeñas organizaciones que están fuera de la Plataforma Unitaria, críticos del estilo y los procedimientos de María Corina Machado, de quien suelen marcar distancia categórica, pero mucho más pequeños en impacto político e influencia social que ella. Han decidido coexistir con la legalidad actual, ya que no pueden trascenderla, y poner límites a sus demandas, a la espera de mejores tiempos.
Son los partidos que fueron votados en las elecciones de este año (parlamento, gobernadores y alcaldes), ocupan cargos de gobierno en el mapa político chavista y tienen algún nivel de incumbencia en el debate público. Tienen, en definitiva, una identidad política distinta a la del chavismo. Sobreviven gracias a sus procedimientos moderados y su vocabulario prudente. Mantienen desde hace tiempo una línea de comunicación intermitente con la alta jerarquía chavista.
Algunos de estos partidos han sido acusados reiteradamente de tener vínculos e intereses compartidos —en algunos casos, contubernio— con la revolución bolivariana en el marco de la crónica crisis venezolana, cosa que sus voceros siempre niegan.
El cierre del ciclo constitucional de elecciones en Venezuela que se ha concretado con los comicios de alcaldes sugiere que el oficialismo tiene planes de ponerle cotos muy claros al ejercicio constitucional de la oposición. El límite permitido es el que proponen Fuerza Vecinal, Avanzada Progresista, Unidad y Cambio y Cambiemos.
En el terreno de la “máxima prudencia”, subsisten, también, los medios de comunicación privados de señal abierta, la patronal Fedecámaras y ciertos actores del activismo civil.
Por otro lado, y al mismo tiempo, Primero Justicia, Voluntad Popular, Acción Democrática, los partidos más grandes de la Plataforma Unitaria y otras organizaciones menores, como Encuentro Ciudadano y Causa Radical, tienen a todos sus dirigentes en la clandestinidad o el exilio y hoy están virtualmente ilegalizados.
También, por su puesto, Vente Venezuela, el partido de María Corina Machado, que no pertenece a la Plataforma Unitaria, y cuyos dirigentes han sido objeto de una persecución judicial particularmente exhaustiva.
Además de los partidos, los actores más críticos de la sociedad civil en este tiempo, los que denunciaban la crisis humanitaria y los casos de corrupción más graves, —medios de comunicación, periodistas, abogados y ONG—, han conocido un asedio legal inédito. También muchos de ellos han ido abandonando el país en estos meses.
“El verdadero quiebre en Venezuela vino después de las elecciones del 28 de julio”, afirma la analista político Carmen Beatriz Fernández. “A partir de allí se mandó un mensaje a la sociedad: se acabó la dictablanda. El nuevo contrato que propone el chavismo a la oposición es ‘podemos jugar a la democracia, y el juego nos gusta, pero aquí no vamos a soltar el poder’. Se pueden ganar municipios y algunos estados, nada más. Si aceptas el contrato, bienvenido”.
Fernández afirma que, a partir del año pasado, el voto ha sido despojado definitivamente de valor en Venezuela. “Quitar el código QR de las actas de votación es una ratificación de este cambio. Y en ese contexto, surge de nuevo esta vieja ambición del chavismo, de escoger cuál será su oposición. Un intento, pienso, hasta ahora fracasado”.
“Nosotros no vamos a abandonar el tablero político bajo ninguna circunstancia, no vamos a dejar solo a Maduro convocando elecciones”, afirma un importante dirigente político de Un Nuevo Tiempo que ha preferido mantener su nombre en la reserva. “Viene un período muy difícil, vamos a cruzar un desierto y habrá que estirarse al máximo para resistir. Pero aquí tenemos que estar, a la gente no se le puede dejar sola cuando Maduro llame a votar”.
Antonio Ecarri, ex candidato presidencial por la Alianza Lápiz, interpretó así los resultados de las recientes elecciones de alcaldes: “50 alcaldes electos (de un total de 335) le partieron el brazo a la hegemonía y a la rendición. No fue suerte, y mucho menos una concesión: fueron victorias logradas con coraje, derrotando la resignación”.
“Hoy pareciera que surge una nueva oposición en Venezuela”, afirmó Diosdado Cabello, ministro de Interior y de Justicia, en su programa televisivo Con el mazo dando. “Vamos a ver hasta dónde los gringos los dejan surgir, porque ustedes saben cómo son, y hay gente que no aguanta presión”.
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