Europa ante Gaza: una responsabilidad histórica
La UE tiene los medios, la legitimidad histórica y la responsabilidad moral de actuar. No puede limitarse a pronunciar discursos dolidos mientras los niños de Gaza mueren diariamente de hambre o bajo los escombros


En Gaza, la devastación es ya casi absoluta. Más de 38.000 personas han muerto, la mayoría civiles. La cifra de heridos y mutilados —muchos de ellos niños— supera los 87.000. Hospitales bombardeados, escuelas arrasadas, viviendas convertidas en polvo. No hay agua potable ni energía eléctrica ni alimentos suficientes. Una población entera —más de dos millones de personas— ha sido empujada al borde del exterminio. ¿Y Europa?
Durante meses, el continente ha vacilado entre la condena tibia, la retórica ambigua y, en demasiados casos, el silencio cómplice. Algunos gobiernos han justificado la ofensiva de Israel como “defensa legítima”, sin atreverse a nombrar lo que ya muchos juristas, incluidos expertos de la ONU y de la Corte Penal Internacional, califican como crímenes de guerra y posibles actos de genocidio.
El “comunicado conjunto”
Pero esta semana algo ha comenzado a cambiar. Francia, el Reino Unido y Canadá han emitido un comunicado conjunto en el que, por fin, elevan el tono y hasta “amenazan” con tomar “medidas concretas” si Israel continúa su ofensiva militar. Es un paso, pero todavía insuficiente. Alemania, por su parte, sigue enviando armas a Israel, desoyendo las advertencias del derecho internacional humanitario y las resoluciones de Naciones Unidas. ¿Hasta cuándo podrá Berlín sostener ese doble discurso? ¿Cuánto pesa todavía, en su política exterior, una culpa histórica, malentendida, que termina alimentando nuevas tragedias?
Mientras tanto, América Latina —aunque con menos poder material— ha dado pasos más audaces. Bolivia rompió relaciones diplomáticas con Israel. Colombia, Chile y otros países han llamado a consultas a sus embajadores. Brasil ha condenado duramente los ataques. Argentina, pese a su viraje político reciente, ha mantenido una postura crítica. No es la primera vez que la región actúa con dignidad: en 1967, tras la Guerra de los Seis Días, fue América Latina la que impulsó en Naciones Unidas la histórica resolución que exigía la retirada israelí de los territorios ocupados.
Indispensable: una acción decidida
¿Y ahora? ¿Qué se puede —y se debe— hacer? No basta con comunicados. La magnitud de la catástrofe exige una acción decidida de la comunidad internacional. Y aquí Europa, si quiere estar a la altura de su historia, debe jugar un papel clave.
¿Dónde está la Unión Europea que impulsó la paz en los Balcanes? ¿Dónde están las voces que ayudaron a reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial, con un compromiso ético y material que sentó las bases del orden internacional moderno? Ha llegado la hora de que Europa impulse una iniciativa multilateral para que las Naciones Unidas desplieguen ya una misión internacional de paz en Gaza.
No se trata de una “intervención armada” contra Israel ni de una “ocupación extranjera”. Se trata de frenar matanzas, garantizar el ingreso masivo de ayuda humanitaria, proteger a la población civil y abrir el camino hacia una solución política duradera basada en el derecho internacional. Europa, que fue rescatada del abismo tras 1945 gracias a la solidaridad global y su propia capacidad de reconstrucción, no puede hoy mirar hacia otro lado. Tiene los medios, la legitimidad histórica y la responsabilidad moral de actuar. No puede limitarse a pronunciar discursos dolidos mientras los niños de Gaza mueren diariamente de hambre o bajo los escombros.
Una fuerza de paz de la ONU en Gaza no es una quimera diplomática. Es una urgencia ética. Si Europa quiere honrar su pasado y contribuir a un orden mundial justo, debe liderar ese esfuerzo. Porque si no es ahora, ¿cuándo? Y si no es Europa, ¿quién?
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