El Gobierno de Cuba dolariza internet: “Esta medida es un verdadero apartheid digital”
El aumento de los costos del servicio, que deberá adquirirse principalmente en la divisa estadounidense, responde a la necesidad de introducir divisas en una economía quebrada


Les han arrebatado la luz. Les han quitado, poco a poco, la comida racionada que llegaba a las bodegas del barrio. Les han restado el valor a su moneda. Les han limitado las compras en la tienda. Y ahora, indirectamente, han restringido internet. La última medida del Gobierno cubano abre una brecha entre quienes podrán pagar el servicio y quienes lo tendrán imposible. El nuevo “tarifazo” de ETECSA, la empresa estatal que tiene el monopolio de las comunicaciones en la isla, aumentó de tal manera los costos de la conectividad que algunos cubanos tendrían que trabajar más de un mes para revisar Facebook, enviar mensajes por WhatAapp o hacer una consulta en Google. Es decir, desembolsar 3.360 pesos (unos 9 dólares) por 3 gigas, cuando el salario mínimo en el país sigue siendo de 2.100 pesos (unos 5 dólares) mensuales. Muchos en Cuba se sienten particularmente molestos. Y los cubanos del exilio, sumamente estafados. El Gobierno, hambriento de dólares, les ha dado un último manotazo a todos.
El viernes llegó la noticia que provocó el repudio en diversos sectores, un malestar nacional que ha unido a algunas instituciones estatales, artistas, opositores y emigrados. La gente en Cuba vive con incontables horas de apagón, con escasa comida, con falta de libertades, pero nada en los últimos meses los ha exasperado tanto como el hecho de que deberán restringir, y algunos anular, sus horas de internet. En medio de la crisis de todo tipo que sortean, conectarse a un teléfono móvil los ayuda lidiar con la falta de luz, estrechar la distancia entre los familiares en el extranjero y abstraerse del tedio y la angustia de vivir en un país en colapso. El internet a los cubanos les dio la posibilidad de informarse, de rebasar los límites de la isla, de cuestionarse el día a día y de denunciar. Fue un tesoro al que accedieron, y ahora, de cierta forma, se lo están arrebatando.
En un comunicado a las puertas del fin de semana, ETECSA dejó saber a sus clientes que a partir del 30 de mayo se aplicarían las “nuevas medidas” que implican cambios en los precios de las recargas de saldo, los planes de consumo y los paquetes del servicio móvil. A partir de ahora, los consumidores sólo podrán comprar el servicio en pesos cubanos hasta un límite de 360 CUP (0,97 dólares) en un período de 30 días. El resto del tiempo, se verán obligados a adquirir sus horas de Internet en dólares.
Aunque desde 2018 se volvió un poco más accesible para la población, el Internet en Cuba nunca ha estado al alcance de todos, sino de los que pueden costearlo o tienen familiares en el exterior que garantizan las recargas de sus teléfonos. Hoy, según cifras oficiales, el 75% del tráfico de internet en la isla se sustenta con servicios móviles. Entre los 7,3 millones de cubanos conectados, el consumo promedio mensual alcanza los 9,9 GB por usuario.
No obstante, ahora mucha gente estará menos cerca de tener acceso. “¿Quiénes van a pagar esos planes carísimos? Una parte del sector privado, que funciona limitado por incontables restricciones, y los emigrados cubanos, que en gran medida son la consecuencia de la falta de oportunidades”, dijo a El PAÍS el economista cubano Ricardo Torres, exinvestigador del Centro de Estudios de la Economía Cubana y profesor en la American University de Washington.
Las críticas, esta vez, vienen también del Estado
Las llamadas “medidas comerciales” son, según el Gobierno, “necesarias” para “la sostenibilidad de la infraestructura de telecomunicaciones, continuar respaldando el desarrollo del país, garantizar la ciberseguridad y la calidad de los servicios al pueblo”, en palabras de Mayra Arevich Marín, ministra de Telecomunicaciones cubana. Pero el argumento no consuela a nadie y el descontento llega en forma de quejas públicas de parte de instituciones estatales como la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), varias facultades de la Universidad de La Habana y del Instituto Superior de Arte (ISA), así como artículos publicados en la prensa oficial, que muestran preocupación por estudiantes, médicos, profesores y otros profesionales necesitados de esta herramienta.
Los cubanos en el exilio saben que, una vez más, el Gobierno pone sobre sus hombros el peso de sus familiares dentro de la isla. Por años han sido ellos los encargados de enviar remesas —una de las principales inyecciones a la asfixiada economía—, paquetes de ropa, comida y hasta medicinas. Últimamente, también son los responsables de comprar plantas y generadores eléctricos para aliviar los días sin luz. Esta última medida de ETECSA se siente como un golpe más al bolsillo de los emigrados.
Saily González Velázquez, una emprendedora de 34 años que reside en Washington, y que tiene a sus padres en Santa Clara, al centro de la isla, asegura a este periódico que el anuncio es un “mecanismo de chantaje y explotación directa” a los que se vieron forzaron a emigrar. “Ellos nos tratan como si fuéramos cajeros automáticos. Nos expulsaron de al lado de nuestras familias para luego exigirnos que les demos nuestros dólares, aprovechándose de nuestro sentimiento de culpa”, dice. “Por otro lado, aquí en Estados Unidos la vida es muy cara también. A tres años casi de estar acá, sigo contando cada dólar y buscando productos en rebaja cuando voy a los supermercados. Soltar diez dólares a uno le duele”.
Velázquez dice que la afectación a su familia es doble. “Primero, la humillación de tener que pedirme aún más dinero para comunicarse conmigo y entretenerse un poco en medio de los apagones”, cuenta. “Luego, el tener que usar parte del dinerito que les envío para dárselo a quienes nos separaron. Porque tanto mi mamá como mi papá son conscientes de eso”.
Aún así, a la joven le preocupa mucho más la gente que no tiene quien le ayude. “Los ancianos que vemos mendigando y recogiendo comida de los basureros en redes, las madres que escuchamos quejarse porque no tienen cómo suplir las necesidades de sus hijos, los enfermos que no tienen medicinas. Esta medida los deja aún más vulnerables, porque al subir la demanda de dólares, subirá su precio, y con él el precio de los alimentos, como siempre pasa. Esas personas, sin poder pagar estos paquetes de datos, ya no podrán ni siquiera pedir auxilio en redes sociales como hacen hasta ahora. Es un golpe que trasciende a nuestras familias directas y profundiza la desigualdad y la exclusión para todo un pueblo”.
“Una economía en crisis y un modelo disfuncional”
Pero el último anuncio de mano de ETECSA es en realidad un intento desesperado más del Gobierno de La Habana de salir a flote, como ha hecho con los “paquetazos” económicos de los últimos tiempos, que también han sacrificado la economía de la familia cubana.
Y aunque ya se había anunciado, nadie esperaba una medida tan extrema. A finales del pasado año, el primer ministro del país, Manuel Marrero Cruz, adelantó que la empresa de telecomunicaciones aumentaría las tarifas a partir de 2025 para “desarrollar y sostener la red de servicios de telecomunicaciones”.
En abril, ETECSA reconoció que no contaba con divisas suficientes para sostenerse. “Nuestras fuentes de ingresos en divisas se han visto seriamente afectadas”, dijo públicamente Kevin Castro Rodríguez, director adjunto de la Vicepresidencia de Operaciones de la Red de la empresa. Ahora, han salido en busca de esta divisa, como otros sectores del país, que se han ido dolarizando gradualmente. En parte del comercio mayorista, en algunas tiendas del comercio minorista, en la venta de combustible, y en otros servicios se han introducido los pagos en dólares, dejando completamente deprimidos y desabastecidos establecimientos que operan en moneda nacional.
El economista Ricardo Torres cree que el mal de fondo es “una economía en crisis y un modelo disfuncional” que busca dólares, pero no estimula la producción. “Que un monopolio de telecomunicaciones sea un instrumento de recaudación de divisas para un Estado, y que estas divisas no se originen (principalmente) en la actividad productiva doméstica, nos dice claramente los niveles de disfuncionalidad que tenemos en Cuba”, sostiene. “Las políticas económicas irresponsables y erráticas implementadas por años van conduciendo a la isla a un callejón sin salida, lo que sin dudas alimenta el descontento en amplios grupos sociales. Los mismos emigrados se sienten extorsionados. Se nos priva de derechos políticos y económicos, pero se busca desesperadamente nuestros dólares”.
Por ahora, hay cubanos que han dicho que se retiran de las redes sociales, que se niegan a hacer recargas e, incluso, que no quieren aceptar las que hacen sus familiares del exterior. Saily González Velázquez, por su parte, ha convocado a un “parón total de recargas a Cuba”, que ha sido acogido por muchos dentro y fuera del país. “Esta medida es un verdadero apartheid digital”, dice. “No estoy dispuesta a entregar dólares para que sigan reprimiendo y reforzando el control. Creo que este paro es la única acción efectiva y concreta que podemos tomar desde la diáspora para obligar al Gobierno cubano a echar para atrás esta medida abusiva que afecta, sobre todo, a los más vulnerables”.
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