Ir al contenido
_
_
_
_
En colaboración conCAF

La lengua kichwa de Ecuador resiste en Estados Unidos

Profesoras indígenas enseñan su lengua materna en la Universidad Estatal de Michigan como una forma de resistir el desplazamiento cultural

lengua kichwa de Ecuador

EL PAÍS ofrece en abierto la sección América Futura por su aporte informativo diario y global sobre desarrollo sostenible. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.

Imanalla, ñukaka Micaelami kani (“¿Cómo están? Mi nombre es Micaela”), dice la profesora sonriente al iniciar su clase de kichwa.

Ñukaka alli kani, yachachik Micaela ("Estoy bien, profesora Micaela”), responden los alumnos.

La de hoy es una clase de repaso en la que los estudiantes practicarán lo aprendido antes de la semana de exámenes en la Universidad Estatal de Michigan (MSU, por sus siglas en inglés), donde las palabras quichuas o kichwa se escuchan a miles de kilómetros de los Andes, en Estados Unidos. Para mujeres indígenas como Micaela Jerez Masaquiza y Elsa Caín Yuqilema, enseñar su lengua materna lejos de la tierra donde nacieron y crecieron no es simplemente una tarea educativa, sino una forma de resistir el desplazamiento cultural.

Micaela muestra la bandera ecuatoriana en el campus de la Universidad Estatal de Michigan, en 2024.

Ambas llegaron a East Lansing, en Michigan, como Asistentes de Enseñanza de Idiomas Extranjeros (FLTA), para enseñar kichwa durante un año, como parte de un intercambio académico a través del programa Fullbright. El idioma lo heredaron de sus padres y abuelos como parte de su vida cotidiana en los Andes ecuatorianos, donde nacieron y crecieron. Con raíces en la herencia incaica, el kichwa es la variante norteña del quechua, idioma oficial del incanato hace más de 500 años, antes de la llegada de los españoles. Aprendieron el español como segunda lengua, fuera del hogar, pues es lo común y lo que se espera de todos. Ya como adultas jóvenes, aprendieron inglés para acceder a mejores oportunidades.

En MSU, tuvieron mayor comprensión de sus tradiciones para enseñarlas de la manera más genuina posible y dar a conocer mejor los pueblos indígenas en Latinoamérica. “Realmente no sabía nada sobre Ecuador ni sobre los kichwas”, asegura Julia Tehauno, de 23 años, estudiante de Micaela. “Aquí muchas personas tienen una idea demasiado romántica de lo que significa ser nativo o ver a pueblos nativos en el mundo. Estas clases ampliaron mi visión del mundo”.

Las profesoras trabajaron junto a la organización estudiantil indígena Timetzalimet, donde encontraron un espacio seguro dentro de MSU, una universidad mayoritariamente blanca. Conformada por estudiantes indígenas de distintas procedencias, la experiencia de trabajar juntas les permitió reflexionar colectivamente sobre la desaparición de las culturas autóctonas y compartir las suyas con el resto de la comunidad.

Micaela junto a miembros de la organización estudiantil indígena, Timetzalimet, en 2023.

“Aquí los estudiantes sí desean aprender otras lenguas, pero las más populares, como el árabe, italiano, francés, japonés o español. Eso no significa que no quieran aprender las lenguas indígenas. Al no haber muchas universidades o programas que las promuevan, no hay muchas opciones para los estudiantes”, explica Diana Cisneros, graduada de Lingüística de MSU.

Los Andes no se sienten tan lejos de Michigan

Una chakana, la cruz inca, ha sido dibujada sobre el pasto con pétalos de flores naranjas, amarillas y rojas. Frutas, pancas de maíz y hierbas también decoran a la cruz escalonada de 12 puntas. Iluminada por la luz del atardecer, a un lado, Micaela inicia una ceremonia a la madre tierra que continúa un yachak o chamán que aparece en la pantalla de una computadora. Micaela traduce al inglés lo que el yachak dice en español y kichwa; frente a ellos, decenas de personas alzan las manos al cielo en agradecimiento. “Ahora ya saben que existe un pequeño pueblo kichwa llamado Salasaka en Ecuador”, dice Micaela al final del evento mientras guarda la bandera tricolor ecuatoriana.

La joven de 29 años nació y creció en Salasaka, un pequeño pueblo en la provincia de Tungurahua. Desde que llegó a MSU a finales de agosto del 2023, dictó kichwa en clases y eventos por primera vez en la universidad. Unos meses después, le pasó el relevo a Elsa, de 32 años, kichwa Puruhá de Riobamba, en la provincia de Chimborazo.

Elsa canta durante un evento cultural en la Universidad Estatal de Michigan.

Más al norte, el kichwa resiste

Cuando llegó a Michigan, a Elsita, como le dicen cariñosamente sus amigos y familiares, le preocupaba el paso rápido del tiempo y que no pudiera disfrutar al máximo el año de la experiencia. Elsa es de voz cálida y tierna. Para ella, el idioma porta la cultura; cuando una lengua se pierde, la cultura también, y con ella, su gente. “El kichwa es una lengua vulnerable, y si desaparece algún día, será por nosotros; por no transmitir el idioma a nuestros hijos o por cambiar nuestra vestimenta tradicional cuando migramos,” dice mientras, acostumbrada a las miradas, camina por el campus vistiendo su traje Puruhá.

Según la Unesco, en países andinos como Perú, Bolivia y Ecuador, donde se hablan ampliamente diferentes variantes del quechua, hay una pérdida rápida del idioma, impulsada principalmente por la migración y la menor valoración del idioma respecto al español. Aunque el kichwa es una lengua oficial en Ecuador y la más hablada de las lenguas indígenas, está en retroceso. El censo de 2022 del Gobierno ecuatoriano mostró que solo el 3,9 % de la población habla una lengua indígena. De ellos, el 81,7 % habla quichua: 538.449 personas, 52.625 menos que en el censo del 2010.

Estudiantes y residentes de Michigan asisten a un evento cultural por el día de los pueblos Indígenas, liderado por Micaela, en 2023.

Elsa cuenta que, en algunas zonas, el quichua ha dejado de formar parte de la vida diaria. Ya no se aprende, pues el español y el inglés ahora predominan. Ahora es común ver a jóvenes que no hablan kichwa ni visten ropa tradicional. A muchos, no hablar “bien” el español, los ha expuesto a miradas incómodas y correcciones en sus comunidades y fuera de estas por parte de hispanohablantes. “La gente debería entender que el kichwa es nuestra lengua materna y el español es la segunda, y buscamos un equilibrio”, dice Elsa. “Obviamente, nuestro español no es perfecto, pero aun así somos criticados por hispanohablantes”.

El trabajo de Elsa y Micaela como docentes de kichwa en una universidad estadounidense demuestra que enseñar una lengua indígena puede ser un acto de resistencia profundamente significativo. En Latinoamérica, donde las lenguas originarias desaparecen a un ritmo alarmante, la enseñanza de una lengua vulnerable resulta en un acto de afirmación cultural, memoria y esperanza. “Aunque estoy lejos de mi pueblo en estas tierras extranjeras, resisto”, zanja Micaela.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_