🔊 🐻 Científicos captan los sonidos del oso andino al copular gracias al monitoreo comunitario
Biólogos identificaron un repertorio de cinco sonsonetes. Las grabaciones fueron obtenidas gracias al apoyo en las comunidades en Colombia y en Bolivia


“Sonidos amor-osos”. Así fue como un grupo de biólogos colombianos bautizó a una serie de ruidos que lograron captar entre osos andinos (Tremarctos ornatus) cuando cortejan y copulan. Son, además, algo inédito, ya que como explica Ángela Mendoza Henao, parte del equipo de la colección de sonidos del Instituto Humboldt y una de las autoras que publicó estos hallazgos, se suele asumir que estos gigantes andinos son especies silenciosas, casi mudas. “La hipótesis apuntaba a que, como viven en hábitats muy cerrados, no les conviene ser ruidosos”, afirma. Aparte, al ser difíciles de estudiar en la vida silvestre y ser analizados en su mayoría en cautiverio, no hay mucha claridad de qué hacen, qué tonalidades emiten o cómo se comportan en su hogar natural.
“Lo que se había registrado antes, en cautiverio, eran exclusivamente los sonidos que hace una madre con su cría”, agrega. Así que lo que lograron escuchar, es en realidad un nuevo mundo sobre la comunicación.
A través de registros de videos y sonidos obtenidos en cámaras trampa, el equipo logró identificar cinco “voces”: el tarareo (similar a un hmmm), el gruñido, el quejido, el ronquido y el sonido al morder. Un total de 33 vocalizaciones fueron emitidas por las hembras, dice el estudio publicado en la Revista Mexicana de Biodiversidad, mientras que los machos generaron 48. “Durante la cópula, tanto los videos como los sonidos muestran algunos momentos de agresividad del macho hacia la hembra, esto se evidencia en un evento donde el macho muerde el cuello de la hembra y ella emite un sonido muy agudo”, describe el documento.
Dejar la interpretación del sonido animal al oído humano, posiblemente no habría permitido encontrar las diferencias. Entenderlas. Por eso, lo que hicieron los científicos fue traducir cada una de las grabaciones de estos ruidos en imágenes conocidas como espectrogramas. “Son similares a los pentagramas que utilizan los músicos”, dice Mendoza, “pero con sonidos naturales, que tienen mucha más complejidad”.
Incluso, encontraron que algunos de los ruidos emitidos por los osos andinos están en frecuencias imposibles de escuchar para los humanos. No es que sean mamíferos mudos, sino que han sabido cómo guardarse sus secretos para ellos.
Un legado
“Este trabajo se basa en realidad en el monitoreo comunitario”, cuenta Nicolás Reyes Amaya, curador de la colección de mamíferos del Instituto Humboldt y otro de los autores de la investigación. Las grabaciones y videos fueron captados gracias a proyectos de ciudadanos de Los Andes; dos en Colombia – en Huila y Cundinamarca, y uno en Bolivia, en Tarija. Entre los tres lugares se lograron captar seis eventos de cortejo y copulación entre osos andinos.
“El sonido que registran las cámaras trampa es subutilizado. La gente se suele quedar con la foto, con la imagen bonita. Y lo que tuvimos fue un clic mental: ¿por qué no utilizar eso?”
Adriana Reyes, la primera autora del estudio, era quien tenía en su mente el cuadro completo. Creía fuertemente en la necesidad de trabajar en la conservación del oso y otras especies a través de las comunidades que son sus vecinas. Tenía el oído tan agudo, tan animal, que fue quien identificó cuando un quejido lo hacía una hembra y un macho. Ella falleció meses después de publicar el artículo, en marzo de 2025. “Pero Adriana sigue viviendo en el legado de su trabajo”, insiste Reyes Amaya.
A la vez que hacía su maestría en la Universidad Nacional, que, esperan, le sea entregada de manera póstuma, Reyes hacía parte de la Fundación Wii, dedicada a proteger el oso andino. “Sus últimos esfuerzos de trabajo científico los dedicó a estudiar las osas hembras, sus aspectos reproductivos”, añade Mendoza. Por eso, quizás, podía escucharlas como ningún otro.

Esa impronta de monitoreo comunitario que lleva este trabajo, es de ella, dicen sus colegas. “Ha dejado a las comunidades mismas esa idea de que el fototrampeo debe trascender más allá de una foto bonita, si no que lo puedan utilizar para tomar decisiones respecto a qué hacer con su territorio, cómo organizarlo”, explica Reyes Amaya.
Tener la certeza de que los osos andinos emiten sonidos sirve para el conocimiento científico. Para ir comprendiendo poco a poco, con pistas, a estos complejos animales que son vulnerables ante la extinción. Pero también sirve para que entendamos lo fascinante que es la fauna silvestre. “Es una especie que cohabita con el humano y con la que deberíamos desarrollar un vínculo”, comenta el biólogo. “El paso más fatal para que se den las mayores pérdidas de biodiversidad, es la ruptura social de las comunidades con esta”, agrega. Escuchar al oso andino: saber que gruñe, se queja y hace “hmmm”, es ahora un argumento más para protegerlo.
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