Con Ángela Acosta, el sector de los micronegocios de belleza tiene músculo para financiarse
Creó una fintech que les permite a los negocios de belleza de barrio, liderados principalmente por mujeres, el acceso al crédito para financiar sus inventarios, crecer y evitar el ‘gota a gota’
El espíritu emprendedor de Ángela Acosta es de colores. Muy joven comenzó a armar su propio arcoíris con Azul, el nombre que eligió para su primer negocio, una pescadería que montó gracias al apoyo económico de su papá y que ya no existe. Ahora tiene Neón, una marca de accesorios para el pelo, como coletas y moños, y Morado, una fintech que está revolucionando el mundo de los pequeños negocios relacionados con la belleza por el innovador modelo de compra y financiación que ofrece. Sin duda, más adelante añadirá más tonos a su portafolio porque es una mujer inquieta, curiosa y creativa que hará honor al nombre de su empresa: Grupo Colores.
Por lo pronto está metida de cabeza en Morado, que creó hace ya casi cuatro años pensando en impulsar miles de peluquerías, barberías, spa de uñas y otros negocios, especialmente las peluquerías de barrio lideradas por mujeres que, por falta de acceso a crédito, no pueden crecer y potenciar su iniciativa. “Las grandes marcas de productos de belleza no les venden directamente a los micronegocios de barrio porque no pueden pagar por adelantado ni tienen forma de financiarse. Muchas de sus dueñas no tienen historia crediticia. Morado surge para atender este problema de financiación, que les permita a estos negocios tener stock de productos tanto para trabajar como para vender”, explica esta barranquillera de 31 años, graduada de administración en el Cesa, quien menciona dos datos relevantes: “En Latinoamérica, las mujeres son dueñas del 92% de los negocios de belleza; sin embargo, solo una de cada siete emprendedoras del sector tiene acceso a servicios financieros”.
Acosta conoce en carne propia la situación. Cuando pensó en Morado, duró nueve meses tocando las puertas de todos los bancos para un préstamo de tan solo 5 millones de pesos para montarlo. El impulso se lo dieron sus jefes del momento: los socios fundadores de Rappi, la exitosa plataforma de domicilios a la que entró por “descarte”. “Tenía que hacer las prácticas para graduarme y aspiraba a que fueran en PepsiCo, Coca Cola u otra multinacional, pero nada. Traté de hacerlas en una empresa familiar, pero no me dejaron. Entonces me tocó en Rappi, que era lo que quedaba. Entré casi que por error, un error que agradeceré toda la vida”, cuenta.
Allí trabajó cuatro años que, dice, parecen el triple por el intenso trabajo, los retos que enfrentó y todo lo que aprendió. “Fui de las primeras 60 u 80 personas en integrar la compañía y a los cinco meses me enviaron a Brasil a abrir RappiPay, que hoy es RappiBank. Tenía 22 años, no hablaba portugués y me tocó montar y dirigir un equipo como de 200 personas”, agrega Acosta, que actualmente estudia un Executive MBA en IE University, de España.
Después de tres años, Rappi la trasladó a México para liderar la vertical de supermercados. En 2020 regresó a Colombia y le tocó enfrentar el Covid-19 y la revolución que implicó en materia de e-commerce. “De un equipo de 15 personas pasamos a más de 100, para atender todas las solicitudes que nos llegaban de comercios que querían subirse a la plataforma, desde grandes cadenas de supermercados hasta floristerías y tiendas especializadas. Les salvamos la vida a muchos negocios”, recuerda.
Terminó agotada y empezó a pensar materializar a Morado. En ese trajinar con Rappi había notado que el sector de belleza estaba creciendo de forma interesante y comenzó a investigar, a visitar los barrios, a hablar con la gente, primero en México y luego en Colombia. Entendió que la necesidad no era tanto una carencia tecnológica en los negocios, sino de una de financiación a través de la tecnología. Lo que ofrece es la posibilidad de hacer una solicitud vía WhatsApp con solo cuatro datos: nombre, tipo y número de documento, y correo electrónico. Si es admisible, el desembolso se hace en máximo 24 horas, con plazos de 30, 60 y 90 días. La empresa calcula que han impactado a 32.000 negocios: 84% pertenecen a mujeres, 68% nunca había tenido acceso a crédito y 62% no tiene cuenta bancaria. El 62% vuelve a hacer solicitudes y el promedio de ticket por cliente es de casi 6 millones de pesos, con una tasa de mora de menos del 1,5%.
“Nos impulsa la inclusión, que las mujeres puedan crecer, financiar su inventario y no tener que recurrir al gota a gota, que es su alternativa –afirma–. Estamos por toda Colombia. Somos fuertes en la región Caribe y Antioquia”.
El otro fuerte de Morado es el manejo de información para que estas mujeres hagan compras inteligentes. “Gracias a la inteligencia artificial les hacemos recomendaciones de compra de acuerdo a cómo se mueve su negocio, la rotación de productos y lo que está pasando con otros locales a su alrededor y con las tendencias. Así aseguramos la venta, el retorno de la inversión y los pagos”, explica con orgullo. Así, ayuda a otras mujeres a solucionar sus problemas de financiación. Pero, ¿cómo solucionó ella el propio para arrancar? Los fundadores de Rappi, le dieron el impulso con un cheque por 150.000 dólares. “Trabajar con ellos me enseñó que no hay límites mentales y que, con un gran equipo, se puede construir lo que soñamos”.
Con ese espíritu, en una rueda de inversión consiguió 5 millones de dólares de grandes inversores como Tiger Global, Andreessen Horowitz, H20 Capital y Latitud; además de Village Capital, un fondo que cuenta con apoyo de Jeff Bezos, Mark Zuckerberg y Bill Gates. En el accionariado también se encuentran los fundadores de Frubana, Truora, Tul, y así mismo, Femsa Ventures ha invertido en Morado.
Por eso, aunque el naranja, ese color que representa a Rappi, aún no hace parte de su arcoíris, lo lleva en el corazón.
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