¿Estoy realmente en un ‘spa’ de lujo? ‘Tips’ que te ayudarán a reconocerlo
Las vistas, el olor, la personalización o la textura de los albornoces pueden ser mejores indicativos de calidad que el precio de la estancia en estos centros de bienestar que cada vez son más demandados


Quizás ya no deberíamos llamarlos spa. Muchos de esos espacios de silencio, serenidad, desconexión, aguas sanadoras y terapias se han convertido en sofisticados centros de wellness, una palabra que se amplía más allá de su significado para abarcar objetivos ambiciosos como la optimización vital y la longevidad. Bienestar sería la palabra en castellano, pero wellness es el término que se emplea en una industria que, según las previsiones del Global Wellness Institute, valdrá 8,5 trillones de dólares en 2027. En 2025 el turismo de bienestar crece a un ritmo mayor que el de ocio, y el turista que viaja para mejorar su salud gasta un 40% más que el que lo hace por placer. Según The Financial Times, el wellness es el nuevo símbolo de estatus. Si antes de la pandemia era estar ocupado y estresado, ahora es tener tiempo y dinero para resetearse varias veces al año.
Son muchos los hoteles, sobre todo los de lujo, que están librando una batalla por diseñar el espacio wellness perfecto, una zona que suele tener un área de agua, varias cabinas de tratamientos faciales y masajes, salas para practicar yoga, meditación y mucha tecnología, presuntamente de nueva generación: saunas de rayos infrarrojos, cámaras hiperbáricas o las polémicas cabinas de crioterapia. En unos hay fisioterapeutas y esteticistas y en otros hay médicos y psicólogos expertos en biohacking.
Sin embargo, las grandes inversiones y la pomposa terminología no siempre garantizan la excelencia de un servicio donde la eficacia de los tratamientos es tan importante como otras sensaciones sutiles: olores, temperatura, ruido o textura de toallas y albornoces.
Hemos hablado con varios expertos para intentar separar el grano de la paja y buscar las señales que permiten identificar un spa o una zona wellness de lujo. Spoiler: sospeche de los que presuman de tener terapias diseñadas con inteligencia artificial. Es el nuevo reclamo del marketing.
El precio
No es una buena pista. Las zonas wellness que pertenecen a cadenas hoteleras de alta gama suelen tener un precio marcado por la categoría del hotel. Por eso son preferibles pistas menos confusas, pues el precio suele confundirse demasiadas veces con el valor. Por ejemplo, en Madrid, una de las mejores zonas wellness está en el Hotel Urso y no es el spa más caro de la ciudad, aunque tampoco es el más barato. Tampoco hay que abrazar las ofertas de Groupon.
Las vistas y la luz natural
Los hoteles con mucha historia suelen hacer una gran reforma para incluir un spa en sus instalaciones, y suelen estar limitados por la estructura original. Muchas veces las zonas wellness están en la planta baja porque no había otra opción, o si la había era demasiado cara. Pero uno de los pilares del bienestar es el contacto con la naturaleza, por eso los espacios que están frente al mar, en medio de un bosque o en la montaña son tan sanadores y agradables. El Santuario Wellness & Spa de Abadía Retuerta, un edificio del siglo XII, se construyó en las antiguas caballerizas de la abadía. “Es un espacio de más de mil metros cuadrados donde el 80% de la luz es natural, gracias a su infinidad de lucernarios”, cuenta su responsable, Mike Dos Santos. En el mítico Hotel Chelsea de Nueva York, tras una profunda reforma, el spa se ha colocado en el ático con vistas al skyline de Manhattan, en el nivel que solía dedicarse a las suites más exclusivas. En Dubái, el spa del hotel The Lana está en la planta 29 con vistas al Burj Khalifa. Lo que se ve y se respira es esencial para el bienestar. Menos mármol y más naturaleza.

Las dimensiones
En una zona wellness de lujo la gente no debe cruzarse demasiado ni esperar para entrar a la sauna o a la ducha. El lujo es exclusividad, por eso los metros cuadrados cuentan. Suponen privacidad, orden y espacio para moverse.
Los terapeutas
Ha sido la respuesta más frecuente entre los expertos consultados: un spa es bueno si tienen terapeutas profesionales, formados y bien entrenados para superar ese primer encuentro con el cliente, que es crucial para que el resto de la terapia fluya. Blanca Coutiño, responsable del spa Maison Codage del Hotel Kimpton Asyla en Mallorca, cuenta que ella “prueba a los terapeutas personalmente”. “Es la única manera de saber si la posición y la fuerza de las manos está bien, o si saben moverse por el espacio de la cabina. Para mí, una red flag es que el terapeuta toque la zona de la columna vertebral, significa que dominan la técnica de masaje, pero no la anatomía del cuerpo. Hay zonas prohibidas en los masajes terapéuticos”, señala. “Un buen spa empieza por unas manos expertas que transmitan confianza desde el primer minuto. Para mí, la diferencia está en esa conexión que se crea con el terapeuta, en cómo te escucha y adapta el tratamiento a ti, no al revés“, indica por su parte Carlota Guardans, responsable de los spa de Único Hotels.
Los olores
Un spa huele bien, y casi siempre a una sola cosa: un olor envolvente, agradable y muy contenido. No es fácil en un entorno húmedo controlar la mezcla de olores de productos cosméticos con el del cloro y el bromo que se usan para tratar las aguas. En los buenos spas nada molesta, mucho menos un olor. Los de Maison Codage tienen su propia fragancia y es la misma en todo el mundo. Según cuenta Cutiño, no es un perfume, “son fragancias que provienen de extractos naturales como la centella asiática o el amamelis, son olores suaves, nada domina demasiado”.

Los sonidos
El silencio suele funcionar mejor que los hilos musicales. En algunos spas, como el del hotel La Mamounia de Marraquech, se aprovechan los sonidos del agua para crear un ambiente agradable de relajación. Cuanto menos se hable mejor, y los móviles están, por supuesto, fuera de la ecuación.
Los productos
¿Se puede reconocer un buen spa por sus productos? Esa es, sin duda, una buena pista, entre otras cosas porque se escogen muy bien entre ellos (los spa y las marcas de cosmética). Casas como Dior o Guerlain se han asociado a algunos hoteles de lujo donde han abierto sus propios espacios. Es el caso de Dior en el hotel Belmond Splendido de Portofino o de Guerlain en el Waldorf Astoria Trianon Palace en Versailles. Marcas como Natura Bissé, Sisley o Miriam Quevedo pueden ser una pista fiable. “Un spa excelente trabaja con cosmética de altísima calidad”, confirma Guardans.
La temperatura y la calidad del agua
Las aguas son una parte importante del wellness. El principio de este negocio fueron los balnearios donde se iban a tomar las aguas. Aunque desde entonces el asunto se ha sofisticado bastante, mantener las diferentes temperaturas que garantizan el contraste de las terapias es algo que solo consiguen los spa realmente buenos, donde se mantiene a seis grados la piscina de inmersión en agua fría y a 40 la zona de burbujas del jacuzzi y, entre medias, otros rangos de temperaturas menos extremas. Aunque no todos tienen el privilegio de tener aguas termales disponibles, debe cuidarse la calidad y el tratamiento de las aguas. De uno de estos lugares no se debería salir nunca con la piel seca y tirante.
El menú de tratamientos
“Un buen spa nunca improvisa: tiene una carta bien pensada, coherente, con tratamientos efectivos y realmente transformadores”, asegura Guardans. ¿Un menú con muchas opciones de tratamientos es sospechoso? No necesariamente, pero habrá que tener una cantidad proporcionada de terapeutas formados en diferentes técnicas. La encuesta de Good Spa Guide, una guía británica conocida por hacer las críticas más severas de estos espacios en todo el mundo, asegura que más del 90% de las personas pide un masaje cuando va a un spa. “Los clientes dividen los tratamientos en belleza exterior (manicura, pedicura...) e interior, y esperan que la mayoría de los centros wellness se concentren en las terapias más profundas“.
La personalización
Una de las grandes tendencias del wellness moderno es la personalización. Las terapias a la carta, como un traje a medida. Estos niveles de excelencia y de respuesta son un buen indicador de la calidad del spa. En el de Finca Serena (Único Hotels), premiado como el mejor spa en un resort por los World Spa Awards, cada tratamiento se adapta al estado del cliente. “No es lo mismo un huésped que busca descansar, que otro que viene a hacer un detox profundo”, expone Guardans. En Abadía Retuerta tienen la figura del spa sommelier: “Un exclusivo terapeuta que somete al huésped a una cata sensorial con tres vinos y tres aceites y, según sus preferencias y sensaciones, decide cuál será su tratamiento perfecto”, explica Dos Santos.

La textura del albornoz y de las toallas
Es quizás una de las señales más evidentes de un spa de lujo: la calidad de los tejidos y la suavidad envolvente de toallas y albornoces. Sobra decir que en estos sitios no pueden acabarse las toallas y es una de las obsesiones del personal. Pero volviendo a los albornoces, la textura de los del Hotel Madrid Four Season no es de este mundo.
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