Bárbara Muelas, la octogenaria lingüista Misak que construye el primer diccionario bilingüe de su idioma
La experta, la primera mujer indígena miembro de la Academia Colombiana de la Lengua, busca promover la interculturalidad y luchar contra el desuso de la lengua namtrik entre las nuevas generaciones


Alrededor del fogón, en la cocina, en la casa, en el centro de ella –“Nakkuk, Nakchak”– Esa es la génesis del aprendizaje para los Misak, un pueblo indígena compuesto por alrededor de 21.000 personas y asentado en el suroccidente de Colombia, principalmente en Silvia, en el Cauca. En ese municipio rodeado por el río Piendamó y las imponentes montañas de la Cordillera Central de los Andes, hay una oficina modesta en una pequeña casa. Allí, Bárbara Muelas lleva meses desentrañando la mejor forma de conservar su idioma, el namtrik, ante el desuso de las nuevas generaciones. En esa búsqueda, la experta de ochenta años, que ha dedicado la mayor parte de su vida a promover la pervivencia de su lengua materna, identificó la necesidad de crear el primer diccionario bilingüe Namtrik - Español.
La obstinación de Muelas con el estudio de la lengua no es nueva. Fue una de las primeras mujeres Misak en formarse como profesional, lo hizo en Educación Primaria y después su nombre tomó vuelo al ser ella la encargada de traducir el capítulo étnico de la Constitución de 1991 –donde por primera vez los pueblos originarios se consideraron sujetos de derechos– al también conocido como guambiano. Su trabajo ha sido recientemente reconocido y por ello consiguió ser designada en la Academia Colombiana de la Lengua. Mamá Bárbara, como la llaman en su comunidad, tiene clara la importancia simbólica de ese nombramiento, pero, cuenta que la espantan la burocracia y el caos de Bogotá y por eso no reparó mucho en la noticia. Siguió absorta en el siguiente gran paso en su misión de vida: “Este será mi aporte a la lengua”, sostiene, en referencia al diccionario.

A sus espaldas, enlistados juiciosamente, están los microcampos semánticos, los conjuntos de palabras que tienen significados cercanos, en los que se dividirá la primera parte del diccionario. Inician con el microcampo Nakchack: la cocina. La semilla inicial del diccionario le llegó por los lados de la botánica. Hace una década, Muelas se propuso documentar las plantas y flores de su territorio. En largas caminatas, con una libreta, conocimientos básicos de fotografía y una cámara réflex sencilla, empezó a crear un catálogo. Aunque recopiló mucha información, no recibió el apoyo que esperaba. Imprimió apenas una copia de este glosario. Uno que años más tarde sería el insumo primario para la nueva tarea, más amplia y ambiciosa.
El proyecto revivió este año cuando consiguió, finalmente, el apoyo decidido de las autoridades de su cabildo. Ese respaldo implica que ya no está sola en la tarea, pues las autoridades Misak destinaron recursos a crear un equipo que la acompañara en la titánica labor. Muelas necesitaba al menos una decena de profesionales, pero los recursos económicos alcanzan para un equipo de cinco: una diseñadora, dos digitadores, una ilustradora y un intérprete. Todos, a excepción de la diseñadora, son indígenas.
Gregorio Yalanda, quien ayuda a Muelas a interpretar en español ideas y conceptos Misak, es uno de sus dos hijos, y heredó de ella su pasión por la educación. El mayor cómplice de Mamá Bárbara en esta última obsesión se desempeñó hasta hace algunos meses como maestro en varios resguardos del Cabildo de Guambia. Si bien estudió Música, la mayor parte de su tiempo lo ha dedicado a promover el amor por la cultura misak entre los niños y jóvenes. Recuerda que ha visto cómo las generaciones más jóvenes usan cada vez menos el Namtrik. Priorizan el español por diferentes causas, una de esas, el racismo.
“A muchos les da pena hablar porque sus papás han sufrido consecuencias nefastas. Al no saber hablar bien en español, los han maltratado o engañado, así que no quieren que sus hijos pasen por lo mismo. Les enseñan primero en español y después en el Namtrik como opcional”, explica Yalanda. Pese a que los datos de la Unesco señalan que Colombia es el tercer país de Latinoamérica con más lenguas nativas, al menos una docena de las 65 registradas están en riesgo de desaparecer, según la misma organización. El Namtrik es una de ellas de acuerdo con alertas de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).

La educación contra el olvido
Ser maestra nunca estuvo en los planes de la joven Muelas. Sin embargo, las autoridades de su cabildo vieron en ella la capacidad para hacerlo y le asignaron enseñar el castellano a los más pequeños. Poco a poco se enamoró de la docencia y, tras formarse como profesional, hizo una maestría para fortalecer su capacidad pedagógica. Con dos hijos pequeños y un clima en contra, estudió Lingüística y Español en Cali. Cada fin de semana viajaba a Silvia –a cinco horas en carro– y regresaba de nuevo para estudiar. Muelas, como ella misma dice, se debe a su comunidad.
Justamente esa importancia de lo comunitario es uno de los principios de su pueblo. Desde hace varios meses las autoridades indígenas de Guambia adelantan ante el Ministerio de Educación la formalización de Ade la Kusreik Ya Misak Universidad, una institución de educación superior intercultural ubicada en su territorio ancestral que busca “desarrollar las expectativas de las nuevas generaciones para cumplir con los principios y fundamentos ancestrales de la Misak y de otras culturas”, según consigna su página web. Para Muelas, el diccionario jugará un papel central en esas apuestas, aunque sea un trabajo colosal y lleno de desafíos. Uno de ellos tiene que ver con las diferencias entre conceptos fundamentales en la cultura occidental y el pensamiento Misak. Por ejemplo, en su cosmovisión el tiempo no es lineal, sino una espiral, un símbolo que aparece de forma constante en su vestimenta, y filosofía de vida.
Otras diferencias son más concretas, pero igualmente retadoras. En el Namtrik no existe la letra O, y algunos sustantivos han ido desapareciendo a medida que las comunidades se van adaptando a la modernidad, y haciéndose más mestizas. “Hay palabras que se dicen en el Namtrik, pero que en español se han traducido literalmente. Así que nos ha tocado traducirlo de forma contextual, para que la gente de afuera lo entienda mejor. A veces, esas traducciones literales no coinciden o son malinterpretadas”, explica Yalanda. “Por esas complejidades, decidimos trabajar por campos semánticos y no hacerlo con el abecedario como se hace usualmente. Traducimos de lo general a lo particular”, agrega Muelas.

Otra forma de resolver esos laberintos lingüísticos y semánticos son las ilustraciones. Para cumplir esa tarea aterrizó en el equipo Diana Otavo, la artista plástica responsable de plasmar en dibujos el mundo Misak. Trabaja con acuarelas a partir de fotografías. “Ser parte de la comunidad me facilita entender los conceptos”, sostiene. La más joven del equipo detalla que, al momento de pintar se ha encontrado con elementos o tradiciones que desconoce. “Me pasó con la organización de la casa. Antes las camas quedaban muy cerca al fogón. Eso no lo viví, así que tuve que acudir a mis abuelas”, dice.
Muelas calcula que culminar el proyecto tomará alrededor de una década. Cree que va a morir en el camino y, bromea, sería un final con el que estaría satisfecha. Aun así, todavía falta algo central: asegurar el dinero para financiar los costos que acarrea la iniciativa durante los próximos años, pues hoy dependen del beneplácito del gobernador de turno del resguardo.
Aunque el futuro esté en duda, la vida de Muelas demuestra una gran habilidad para salir avante en los contextos y misiones más difíciles: asistir a la universidad cuando las mujeres indígenas no lo hacían; salir de su resguardo y culminar un posgrado en una gran ciudad mientras maternaba a dos niños pequeños; escribir poesía y publicar en grandes editoriales nacionales; llegar a la máxima instancia del español en el país. Tímida, ríe al sentirse reconocida, se muestra incluso incómoda. Rápidamente, zanja: “Solo quiero que me permitan terminar esta tarea”.
Por suerte, para continuar con ese legado quedará su hijo, quien ha visto en ella el mejor ejemplo y comparte el empeño por proteger su cultura. “Nuestra lengua es algo único. No hay otra igual en el mundo, y eso hay que conservarlo. Para mí es fundamental sentirse orgulloso y defenderlo”, expresa él, que comparte la característica sencillez de su madre.
En la idea Misak de la vida y el tiempo como espirales, nace el concepto Pichip mentökun. Se refiere a desenrollar: ir en búsqueda del conocimiento y ampliar los saberes. En consecuencia, llega el enrollar: Kitrip mentökun, que consiste en regresar al origen, integrar esos aprendizajes y armonizarse con las raíces. Mamá Bárbara es ejemplo vivo de esa máxima.
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