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La Procuraduría ratifica la sanción que fulmina la carrera política del excanciller Álvaro Leyva

La prohibición de ocupar cargos públicos por diez años para el octogenario político queda en firme y no admite ningún tipo de recurso

Álvaro Leyva, en Bogotá, el 25 de abril de 2023.
Santiago Torrado

La dilatada carrera del veterano político Álvaro Leyva Durán (Bogotá, 83 años) ya tiene un epílogo. El primer canciller del Gobierno de Gustavo Petro, quien después conspiró contra el presidente de Colombia, no podrá ocupar cargo público ni de elección popular alguno. En una sanción que ya no admite ningún tipo de recurso, la Procuraduría General de la Nación ha confirmado este martes, en segunda instancia, la sanción de destitución e inhabilidad por 10 años para Leyva por las irregularidades en la enrevesada licitación para la elaboración de pasaportes cuando ocupaba el Ministerio de Relaciones Exteriores.

La investigación de la Procuraduría, encabezada por Gregorio Eljach, determinó que el entonces canciller cometió una falta gravísima al declarar desierta la licitación pública de los pasaportes, pues “desconoció los principios de transparencia, economía y responsabilidad que rigen la contratación pública”. El único camino jurídico que le queda al político es una demanda de la decisión ante la justicia, que de ocurrir tardaría varios años en fallar.

Incombustible y camaleónico, Leyva lo ha sido casi todo en la política colombiana. Se ganó fama de conspirador a lo largo de una carrera que comenzó como secretario privado del presidente conservador Misael Pastrana en 1970. Después fue concejal de Bogotá, representante a la Cámara, senador, ministro de Minas de Belisario Betancur (1982-1986) y miembro de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la carta política de 1991. En aquel entonces fue parte de las listas de la Alianza Democrática M-19, el partido surgido de la guerrilla a la que perteneció Petro en su juventud. También se ha retratado como una suerte de mediador en múltiples intentos de paz, bien fuera con guerrillas o grupos paramilitares, y fue negociador de las FARC en los diálogos de La Habana.

Con esa historia a cuestas, Leyva inició el cuatrienio de Petro como canciller, el primer ministro de todo el Gabinete anunciado por el presidente de izquierdas. Restableció muy pronto las siempre difíciles relaciones con la Venezuela de Nicolás Maduro, las enderezó con Cuba, y volcó la diplomacia colombiana al servicio de la paz total, la política que se proponía dialogar en simultáneo con todos grupos armados. Su gestión fue muy criticada por privilegiar esa agenda de negociaciones por encima de los demás intereses diplomáticos de Colombia y por el nombramiento de políticos cuestionados en embajadas y consulados. Como canciller, solía bañar en halagos a Petro. Sin embargo, cayó en desgracia por cuenta de aquella fallida licitación para elaborar pasaportes que le valió una suspensión de la Procuraduría, a principios de 2024, y eventualmente su destitución, por haberla anulado de forma ilegal.

Leyva ya había quedado contra las cuerdas desde finales de 2023, después de su agrio y público desencuentro con la entonces directora de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado, Martha Lucía Zamora. En un recordado episodio, los dos funcionarios acabaron enfrentados en los pasillos de la propia Casa de Nariño, el palacio presidencial, por cuenta de la millonaria licitación.

“Usted no cuida al presidente”, increpó Leyva a Zamora, según la detallada reconstrucción del periodista Daniel Coronell. El encontronazo se enmarcaba en el proceso legal contra el Estado por parte de la firma Thomas Greg & Sons –que hoy todavía sigue elaborando los documentos ante los constantes aplazamientos para implementar el nuevo esquema que Petro defiende contra viento y marea–. “A mí qué me importa que condenen al Estado. Con lo que se demora un proceso en Colombia”, dijo el entonces canciller a los gritos. “Notifíqueme en la tumba, cuando salga el resultado de ese pleito ya voy a estar muerto”, remató. En ese pulso, el presidente tomó partido por Leyva y dejó caer a Zamora, sin sospechar que después se convertiría en el más ácido de los opositores, al punto de conspirar contra su Gobierno.

Leyva mantuvo influencia aún después de la suspensión. Algunos sectores del oficialismo incluso se hicieron eco de su rebatida tesis de que un párrafo del acuerdo de paz que habla de un “acuerdo político nacional” facultaba a Petro para convocar una Asamblea Constituyente por decreto. Una idea que fue ampliamente considerada un disparate, y desmentida por los demás negociadores que participaron en los diálogos de La Habana. También apareció por sorpresa junto a Maduro en el Palacio de Miraflores, en agosto de 2024, cuando Colombia aún intentaba infructuosamente mediar en la crisis poselectoral de la vecina Venezuela.

La ruptura definitiva llegó con el nuevo año, cuando Leyva comenzó a lanzar mensajes a manera de acertijos en sus redes sociales. En uno de ellos criticó la forma en la que Petro asumió la crisis diplomática con los Estados Unidos. En una serie de cartas públicas, atribuyó al presidente Petro un problema de adicción a las drogas que, aseguraba, afecta su capacidad para gobernar. El mandatario negó los señalamientos, lo tildó de “víbora” y respondió que como canciller le solía aconsejar hacerse reelegir, a pesar de que la Constitución lo prohíbe. Poco después, lo acusó de participar en un complot para derrocarlo. El plan, de acuerdo con los audios y testimonios que reveló EL PAÍS el pasado junio, consistía en recabar apoyos en Estados Unidos para hacer caer al Gobierno. Leyva también reconoció más adelante ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes que no tiene pruebas de que Petro consuma drogas, como lo había asegurado anteriormente.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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