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El embajador de la UE en Colombia: “No podemos cubrir el agujero en cooperación que dejó USAID”

Gilles Bertrand finaliza su mandato en el país, tras cuatro años como jefe de la delegación europea. El diplomático hace un balance de los grandes temas que marcaron su misión

Gilles Bertrand, en Bogotá, el 22 de julio de 2025.
Diego Stacey

Gilles Bertrand (Marsella, 52 años) ha estado durante cuatro años al frente de la diplomacia de la Unión Europea en Colombia. El embajador ha sido testigo de grandes hitos en el país sudamericano, tales como la llegada de la izquierda al poder, la prolongada implementación del Acuerdo de Paz con las FARC, o el auge de un conflicto en el que pululan grupos armados más fragmentados. El diplomático de origen francés recibe a EL PAÍS en su oficina en el norte de Bogotá, a unas semanas de terminar con su mandato y de viajar de regreso a Bruselas. “Estar aquí ha sido un privilegio”, sostiene.

Pregunta. ¿Cómo se encuentran las relaciones entre la UE y Colombia al final de su mandato?

Respuesta. Tenemos una relación muy amplia y muy diversa. Colombia se ha vuelto un socio más y más importante en la escena internacional en estos últimos años. Aquí tocamos todos los temas: cooperación, investigaciones, inversión, ayuda humanitaria o paz.

P. Justo este año Colombia será sede de la cumbre UE-CELAC. ¿Qué expectativas tiene de la conferencia?

R. Es una cita muy importante que tendremos a inicios de noviembre porque ha vuelto la lógica de hacer esta cumbre cada dos años. En Santa Marta [la sede] tendremos la oportunidad de construir hojas de ruta y cooperaciones, y de concretar la agenda de ambas regiones. Ocurre además en un momento en el que mundo está bastante convulso y esa cercanía entre las dos regiones se vuelve más fundamental que nunca.

P. Las turbulencias han sido causadas, sobre todo, por el proteccionismo que ha promulgado Donald Trump. ¿Fortalecer esta relación es una lucha contra esa visión de mundo?

R. Sí, para nosotros queda absolutamente claro que un comercio internacional lo más abierto posible es indispensable para el bienestar del planeta. A eso se le añaden elementos de sostenibilidad ambiental y económica. La UE está convencida de que el proteccionismo, que fue el origen de la Segunda Guerra Mundial, no es la solución para tratar los desafíos que se nos imponen. Lo que necesitamos es más intercambios, más cooperación y no al revés

P. ¿Qué rol cumple Colombia en esta profundización de relaciones con el continente?

R. Nuestra voluntad es que el comercio entre Colombia y la Unión Europea siga creciendo. En estos 12 años de acuerdo comercial [firmado junto con Perú y Ecuador] hemos visto grandes cambios. Hace una década, la mayoría de los productos eran minero-energéticos. Ahora, lo que más se exporta son productos agrícolas de alta calidad. Estamos convencidos de que Colombia tiene mucho por ganar y se puede convertir en un ejemplo de industrialización.

La gran promesa era que las FARC salieran de los territorios y allí entrase el Estado. Ellos se fueron, pero ahora han entrado nuevos grupos armados.

P. Gustavo Petro ha sido muy crítico con los países del llamado Norte Global, un grupo que incluye a la UE. ¿Estos comentarios han creado tensiones con el bloque?

R. En el contexto global actual nos parece que hay una cierta retórica en este sentido, en particular en las expresiones de los líderes políticos, pero no se traduce en la realidad de la relación con Colombia. Cuando uno mira los intereses específicos, esa visión de un supuesto Norte Global y Sur Global, no refleja las realidades concretas entre países. En la UE hay una voluntad mucho más cooperativa en temas como el cambio climático o la transición verde, iniciativas que también defiende Colombia.

P. ¿Puede la UE cubrir el agujero en cooperación que ha dejado la suspensión de USAID?

R. La respuesta corta es no, no podemos. USAID representaba un 70% de la cooperación que recibía el país...

P. ¿Y cuál es la respuesta larga?

R. Colombia debe ver la salida de esta agencia como una oportunidad. Es un país de renta media que debe pensar más en la cooperación basada en inversiones. Ese es el futuro, porque la tendencia muestra una reducción global de las subvenciones y el Estado colombiano tiene que hacer más para la coordinación humanitaria porque habrá un momento en el que los donantes ya no lo podrán hacer.

P. ¿Qué balance hace de la implementación del Acuerdo de Paz?

R. El Acuerdo de Paz es un programa de reforma del país para la no repetición del conflicto. Y hay dos elementos principales: el primero es tratar de cerrar las brechas, sean geográficas, étnicas, sociales o de género. Lo segundo, es hacer llegar una presencia integral del Estado a todo el territorio. He podido viajar a la mal llamada Colombia profunda y, hablando con comunidades, me doy cuenta de que eso no está. No hay acceso a la justicia, a la salud, a una educación de calidad, ni a la tierra. Ese es el desafío: la gran promesa era que las FARC salieran de los territorios y allí entrase el Estado. Ellos se fueron, pero ahora han entrado nuevos grupos armados.

Bertrand posa en su oficina en Bogotá.

P. De ahí surge la estrategia de la paz total. ¿Qué opina de ella?

R. Los Estados miembros de la UE hemos apoyado los diálogos con diversos grupos. España, Alemania y Suecia con el del ELN; Irlanda, con el del Estado Mayor de los Bloques; así como nosotros lo hemos hecho con los procesos de paz urbana en el Chocó y Buenaventura. Ha habido avances y la clave es la transformación territorial: la paz solo se va a lograr en los territorios apartados cuando se construya un trabajo con las mismas comunidades y con recursos locales. Quizás el ejemplo más exitoso es Nariño, en donde ya comenzamos a ver dinámicas positivas. Sabemos que aún queda mucho por construir y esperamos que, en la próxima fase, nuestro apoyo se centre en las alianzas territoriales con los gobiernos locales y el sector privado.

P. La migración se ha convertido en un caballo de batalla en Europa, justo cuando crece la llegada de colombianos a ese continente. ¿Cómo abordan este fenómeno?

R. Lo que hemos tratado de hacer, de la mano de la Cancillería, es informar a las personas que intentan llegar a Europa que el permiso de entrada a la zona Schengen no se traduce en una visa de empleo. Si queremos mantener el sistema libre de visas y el buen intercambio humano, es necesario reducir el número de solicitudes de asilo y de los casos en los que se exceden los 90 días de turismo. Es algo que genera muchos inconvenientes para las autoridades de nuestros países.

P. ¿Se ha llegado a plantear imponer de nuevo un visado, como lo hizo el Reino Unido?

R. No es un tema que se esté conversando, pero es fundamental reducir al máximo esas llegadas que, al final, tampoco resultan tan beneficiosas para las personas que intentan migrar de manera irregular.

P. ¿Qué expectativas tiene de las elecciones presidenciales del próximo año?

R. Colombia tiene una institucionalidad muy robusta. Lo comprobamos cuando enviamos por primera vez una misión de observación electoral en 2022 y tenemos mucha confianza en la capacidad de las instituciones de manejar las elecciones de 2026. Pero también sabemos que nuestras democracias se enfrentan a retos que no habríamos imaginado hace unos 15 años, como la desinformación, que es un veneno para el debate público.

P. ¿Qué cosas debe tener en cuenta el próximo presidente?

R. Cualquiera que sea el próximo gobierno, la paz territorial será un tema central. Más allá de la retórica que vamos a escuchar durante la campaña, hacer llegar la paz a las zonas más golpeadas por el conflicto y donde la violencia ha vuelto a aumentar va a ser el mayor reto. Y ya no es un tema de una cosa u otra. La lección para el próximo presidente es que la seguridad y la paz deben funcionar de manera articulada. Los grupos armados ilegales necesitan una presión constante y, a la vez, hay que seguir dialogando con ellos.

P. ¿Algún consejo para su sucesor?

R. [Ríe] He tenido cuatro años apasionantes en este país. Muchos diplomáticos se enamoran de Colombia cuando llegan. Yo lo hice al revés, ya estaba enamorado del país antes de llegar. Mi consejo es que se deje conquistar por el país, que conozca su diversidad increíble, que viaje fuera de Bogotá. Es allá fuera donde se deben fomentar los diálogos entre todos los actores, sobre todo de las comunidades y las juventudes. Ellos son los arquitectos de la no repetición de la violencia y son aliados en muchas de nuestras prioridades como la paz y el medio ambiente. Son la mejor garantía para el futuro de Colombia.

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Sobre la firma

Diego Stacey
Periodista de la sección Internacional. Anteriormente trabajó en 'El Tiempo', en Colombia. Es licenciado en Comunicación Social por la Universidad Javeriana de Bogotá y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.
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