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Pedro Sánchez, ministro de Defensa de Colombia: “El cáncer de los grupos armados creció durante la paz total. Hay que ajustar la estrategia”

El general en retiro de la Fuerza Aeroespacial defiende que la solución para regiones convulsas como el Catatumbo no es solamente militar

Pedro Sánchez Suárez, Ministro de Defensa de Colombia, en Bogotá el 19 de Junio del 2025.
Santiago Torrado

Pedro Sánchez se hizo famoso de boina y camuflado, como el general de las fuerzas especiales que comandó la búsqueda de cuatro niños indígenas perdidos en la selva amazónica, pero esta mañana de jueves viste de saco y corbata, ya como militar en retiro. “Uno siempre se siente cómodo cuando está sirviendo”, zanja sobre su nuevo uniforme, de civil, desde que el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lo posesionó en marzo como ministro de Defensa. Lleva más de 100 días frenéticos en un cargo neurálgico para un país que busca superar más de medio siglo de conflicto armado, pero enfrenta nuevas amenazas de seguridad. Ahora comanda el cambio de estrategia ante el desgaste de la política de paz total, con la que Petro buscaba dialogar en simultaneo con todos los grupos armados. “En este momento no hay cese al fuego con ninguna organización criminal, a diferencia del año anterior”, destaca en esta entrevista concedida en su despacho del Ministerio de Defensa Nacional. “Mientras ocurrió la paz total, es evidente que estos grupos se fortalecieron, el cáncer creció”.

Pregunta. ¿Qué mensaje quiso enviar el presidente Petro al nombrar a un militar después de tres décadas de ministros de Defensa civiles?

Respuesta. Que la protección de la vida y la seguridad no tienen color político. Las Fuerzas Militares y la Policía Nacional no son deliberantes; uno se educa en esa línea, lo único que le interesa es el país. Creo que él pensó que, en este momento, es necesario dar un mensaje claro de que aquí no hay una inclinación a algún partido político. No pertenezco a ninguno de ellos. El otro mensaje es el nivel de confianza que tiene en su Fuerza Pública. Mis 35 años de experiencia ayudan enormemente a enfrentar los problemas propios del sector de defensa. Por último, de alguna manera pesó la experiencia que se vivió alrededor de la búsqueda de los niños, que reflejó unión, respeto entre culturas y el valor de la vida.

P. Se ha especulado mucho sobre su relación con el presidente. ¿Cómo la describiría?

R. Es una relación supremamente fluida, muy honesta, enfocada siempre en buscar soluciones. Interactuamos en el día unas cinco veces, depende de lo que esté pasando puede ser más. Es una relación muy profesional, respetuosa. La especulación ha sido eso, especulación. Ni siquiera he tratado ese punto, porque nos distraemos en chismes. Él es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, el presidente de la República. Si en algún momento me dice “váyase”, pues yo me voy. Es así de sencillo. Y le agradeceré toda la confianza que tuvo.

P. “No hay un caos de violencia en este Gobierno”, defendía Petro el mes pasado en una alocución presidencial. ¿En qué se concentra la estrategia de seguridad en este momento?

R. Tiene cinco objetivos. El primero es recuperar el control territorial y mejorar la seguridad ciudadana en los sitios donde se ha alterado, que son pocos, pero generan demasiado ruido. Colombia ha tenido más de 60 años de violencias, pero las condiciones, si uno lo mira en cifras, han mejorado. El segundo elemento es proteger a la ciudadanía; en ese avance ya está el tema de los aviones que se decidió adquirir. El tercero es garantizar la democracia. Este año ya hemos realizado 13 elecciones atípicas de gobernadores y alcaldes de 22 proyectadas; el próximo, tenemos el desafío de las elecciones legislativas y presidenciales. El cuarto se centra en fortalecer las capacidades. Avanzamos principalmente en temas de inteligencia, porque la amenaza está cada vez más incrustrada entre la gente. También capacidades de protección antidrones y de movilidad. Y el quinto es la lucha contra la corrupción.

P. ¿Los grupos armados se fortalecieron durante la política de paz total?

R. El objetivo de la paz total se mantiene. Es una política de Estado; no es de Gobierno, es una ley. Abre espacios para dialogar, también vías jurídicas para poder reincorporar los que están en la criminalidad. Pero hay que ajustar la estrategia. En este momento no hay cese al fuego con ninguna organización criminal, a diferencia del año anterior. Estamos enfrentando la amenaza de manera contundente, eso va a generar unos índices de conflicto diferentes a los del año pasado. Mientras ocurrió la paz total, es evidente que estos grupos se fortalecieron, el cáncer creció. Entonces, la amenaza se trasladó. No contra la Fuerza Pública, porque no los confrontaba, sino contra la población. El poder de ellos aumentó. En este Gobierno se han neutralizado casi 15.000 integrantes de grupos criminales, pero por cada integrante que se neutraliza surgen dos.

P. ¿De dónde viene esa capacidad criminal?

R. Del narcotráfico, de la minería ilegal, del contrabando y de la corrupción. Los bandidos son la punta del iceberg criminal. Debajo yacen unos males mayores, como es el daño del tejido social. Entonces, la solución no puede ser netamente militar, solamente policial o con armas. La estrategia se ajusta en un 30% en el esfuerzo de nosotros y 70% en la visión unificada del Estado, para fracturar y llevar a su mínima expresión lo que está debajo del iceberg criminal, que son las economías ilícitas.

 Pedro Sánchez Suárez.

P. ¿Tiene algún tipo de coordinación con la oficina del comisionado de Paz, Otty Patiño?

R. Es una relación armónica, respetuosa y muy articulada, porque para que haya paz debe haber seguridad. Es una simbiosis, algo indisoluble, tenemos que interactuar permanentemente. Avanzamos con ellos en temas de paz con tres grupos importantes. Uno es las disidencias de alias Calarcá, con un grupo muy pequeño en el Catatumbo, que son el [frente] 33. Otro son los Comuneros del Sur, en Nariño, separados del ELN, que ya es un cartel del narcotráfico, la degradación es muy alta. Y el otro es la Coordinadora Nacional Ejército Bolivariano, que delinque en Nariño y Putumayo. Con el comisionado debe haber una relación permanente.

P. Acaba de regresar del Catatumbo, que alberga la mayor concentración de cultivos de coca en el mundo. ¿Se ha recuperado el control de esa región después de la arremetida del ELN, que produjo más de 50.000 desplazados a comienzos de este año?

R. Sí, pero no al ritmo que uno esperaría. Hemos recuperado en torno a 70% del territorio, generando las condiciones para que haya la transición hacia la paz de la zona de ubicación temporal. Sin embargo, el modo de operar de ellos es muy difícil de neutralizar, porque viven incrustrados en la población y emplean terrorismo. Ha sido supremamente complejo recuperar ciertas zonas, pero la transformación se está dando. Un problema de 50 años no lo podemos solucionar en tres meses; hay que transformar también la cultura. De allí que la clave es la población. La diferencia frente a otras operaciones que realizamos es la cercanía de la población con la Fuerza Pública. Ese acercamiento puede cambiar la dinámica enormemente, la gente ya está cansada. La transformación social de los territorios es posible. La recuperación del Catatumbo no es solamente militar, nosotros tenemos que abrir la puerta para que entre el Estado.

P. ¿El ELN mantiene una retaguardia estratégica en Venezuela? ¿Es posible combatirlo en esas condiciones de la frontera?

R. Sí, es posible combatirlo en la frontera. La semana pasada estuvimos en Leticia, instalando la Comisión de Seguridad para la Amazonía. Allá estuvieron generales, representantes del Gobierno de Venezuela, y hablamos sobre la importancia de que las dos naciones combatamos el crimen, independientemente de qué color tenga. Esa interacción se da en la frontera, obviamente quisiera uno que fuera mayor, pero hay un compromiso claro. El problema no es lo que ocurre en la retaguardia, es solucionar el problema en la casa. No le echo la culpa al vecino de los problemas que tengo en mi hogar. Es clave el fortalecimiento internacional, y estamos avanzando en una alianza multinacional contra el crimen organizado transnacional.

P. ¿Colombia está a tiempo de evitar la temida descertificación en la lucha contra el narcotráfico por parte de Estados Unidos?

R. Estamos a tiempo. Lo que nos interesa es acabar con la cadena del narcotráfico. En mi visita a Estados Unidos hablé con el secretario de Defensa y con el comandante del Comando Sur. El compromiso demostrado por Colombia da una confianza enorme de que podemos hacerlo. La estrategia es oxígeno y asfixia: darle aire a lo legal y asfixiar lo ilegal. Hemos atacado fuertemente todos los insumos que se utilizan para el procesamiento, que es el combustible y el cemento. Es clave cerrar esa llave. Los otros elementos son destruir los laboratorios, incautar la hoja de coca, atacar las estructuras criminales, la interdicción y combatir el lavado de activos. El enfoque es lograr sustituir al menos 30.000 hectáreas de coca este año. Colombia es un país comprometido, cada colombiano que muere combatiendo el narcotráfico también lo hace por el mundo.

P. ¿En que va la compra de los aviones de combate Gripen suecos? ¿Cuándo van a llegar a la Fuerza Aeroespacial Colombiana, a la que usted pertenecía como militar activo?

R. En términos contractuales ya se ha conversado entre las dos partes. Esa inversión no afecta para nada los programas sociales. Todo lo contrario, los beneficia, porque tiene impacto en energía –con páneles solares–, en agua y en salud. En la feria aeronautica, en julio, vamos a tener dos aviones Saab 39 Gripen, que vienen desde Brasil. Es el modelo que vamos a tener, lo que le soluciona el problema al país por medio siglo. Se espera que firmemos el contrato alrededor de septiembre. Dependiendo del nivel de producción que logremos concretar, transcrurrirán entre 16 y 18 meses para que lleguen los primeros aviones. El mundo nos ha mostrado la importancia del poder aéreo. Es el primer elemento que utiliza una nación para su defensa, pero también es un elemento disuasivo para garantizar la soberanía.

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Sobre la firma

Santiago Torrado
Corresponsal de EL PAÍS en Colombia, donde cubre temas de política, posconflicto y la migración venezolana en la región. Periodista de la Universidad Javeriana y becario del Programa Balboa, ha trabajado con AP y AFP. Ha cubierto eventos y elecciones sobre el terreno en México, Brasil, Venezuela, Ecuador y Haití, así como el Mundial de Fútbol 2014.
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